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Las plantas de interior son el contraste ideal para el hogar de todos. En concreto, la hiedra mejora la calidad del aire y también tiene muchos beneficios para la salud tales como propiedades antiinflamatorias. Estas instrucciones paso a paso sobre cómo cultivar hiedra en una maceta abarcan tanto cómo plantarla como cuidados básicos una vez que consigas hacerlo.
Pasos
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Elige una maceta del tamaño adecuado. Asegúrate de que la maceta nueva tenga entre 5 cm (2 pulgadas) y 10 cm (4 pulgadas) más de diámetro que la maceta actual o el recipiente en el que está la planta.
- Asegúrate de que al fondo de la maceta haya un agujero para drenar el agua.
- Si la maceta mide 10 cm (4 pulgadas) más que la actual, es posible que te lleve tiempo para que salgan retoños nuevos a las hojas porque primero les salen las raíces para llenarla.
- Si ya habías usado esta maceta, asegúrate de lavarla con agua tibia y jabón suave antes de trasladar la hiedra a ella.
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Llena de tierra para plantas de interior aproximadamente un tercio de la maceta.
- Puedes comprar preparado de tierra para plantas de interior en la mayoría de los centros de jardinería.
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Quita la hiedra de su maceta actual. Para hacerlo, voltea la maceta en la que está la hiedra y recórtale el tamaño o golpéala suavemente en el fondo hasta que se suelte la tierra y puedas quitar la planta de la maceta.
- Esta masa de tierra y raíces ya quitadas de la maceta se denomina “cepellón”.
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Afloja el cepellón. Para aflojarlo, introduce y agita con los dedos los terrones de entre las raíces.
- Si las raíces siguen quedando pegadas después de quitar la tierra, sepáralas con cuidado para desenredarlas.
- Para evitar grandes desastres, haz este paso sobre la maceta o un periódico antiguo.
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Introduce el cepellón en el centro de la maceta. Asegúrate de que el cepellón esté a 1,5 cm (½ pulgada) del borde de la maceta.
- Mira la hiedra desde la superficie por encima de la maceta para asegurarte de que esté en el centro de ella.
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Llena de tierra el resto de la maceta. Asegúrate de dejar 1,5 cm (½ pulgada) de la superficie de la tierra a la de la maceta. De esta forma, habrá espacio para que el agua se absorba en la tierra.
- Si la planta es demasiado pesada en la superficie, podrías querer “rellenar” o “empacar” la tierra, lo que significa llenar la maceta y luego comprimirla para que quepa después más tierra.
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Riega la hiedra que acabas de plantar. Coloca la maceta en una bandeja de drenaje y riega bien la hiedra.
- Regarla bien significa regarla hasta que el agua empiece a parecer que esté fuera del fondo de la maceta.
- Encontrarás bandejas de drenaje de plástico en la mayoría de los centros de jardinería o en algún lugar donde puedas comprar tierra para macetas.
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Coloca la hiedra en un lugar parcialmente soleado de tu casa. La hiedra, igual que todas las plantas, requiere luz pero no resiste la intensidad del sol directo. Exponla por completo al sol durante no más de 6 horas al día o a la sombra todo el día.
- La hiedra es frágil. Si la colocas en una zona a la que le da totalmente el sol, asegúrate de no dejar que se seque demasiado la tierra.
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Riega la hiedra cuando sea necesario. Hazlo aproximadamente cada 2 días o cuando la tierra esté seca al tacto.
- Si riegas la hiedra con más frecuencia que esa, la planta puede hacerse susceptible a la putrefacción de las raíces.
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Fertiliza la hiedra cada 14 días. Puedes utilizar muchos tipos de abono para plantas de interior para alimentar las hiedras. Asegúrate de leer las instrucciones para cada fertilizante que hayas comprado.
- Asegúrate de no sobrealimentar la hiedra. La sobrealimentación no solo puede provocar que se pudran las raíces, sino que también puede empezar a hacer que las hojas enmohezcan.
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Consejos
- Si empacas la tierra pero la planta sigue tambaleándose, el cepellón puede no estar lo suficientemente lejos dentro de la tierra.
- Es posible que la hiedra empiece a marchitarse un poco después de cambiarla de maceta. Esto es normal, ya que se acostumbra a su nueva maceta.
- Asegúrate de situar la hiedra en un buen lugar donde le dé bien el sol.
- La sobrealimentación es tan perjudicial como la subalimentación.
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