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Ya sea que tengas que darte una ducha fría porque estás apurado y no puedes esperar a que el agua se caliente o que seas el último en ducharse y no queda nada de agua caliente, el impacto del agua fría es algo a lo que necesitas acostumbrarte. Muchos nadadores, atletas competitivos y miembros de las fuerzas armadas también deben aprender a enfrentarse a esa incomodidad. [1] Si bien ese impacto puede ser saludable para ti y ayudarte a bajar de peso, no es fácil lidiar con él. [2] Afortunadamente, existen formas de ayudarle al cuerpo a acostumbrarse al agua fría.

Método 1
Método 1 de 3:

Adaptarte de forma gradual

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  1. Suponiendo que no estés obligado a adaptarte de inmediato en una piscina fría o durante una maratón de nado en aguas abiertas, puedes usar la ducha o la bañera para entrenar poco a poco al cuerpo para adaptarse al frío. [3] Abre la llave del agua y déjala calentarse.
  2. Como el agua ya está caliente, esto no será problema. Asegúrate de que las manos, los pies y el rostro estén húmedos, puesto que la mayor parte de los receptores del calor y el frío se encuentran allí. Tras unos minutos, reduce ligeramente la temperatura del agua y dúchate como siempre.
  3. Recuerda que no estás intentando someterte a un choque térmico; el método gradual es la mejor forma de acostumbrarse al agua fría. Para este momento, debes estar terminando de ducharte justo a tiempo para adaptarte al segundo cambio de temperatura. Pero si te sientes cómodo o necesitas más tiempo para ducharte, no dudes en disminuir la temperatura una tercera vez.
  4. Cada día debes notar que las disminuciones de temperatura son un poco más fáciles. Esta es una señal de que el cuerpo se está acostumbrando a dicho proceso y que está realizando un mejor trabajo de termorregulación. [4]
  5. Una vez que te hayas familiarizado con este proceso por unos días o una semana y que las disminuciones de temperatura no sean tan intimidantes, reduce la temperatura inicial de la ducha. Ahora empezarás la ducha con la temperatura de la primera disminución y tu última disminución de temperatura será más fría que todas las anteriores.
  6. El tiempo exacto será distinto para todo el mundo, dependiendo de qué tan en forma estés y de la cantidad de grasa corporal que tengas. [5] Irónicamente, el tipo de cuerpo más adecuado para este proceso gradual es aquel que está en forma y gordo. Cuando estés listo, sigue reduciendo de nuevo la temperatura inicial. Antes de darte cuenta, te sentirás cómodo en temperaturas que antes eran demasiado chocantes para ti.
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Método 2
Método 2 de 3:

Exponerte al agua fría de inmediato

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  1. Evidentemente, si haces esto al exterior o en una piscina fría, el agua estará lista con anticipación. Este método es breve y sobre todo excelente para los nadadores y los atletas que usan baños de hielo para recuperarse de su actividad. [6] Una vez que el agua esté lista, prepara tu mente para el impacto.
  2. Dado que la mayor parte de los receptores sensoriales se localizan en dichas zonas del cuerpo, allí es donde es más importante superar el impacto. [7] Esta es una forma fácil de empezar si aún no posees la fuerza mental para entrar en el agua de una sola vez.
    • Si no puedes meter dichas zonas en el agua, salpícales agua fría por encima.
  3. Entra directo en el agua fría y asegúrate de que esta cubra por completo el cuerpo de la cabeza a los pies. Dejar cualquier zona seca y caliente perjudicará la adaptación, puesto que el cuerpo tendrá algo con qué comparar el agua fría.
  4. Esto será fácil si estás nadando, pero puede resultar más difícil en una ducha o bañera. Cambia el peso del cuerpo y mueve los pies. Cualquier movimiento muscular permitirá activar el proceso de termorregulación y adaptación del cuerpo.
  5. Al inicio, tendrás ganas de salir del agua y aumentar la temperatura. No cedas. Puedes construir una pared mental contra el frío hasta que el cuerpo se adapte y lo acepte por completo. [8] Cada vez que construyes esa pared y soportas el frío, la adaptación se vuelve más fácil, tanto a nivel físico como psicológico, debido a que la termorregulación es cada vez más eficaz. [9]
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Método 3
Método 3 de 3:

Comprender el cuerpo y usar el ambiente

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  1. La temperatura corporal normal es 37 °C. [10] El cuerpo humano posee 3 tipos de receptores sensoriales en la piel: del dolor, del calor y del frío. Los receptores del calor empiezan a percibirlo por encima de los 30 °C (y hasta los 45 °C, punto en el que los receptores del dolor entran en acción). Los receptores del frio lo perciben cuando la temperatura es inferior a los 35 °C. [11]
    • Como lo podrás notar, existe una zona de superposición de 5 grados que activa tanto los receptores del calor como los del frío.
    • Sientes el frío con mayor intensidad que el calor debido a que la cantidad de receptores del frío es 4 veces mayor que los receptores del calor. [12] Muchos de ellos se localizan en el rostro, las orejas, las manos y los pies.
    • Los receptores del frío dejan de funcionar por debajo de los 5 °C, cuando dejas de sentir frío y empiezas a sentirte adormecido. [13]
    • La temperatura corporal central puede variar un poco, según los cambios hormonales y la salud. [14]
  2. Cuando tu temperatura supera los 37 °C (98,6 °F), los vasos sanguíneos se dilatan, lo que permite que llegue más sangre a la superficie de la piel para enfriarla. Cuando tu temperatura disminuye, los vasos sanguíneos se contraen para mantener el calor corporal. [15] Conforme vayas experimentando regularmente dicha sensación, el cuerpo se volverá más eficaz en la termorregulación (el proceso de control de la temperatura). [16]
  3. Parte de la dificultad de entrar en una ducha fría (sobre todo en la mañana cuando acabas de levantarte de la cama) es que el impacto se intensifica, debido a que el ambiente que te rodea antes estaba caliente. Si reduces la temperatura del ambiente, el agua fría será menos chocante.
    • Baja la temperatura del termostato en uno o dos grados. Así también te ahorrarás dinero en invierno.
    • Enciende un ventilador en el baño o tu habitación. Una mayor circulación de aire bajo 37 °C acostumbrará a los receptores del frío a estar activados.
    • No te abrigues mucho en la noche. Esto será útil sobre todo si tienes problemas con las duchas frías matutinas. Mientras más abrigado estés, más fría sentirás la ducha.
  4. Hay momentos en los que el frío puede sentirse bien, por ejemplo, cuando te metes a la piscina en un día caluroso o cuando tomas una bebida fría después de realizar una actividad extenuante. Esto se debe a que el cuerpo llega a superar los 37 °C y lucha por disminuir su temperatura. Si subes la temperatura de tu cuerpo, no solo harás que sea más fácil adaptarte al agua fría, sino también la volverás refrescante.
    • Considera hacer ejercicios de alta intensidad antes de tomar una ducha fría. El entrenamiento por intervalos o de circuito es muy eficaz.
    • La ducha fría tendrá el beneficio adicional de ayudar a que los músculos se recuperen. [17]
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Advertencias

  • Ten presente que sumergirse por mucho tiempo en el agua con una temperatura inferior a 15 °C puede ser fatal. Solo tienes 1 minuto de inmersión por grado antes de experimentar problemas con el frío (si el agua está a 10 °C, tienes 10 minutos, si está a 1 °C, tienes 1 minuto). [18]
  • Las personas que no tienen suficiente grasa y tejido muscular y las que están enfermas deben tener mucho cuidado con la exposición prolongada al frío.
  • Aprende a reconocer la hipotermia. Es mejor reconocer tus límites en vez de forzarte demasiado al punto de tener hipotermia, lo que hace que el cuerpo deje de funcionar.
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