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El cuidado personal es un servicio valioso que muchas personas necesitan para llevar una vida saludable y productiva. Es común considerar este trabajo como una serie de tareas, pero es importante recordar que, ante todo, vas a ofrecer un servicio. Para que la persona que cuides se sienta valorada y segura, crea un entorno amigable y acogedor en el que se sienta respetada a lo largo de su rutina diaria. Además, haz un esfuerzo adicional para darle tanto espacio, privacidad y autonomía como sea posible. ¡Los gestos más pequeños pueden marcar una gran diferencia en su vida!

Método 1
Método 1 de 2:

Mostrar amabilidad y respeto

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  1. No asumas lo que quiere o no, incluso si eres un cuidador experimentado. Sin importar si vas a cambiar la configuración del termostato o colocar ropa de cama limpia, haz un esfuerzo por incluir a la persona en las diferentes tareas que hagas para ella. Si la incluyes en más decisiones, sentirá que tiene más autonomía y control sobre su horario y rutina cotidianos. [1]
    • Por ejemplo, dile algo como “Traje toallas limpias para su habitación. ¿Quiere que las coloque en el lavabo o en el toallero?”.
    • Si no tiene una preferencia personal, usa tu criterio para determinar qué le gustaría o qué no.
  2. Piensa en temas de conversación amigables a medida que realices diferentes tareas domésticas en su habitación. No pienses que tienes que hablar sobre algo específico. En lugar de ello, habla sobre el clima o su equipo deportivo favorito. Si pasas tiempo cerca de ella sin decir nada importante, tu comportamiento podría lucir poco compasivo. [2]
    • Por ejemplo, entabla una conversación de esta manera: “¡Escuché que va a nevar esta noche! ¿Le gusta este clima frío?”.
    • Si le gusta un pasatiempo en particular, habla sobre ello.
  3. Aparta tus propias creencias espirituales y culturales siempre que pases tiempo con ella. Escúchala cuando te hable sobre sus filosofías y creencias personales, y no la critiques ni seas prejuicioso. En lugar de ello, habla con ella sobre estas creencias para poder entenderla mejor. [3]
    • Por ejemplo, si habla mucho sobre ritos católicos, hazle preguntas relacionadas con la Iglesia católica. Pregúntale algo como: “¿Cuál es su parte favorita de la misa?”.
    • Evita todo tipo de pregunta o comentario sobre cómo o por qué cree en algo.
  4. Dales prioridad a sus peticiones, incluso si estás haciendo algo más. Si te pide algo importante, hazlo lo más pronto posible. Si estás realizando una tarea importante, indícale que lo ayudarás tan pronto como termines lo que estás haciendo. [4]
    • Si estás limpiando algo en su habitación, detente cuando te pida ayuda. Esto le mostrará que valoras sus necesidades y que te importa lo que tiene que decir.
  5. Siempre háblale tal como te gustaría que te hablen. ¿Te gustaría que te hablen con un tono aburrido y desconcentrado, o con respeto e interés? Bríndale muestras de cortesía comunes en las conversaciones al hablarle de una manera que lo defina como una persona, no una tarea que debes completar. [5]
    • El contacto visual es una manera fantástica de mostrarle que la escuchas y te interesa lo que dice.
    • No le hables con un tono demasiado emocionado o tal como le hablarías a un niño o una mascota. Al fin y al cabo, es una persona a la que le gustaría que la traten como tal.
  6. No divulgues ninguna historia o información suya de tu día laboral. Incluso si no tiene manera de saber de qué hablas fuera del horario de trabajo, no debes quebrantar el ambiente de confianza y privacidad que has creado a lo largo del día. Guarda en secreto toda historia y detalle sobre esta persona, en lugar de usarla para iniciar una conversación. [6]
    • Divulgar la información médica de un paciente es ilegal. Si te descubren compartiendo esta información, podrías meterte en graves problemas.
  7. No dejes el área con demasiada frecuencia, salvo que realices un recado rápido en otra habitación o un área cercana. Mientras atiendas sus necesidades básicas, también debes encargarte de su bienestar emocional. Haz tu mejor esfuerzo por permanecer en su rango de visión, para que no se sienta sola o aislada a lo largo del día. [7]
    • Si tienes que salir por un periodo prolongado, indícaselo antes de salir.
    • Siempre trata de comunicarte de forma clara con ella sobre el lugar al que vas y en dónde vas a estar.
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Método 2
Método 2 de 2:

Brindarle un entorno seguro, saludable y privado

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  1. No le des la impresión de que ha recibido una bandeja con comida de la cafetería. En lugar de ello, ordena de manera bonita la mesa, bandeja o superficie en donde coma. Haz que su comida luzca fresca y dividida al separar las guarniciones del plato principal. Además, extiende los cubiertos junto a su plato en lugar de amontonarlos en una sola área. [8]
    • Por ejemplo, coloca el tenedor en el lado izquierdo del plato; y el cuchillo y la cuchara, en el lado derecho.
    • Si puedes opinar sobre el alimento que va a consumir, solicita comidas hechas con ingredientes frescos.
  2. No hagas suposiciones sobre lo limpio o sucio que sea el espacio en el que viva, o la frecuencia con la que prefiera tomar una ducha o un baño. Cuando interactúes con la persona bajo tu cuidado, recuerda que ambos son diferentes y que tienen prioridades y rutinas diferentes. En lugar de tener un comportamiento prejuicioso, respeta lo limpia o desordenada que quiera tener su habitación, y la frecuencia con la que se asee. [9]
    • Las personas con menos movilidad podrían no ser capaces de cuidarse a sí mismas o su entorno con eficacia.
  3. Ten un horario en tu mente con las horas a las que vaya al baño y la frecuencia con la que se bañe. Cuando use el inodoro o se prepare para entrar a la ducha o la bañera, pregúntale si necesita ayuda para quitarse la ropa. Ayúdala con tareas adicionales según sea necesario, o si luce como si tuviera más dificultad con una parte determinada de su proceso de higiene. [10]
    • Dale mucho tiempo cuando vaya al baño, para que pueda usarlo por completo.
    • Ten papel higiénico listo por si lo necesita.
    • Presta atención a su consumo de líquido a lo largo del día. Recuérdale que no debe preocuparse por mancharse y que beba mucho líquido con normalidad.
  4. Préstale atención a cómo miras a la persona y cómo reaccionas a ella durante las diversas tareas. No la mires con un rostro incómodo o con asco cuando la ayudes con las tareas de higiene, ya que esto puede generar sensaciones de vergüenza e incomodidad en ella. Además, mantén una postura abierta para no dar la impresión de querer mantener la distancia con ella. [11]
    • Por ejemplo, no arrugues la nariz ni hagas gestos de asco si vas a ayudarla a usar el baño.
  5. Si tu trabajo requiere que la asees y la vistas, no elijas su atuendo por tu cuenta. En lugar de ello, pregúntale qué ropa le gustaría usar. Si es muy indecisa, ofrécele opciones diferentes de su armario. [12]
    • Incluso si usa un atuendo similar todos los días, apreciará la libertad de elegir su ropa.
    • Dile algo como “Hoy va a hacer frío, ¿le gustaría usar una chaqueta o un cárdigan?”.
  6. Préstales atención a sus entornos. Si está en un área más pública, como una cama de hospital, céntrate en hacer que el área se sienta privada y segura antes de realizar las tareas de higiene. Cierra toda cortina alrededor de su cama y pregúntale si hay algo que puedas hacer para que se sienta más segura y cómoda. [13]
    • Si tiene problemas de privacidad, determina si puedes llevarla a un lugar más seguro.
  7. Recuerda que es una persona con su propio sentido de privacidad y pudor. Haz un esfuerzo evidente por mirar a otro lado mientras se vista, salvo que te pida ayuda de forma explícita o que la necesite. Si vas a ayudarla a vestirse, no mires sus partes íntimas en el proceso. [14]
    • No asumas que necesita ayuda para vestirse. Pregúntale de antemano si se siente cómoda colocándose su ropa.
  8. No rebusques en su ropa u otros artículos personales sin su permiso. Si estás buscando algo en la habitación, primero pregúntale. Incluso si no tienes malas intenciones, lucirás como alguien desconsiderado si rebuscas sus pertenencias sin su permiso. [15]
    • Siempre pregunta antes de rebuscar o tocar sus artículos personales. Dile algo como “Quería limpiar la parte superior de su cómoda. ¿Puedo mover estas fotos a un lado?”.
  9. Toma nota de sus tics físicos. Si siente dolor, podría estar avergonzada o quizás no quiera admitirlo. En estos casos, podrías tener que iniciar la conversación. En lugar de sacar conclusiones apresuradas, pregúntale con amabilidad si todo está bien y si hay algo que puedas conseguirle. [16]
    • Por ejemplo, podría retorcerse cuando siente un dolor crónico. Si no te comenta lo que siente, pregúntale algo como lo siguiente: “¿Le gustaría que le traiga una almohadilla térmica?”.
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Consejos

  • Mantenla interesada y feliz al animarla a interactuar con otras personas. [17]
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