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Tu éxito y felicidad muchas veces dependen de la forma en que afrontas los retos. Si estás estancado en un problema que no logras resolver, defínelo y divídelo en partes más pequeñas. Decide si vas a abordarlo con lógica o si debes pensar en cómo te hará sentir el resultado. Sé creativo y busca formas de abordar tus problemas con el apoyo de otras personas y analizándolos desde una perspectiva distinta.

Método 1
Método 1 de 3:

Abordar el problema

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  1. Identifica el verdadero problema, no solo los síntomas que surgen como resultado de este. Al momento de definirlo, no consideres los elementos irrelevantes, solo céntrate en cuál es el problema en sí. Puedes considerar lo demás más adelante. Familiarízate con el problema y compréndelo en su totalidad. [1]
    • Por ejemplo, si tu habitación todo el tiempo está desordenada, tal vez el problema no es que seas una persona desordenada, sino que te faltan contenedores o lugares para organizar tus pertenencias.
    • Trata de ser lo más claro y exhaustivo posible cuando definas el problema. Si se trata de un asunto personal, sé honesto contigo mismo respecto a las causas. Si es un problema de logística, determina con exactitud dónde y cuándo ha ocurrido.
    • Determina si el problema es real o creado por ti mismo. ¿Necesitas resolverlo o se trata de algo que deseas? Poner la situación en perspectiva te ayudará a guiarte en el proceso de resolución del problema.
  2. Reconoce qué decisiones debes tomar y de qué manera ayudarán a resolver el problema. La toma de decisiones te permitirá avanzar en este proceso, así que primero decide en qué vas a centrarte, qué es necesario realizar y cómo vas a lograrlo. [2]
    • Por ejemplo, tienes varios problemas que resolver y necesitas decidir cuáles tratar primero. Solucionar un problema podría aliviar la tensión o eliminar el estrés de otro.
    • Una vez que tomes una decisión, no dudes de ti mismo. Debes estar dispuesto a mirar desde ese punto en adelante sin preguntarte qué hubiera sucedido si decidías otra cosa.
  3. Cuando este es muy complicado, puede ser agobiante y difícil de resolver. Si se trata de varios problemas, divídelos en partes más pequeñas y abórdalas por separado. Si descompones el problema en piezas más pequeñas, podrás comprenderlo y hallar una solución. [3]
    • Por ejemplo, si tienes que entregar muchas tareas para aprobar un curso, céntrate en cuántas debes hacer y abórdalas una por una.
    • Trata de combinar y solucionar los problemas en conjunto. Por ejemplo, si te queda poco tiempo para estudiar, escucha una lección grabada mientras estás camino a clases o échales un vistazo a tus tarjetas de notas mientras esperas la cena.
  4. Familiarízate con el conocimiento y la información que ya posees. Luego, averigua qué te falta saber. Empápate de toda la información que puedas y organízala de forma significativa. [4]
    • Por ejemplo, si deseas aprobar un examen acumulativo, determina lo que ya sabes y para qué necesitas estudiar. Repasa todos los conocimientos aprendidos y empieza a aprender más información de tus apuntes, libros de texto u otros recursos que puedan serte de gran ayuda.
  5. Piensa en un plan B (o más) de modo que no quedes estancado en una solución. Cuando hayas establecido posibles soluciones, piensa en cómo resultará cada una. Considera los posibles resultados y de qué manera te afectarán a ti y a las personas de tu entorno. Imagina la situación más favorable y la peor situación. [5]
    • Presta atención a saber cómo te harán sentir dichos escenarios.
  6. Estos pueden abarcar tu tiempo, dinero, esfuerzos, viajes, etc. Si resolver el problema es tu máxima prioridad, tal vez necesites destinar más recursos a esto de lo que normalmente destinarías. Piensa en los recursos que posees y puedes dedicar a la resolución del problema. [6]
    • Por ejemplo, si tienes un plazo máximo, puedes dejar de preparar la cena o de ir al gimnasio de modo que puedas dedicarle ese tiempo a tu proyecto.
    • Reduce las tareas innecesarias siempre que puedas. Por ejemplo, puedes pedir que te entreguen las provisiones a domicilio para ahorrar tiempo en las compras y dedicarlo a otras tareas.
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Método 2
Método 2 de 3:

Adoptar un enfoque creativo

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  1. Piensa en distintas formas de solucionar el problema. Saber que existe más de una forma de abordarlo te permitirá darte cuenta de que tienes varias opciones. Una vez que se te hayan ocurrido algunas alternativas, decide cuáles son probables y cuáles puedes dejar de lado. [7]
    • Si vas a tomar una decisión complicada, escribe tus alternativas. De este modo, no olvidarás ninguna y podrás tachar las que no sean probables.
    • Por ejemplo, supongamos que tienes hambre y te urge conseguir algo de comer. Piensa en si quieres cocinar, comprar comida rápida, pedir comida para llevar o sentarte a comer en un restaurante.
  2. Si vas a resolver un problema simple, serán más útiles las habilidades analíticas y lógicas. En otras ocasiones, es posible que debas guiarte por tus emociones. Con frecuencia, es necesario combinar tus habilidades, sentimientos e incluso tu instinto para encontrar una solución a los problemas. No temas usar dichas formas de abordar los problemas, pero juega con ellas para determinar cuál te conviene más. [8]
    • Los problemas como aceptar un empleo por todo el país, con un buen salario pero lejos de tu familia, pueden requerir distintos enfoques. Considera la solución lógica, pero a la vez tus pensamientos, sentimientos y la forma en que tu decisión afectará a tu entorno.
  3. Si tu problema no es inmediato, pídeles consejos a otras personas. Tal vez conozcas a alguien que ha afrontado un problema similar en el pasado que pueda darte sus opiniones al respecto. Depende de ti seguir o no sus consejos, pero estos pueden ayudarte a adquirir una perspectiva distinta.
    • Por ejemplo, si vas a comprar una casa y tienes dudas para tomar una decisión final, discute con otros propietarios sobre sus opiniones o lamentaciones respecto a la compra de una casa.
  4. Si te estás esforzando para lograr una meta, observa cómo marchan las cosas. Si has realizado progresos y vas en una dirección positiva, sigue adelante. Si te das cuenta de que tu enfoque no es el mejor, piensa en solucionar el problema de otra forma. Es probable que necesites concebir algunas nuevas estrategias para resolverlo lo mejor posible. [9]
    • Por ejemplo, si tienes problemas financieros, presta atención a la forma en que tus esfuerzos están afectando tus ingresos y tus gastos. Si llevar un presupuesto es útil para ti, continúa haciéndolo. Si utilizar únicamente dinero en efectivo es un dolor de cabeza, prueba otra cosa.
    • Utiliza un diario para registrar tus progresos, éxitos y retos. Puedes revisarlo para motivarte cuando te sientas desanimado.
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Método 3
Método 3 de 3:

Controlar tus emociones mientras afrontas las dificultades

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  1. Calma tus emociones. Si te sientes ansioso o nervioso por cómo resultarán las cosas, será difícil tomar una decisión o resolver un problema. Si tu temor nubla tu capacidad de solucionar un problema, tómate un momento para calmarte. Respira profundo de modo que te sientas enfocado y relajado antes de avanzar con el problema. [10]
    • También puedes salir a caminar o escribir en un diario. El objetivo es reducir tu temor y aumentar tu sensación de tranquilidad.
    • El primer paso suele ser el más atemorizante. Trata de empezar con algo pequeño. Por ejemplo, si deseas volverte una persona más activa, empieza dando caminatas diarias.
  2. Un problema evidente puede presentar algunos problemas ocultos que debes solucionar. Si en el pasado has resuelto un asunto similar al actual pero este sigue surgiendo, explora si existe alguna causa oculta. Así podrás resolverlo de forma definitiva. [11]
    • Por ejemplo, si estás agobiado porque tienes una larga lista de tareas, tal vez el problema no es la lista, sino el no decir que “no” a lo que no puedes hacer.
    • Si te sientes estresado, molesto o abrumado, es probable que estés agotado. Elabora una lista de las cosas que te provocan estrés o frustración. Trata de reducirlas en el futuro. Si vuelves a sentirte abrumado, puede ser un signo de que necesitas reducirlas aún más.
  3. Si todo el tiempo estás batallando para tomar decisiones o dudando de ti mismo después de solucionar un problema, puede ser de gran utilidad trabajar con un profesional de la salud mental. Tal vez sufres de baja autoestima, lo que te lleva a dudar de ti mismo o a sentirte derrotado. El terapeuta te ayudará a comprender el problema y te retará a verte de una forma más positiva y realista. [12]
    • Para encontrar un terapeuta, llama a la clínica de salud mental de tu localidad o a la compañía aseguradora. Tu médico o un amigo también pueden recomendarte uno.
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Consejos

  • Si empiezas a sentirte agobiado o frustrado, haz una pausa. Date cuenta de que todos los problemas tienen solución, pero a veces estás tan enfrascado en ellos que no puedes ver más allá.
  • No abandones los problemas. Resurgirán tarde o temprano y serán más difíciles de resolver. El sentido común disminuye la magnitud del problema.
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Acerca de este wikiHow

Resumen del artículo X

Para resolver un problema, primero haz una lluvia de ideas y escribe las soluciones que se te ocurran. Luego, revisa tu lista de soluciones y tacha las que no sean factibles. Una vez que sepas cuáles son las opciones realistas, escoge la que consideres más razonable para la situación. Si la solución es larga o compleja, divídela en pasos más pequeños y más manejables para que no te sientas abrumado. Luego, concéntrate en los pasos uno por uno hasta que resuelvas el problema.

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