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Algo de preocupación es saludable. Nos mantiene pensando en el futuro y nos ayuda a trabajar para superar los imprevistos. Pero cuando uno se preocupa en demasía, su vida se torna miserable por cargar un peso de estrés insoportable e innecesario. Lee los siguientes pasos y aprende a mantener tus preocupaciones bajo control y tomar las riendas de tu vida.
Pasos
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Reduce tu colección. Aunque la tecnología actual es más pequeña y útil que nunca, parece que todos acabamos rodeándonos de cosas que ni sabemos usar ni tenemos tiempo para aprender a hacerlo. Podría parecer que nuestras cosas acaban controlándonos a nosotros, pero es un gran alivio cuando por fin conseguimos tomar el control de una vez por todas.
- Líbrate de todo lo que no hayas usado por un año o más, a no ser que sea muy caro o una reliquia familiar. Haz una venta de garaje, usa eBay, o simplemente dona a la caridad lo que no uses como platos, ropa, juguetes, libros, películas, juegos, etc.
- Los objetos muy caros y/o las reliquias familiares que no hayas usado por mucho tiempo se pueden guardar en cajas y almacenarlas en el ático o en un armario de los trastos.
- Líbrate de todo lo que no hayas usado por un año o más, a no ser que sea muy caro o una reliquia familiar. Haz una venta de garaje, usa eBay, o simplemente dona a la caridad lo que no uses como platos, ropa, juguetes, libros, películas, juegos, etc.
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2Asigna espacio. Una de las recomendaciones más comunes de los psicólogos para curar el insomnio es que el dormitorio solo se use para el sexo y dormir. Al asignar espacios para actividades específicas, convences a tu cerebro para dedicarse a esa actividad al entrar en ese espacio. Tómate este consejo a pecho dentro de las posibilidades de tu espacio:
- Quita televisores, escritorios, computadoras y otras distracciones del dormitorio. Coloca ropa o libros en su lugar. Pasa tiempo en el dormitorio solo para cambiarte de ropa, agarrar un libro, o irte a dormir. No leas en la cama.
- Quita todo lo que haya encima de la mesa del comedor o de tu rincón para desayunar. Si no sueles emplear ni una mesa para comer ni un rincón de desayuno, empieza a usar una, pero solamente para comer y trabajar con papeles (facturas, estudiar, escribir y cosas así). Comprométete a mantenerla libre de platos sucios y otras cosas después de cada uso.
- Mantén tu cocina nítida. Es muy raro que emplees tantos platos en un día que no se puedan lavar en 30 minutos por la noche. Limpia todo lo que hayas usado cada día para poder usar la cocina sin preocuparte del desorden.
- Coloca las actividades recreativas en el cuarto de estar o en una habitación a parte. Las computadoras, televisores, video consolas y cosas parecidas no deben estar en áreas de otro uso. Entrena a tu cerebro para asociar ese lugar con actividades de ocio. Así podrás realizar trabajos en los otros lugares con mayor eficiencia.
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Considera la posibilidad de cancelar el servicio de televisión por cable. Este es una medida drástica para algunos, pero la programación de televisión puede interferir fácilmente en un buen horario de actividades diaria. Muchas personas se dan cuenta que de que no echan de menos el servicio de cable a los pocos días de cancelarlo. Ahora se puede invertir ese dinero en un servicio de televisión a la carta, como Netflix, para ver tus programas favoritos en el momento más conveniente para ti.
- Un aparato grabador de televisión puede ser otra opción interesante. Puedes usarlo para grabar tu serie favorita y verla con tranquilidad más tarde, aunque deberás resistir la tentación de encender el televisor. Una vez que empiezas a verlo es muy fácil perder mucho tiempo saltando de un canal a otro, en lugar de ver solo lo que te interesa. De esa forma no te atrasarás en tu horario ni te sentirás apurado por el tiempo.
- Reducir el tiempo que dedicas a navegar por la red también es buena idea, aunque para quien usa internet en su trabajo esto es muy difícil de hacer. Empieza por lo de la TV y observa si te funciona.
- Haz un horario flexible. Cada día es diferente. Tal vez suelas pedir cena cada lunes, o tengas una cita fija con tus amigos cada sábado por la tarde. Sé consciente de este hecho, y revisa mentalmente la actividad del día cada mañana. Añade algo de tiempo para realizar las tareas extras del día y hazles espacio entre tareas programadas.
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Establece un presupuesto. Una de las formas más simples y efectivas de reducir las preocupaciones causadas por tu compleja vida es establecer un presupuesto para tus gastos. No hay nada de misterioso o complicado en esto:
- Averigua cuáles son tus gastos durante una o dos semanas. No te preocupes por controlarlos todavía; simplemente anota en un papel o en tu celular tus gastos habituales.
- Divide tus gastos por categorías como combustible, comida, entretenimiento, compras impulsivas, imprevistos, etc. Multiplica el resultado de cada categoría para saber lo que gastas en un mes normal.
- Añade otra categoría para los gastos fijos y otra para ahorros (si deseas ahorrar). Ese es tu presupuesto. Trata de apegarte a él para no preocuparte de cuánto has de conseguir para llegar a fin de mes.
- Tu presupuesto también será útil para hacer cambios si deseas ahorrar más o gastar menos en alguna de las categorías. Solo reduce la categoría que desees y añade ese dinero a la que prefieras. Apégate estrictamente al presupuesto para notar los beneficios.
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Organiza tu tiempo. Puedes hacer un “presupuesto de tiempo” parecido al que hiciste con tu dinero. Ya que la idea es tener menos preocupaciones, enfoca tu presupuesto de tiempo de modo que aumentes el tiempo que tienes para dedicarte a ti mismo en lugar de tratar de hacer más cosas cada día.
- Establece un horario de descanso. Apégate a él, incluso durante los fines de semana. Ponte como objetivo ir a dormir dentro de una ventana de tiempo de una hora, y proponte una hora fija para levantarte. Asegúrate de tener programada aproximadamente una hora más de sueño de lo que necesitas antes de tener que comenzar tus actividades del día, para no andar apurado, quedarte dormido o estar preocupado por no levantarte a tiempo.
- Establece una rutina de labores diaria. Planea tiempo la higiene personal, transporte, trabajo, compras, comidas y labores domésticas. Programa tiempo para otras actividades que realices a menudo como deporte, lavandería o aficiones. Colócalos en un orden específico para que los días fluyan a tu ritmo. Recuerda dejar espacios de tiempo para relajarte o hacer lo que te apetezca.
- Para maximizar tu tiempo libre, trata de aprovechar bien tus salidas de casa. Por ejemplo, podrías planeas hacer las compras de camino al trabajo para ahorrar viajes.
- Para mucha gente, un horario de actividades irregular les resulta confuso y estresante, así que es mejor hacer tu presupuesto de tiempo con un horario regular y estable, aunque flexible para poder “arrastrar” los tiempos en cualquier momento necesario.
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Disfruta los momentos libres. Es fácil rellenar cada momento libre del día con aplicaciones del celular, redes sociales, televisión, libros, aficiones y más, pero no siempre es buena idea. A veces lo que necesitas no es una distracción, sino un momento para ti mismo. No hay mucho tiempo libre durante el día para la mayoría de nosotros, pero no es tan difícil encontrar un par de ventanas de cinco minutos en que puedas dejarlo todo y quedarte solo con tus pensamientos.
- Usa tus momentos libres para pensar en lo que quieras, o simplemente recostarte y mirar los dibujos del techo o el árbol junto a tu ventana. No los rellenes con algo que requiera concentración como un teléfono inteligente o un libro.
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Toma tiempo para despejar tu cabeza. Hasta la persona más ocupada del mundo puede apartar media hora a la semana para relajarse y meditar en silencio. La meditación es una técnica muy eficaz para reorganizar tus pensamientos y sentimientos, y requiere un lugar silencioso y sin distracciones. Siéntate cómodamente y concéntrate en tu respiración hasta que el resto de tus pensamientos se acallen. Así podrás acceder a ellos sin que te agobien.
- Ese es un momento genial para establecer metas semanales o hacer memoria de tareas que tienes que realizas pronto, como compras, viajes o reparaciones caseras. Siéntete libre de tener a mano algo para ir apuntando lo que se te venga a la cabeza mientras meditas y así ayudarte en la organización de la semana reduciendo el caos.
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Sé racional. A menudo la gente se preocupa por cosas sobre las que no tiene ningún control, como si conseguirán cierto trabajo (tras una entrevista), o lo que otros pensarán de ellos. Es difícil controlar esos pensamientos, incluso sabiendo que obviamente no podemos cambiar nada preocupándonos. Sin embargo, eso no quiere decir que no puedes hacer tu mejor esfuerzo por recordarte que no vale la pena preocuparse. Haz un esfuerzo consciente por enfocar tus pensamientos en otras cosas, y deja que los acontecimientos sigan su curso.
- Trata de respetarte a ti mismo. Si algo no salió como tú esperabas, repasa en tu mente lo que sucedió y enfócate en lo que hiciste bien y en cuánto te esforzaste, en lugar de “dónde lo echaste a perder”. Es muy probable que , al repasar lo que sucedió, te des cuenta que el resultado no dependió de ti sino de lo que otros hicieron o dejaron de hacer. Si no dejas de culparte, solo conseguirás preocuparte más (y cometas algún error por los nervios) la próxima vez que te enfrentes a una situación similar. Cree en que hiciste tu mejor esfuerzo y que también lo harás bien la próxima vez. No hay razón para preocuparse por algo que ya pasó.
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Toma acción. Muchas veces, tus preocupaciones girarán en torno a si puedes o no resolver una situación con éxito. Aunque muchas cosas dependen de la pura casualidad (como mencionamos antes), puedes compensar esto tomando acción sobre otras cosas sobre las que sí tienes control. Elige algo que siempre quisiste hacer, trata de tomártelo en serio y retoma el proyecto con ganas. Intenta darte otra oportunidad.
- Recuerda, no tienes nada que perder al intentar hacer algo para tu propia satisfacción. Por lo tanto, no hay razón para preocuparte sobre lo bien que lo harás. Simplemente compite contra ti mismo sin preocuparte de lo que otros puedan pensar.
- Sigue probando cosas que te gustan y trabajando en lo que te interesa. Lograrás triunfar más a menudo de lo que te imaginas, y te empezarás a preocuparte mucho menos cuando te des cuenta de que el 75% del éxito consiste en emprender el trabajo e intentarlo con ganas. Las personas que parecen menos preocupadas son iguales que tú, solo que nunca dejan que sus preocupaciones les frenen.
- Las cosas que intentes realizar no han de ser deslumbrantes o importantes para nadie más que para ti. Puedes proponerte emprender una nueva afición, como salir a correr o aprender algo nuevo, o simplemente metas sencillas como sonreír más en el trabajo. Tus metas son tuyas y tú fijas los objetivos. Verás que los resultados serán positivos más a menudo de lo que crees.
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Vive el momento. No te obsesiones con el futuro; es mejor que te enfoques en el presente. Está bien planear las cosas con sentido y fijarse metas, pero lo realmente importante es vivir tu vida tal como es ahora, y no estar preocupado por lo que pasó o lo que puede suceder en el futuro.
- Practica la auto-aceptación. Tal como se mencionó anteriormente, la excesiva autocrítica es una fuente de preocupación muy común. Una parte de nosotros escucha lo que decimos de nosotros mismos, queramos o no. Si siempre estás decepcionado contigo mismo, no serás capaz de disfrutar nada. Una cosa es decirte a ti mismo que lo harás mejor la próxima vez, y otra muy diferente es negarte a sentirte orgulloso y feliz de las decisiones que has tomado para sentirte bien en este momento.
- Recuerda que las personas solemos centrarnos en nosotros mismos. Cuando cometes un error vergonzoso, puedes sentir que todos tus errores anteriores reviven como una venganza, haciendo que te quedes medio catatónico, vacilante y con miedo. Lo cierto es que todo el mundo mete la pata en público alguna vez y, salvo la persona que se equivocó, todos los que lo vieron olvidan pronto lo sucedido o le restan importancia de inmediato. Nadie está vigilando tus movimiento; de hecho, casi nadie recordará lo que le dijiste hace un mes a no ser que tú se lo recuerdes. No hay ninguna razón para que te sientas avergonzado o culpable después de lo que pasó.
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Haz recuento de tus cualidades. Al igual que muchos refranes antiguos, repite este consejo hasta la saciedad, porque es un muy buen consejo. Deja a un lado los clichés que te has impuesto y piensa en todo lo que tienes a tu favor. Estás leyendo este artículo usando una computadora y accediendo a internet. Eso es algo que no todo el mundo puede hacer. Incluso las vidas más pobres y dignas de lástima tienen muchas cosas que valorar. Encuentra las tuyas, y recuerda estar agradecido por cada día de tu vida.
- Pon tu vida en contexto. Si vives en un edificio con paredes y techo, puedes estar agradecido por ello en lugar de preocuparte porque es humilde o destartalado. Si no tienes casa, agradece que tengas qué ponerte encima. Si vives en una zona con mal clima, agradece que a veces el tiempo cambia y se pone agradable. Agradece que puedes pensar por ti mismo, apreciar la belleza y soñar con cosas mejores.
- Sin importar tu situación, si estás leyendo este artículo, puedes encontrar cosas bonitas en tu vida. Piensa en ellas siempre que te sientes a lamentarte por tu situación en lugar de moverte y apreciar lo que tienes.
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Limita tus responsabilidades. Hay quienes se preocupan en demasía porque tratan de controlar todo lo que les rodea y a todas las personas de su entorno; ven problemas en todas partes y piensan que nunca hacen lo suficiente para tratar de resolverlos o ayudar. Es muy bueno ser caritativo y hacer cosas por los demás, pero si llevas esto demasiado lejos te convertirás en un manojo de nervios y frustración. Haz un esfuerzo consciente para reconocer que otras personas, igual que tú, son más capaces de lo que piensan de resolver sus problemas por sí mismos, y no tienes que estar allí para llevarles de la mano por sus vidas.
- Las personas a las que se cuida en exceso, como si fueran bebés, terminan por ser incapaces de afrontar los problemas más sencillos, con lo cual se les está haciendo un flaco favor. Dejar de cuidarlas es la mejor manera de ayudarlas.
- También es importante recordarte a ti mismo que hay otros que también hacen trabajo social y de caridad. Está bien dejar que otro se ocupe de los problemas a los que ya no puedes llegar, y así repartir la carga de responsabilidad; de hacho, es la una forma de hacerlo soportable. Esto no significa que dejes de hacer obras de caridad; más bien significa que debes estar orgulloso de lo que haces y dejar de preocuparte por que no sea suficiente. Es todo.
- Establece un límite para ti mismo. Puede ser un límite de tiempo ayudando a otros, un límite de dinero dedicado a caridad, o un límite de tiempo perdido preocupándote de los problemas del mundo. Delimita lo que gastas emocionalmente en lo que te hace estar preocupado.
- Recuerda, preocuparte nunca arregla nada, y hay cosas que no se arreglarán por mucho que te preocupes por ellas. Oblígate a dejar tus preocupaciones a un lado cuando lleguen a cierto punto, y haz lo que sea para no traspasar ese límite.
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Confía en ti mismo. Al final del día, hay cosas que nadie tiene bajo control: el clima, la muerte, los desastres naturales y otras cosas non imparables e incontrolables en la vida. Aprende a confiar en tu habilidad para manejarlas. No puedes cambiar el comportamiento de esas cosas, así que lo que puedes hacer es prepararte para lo que venga y confiar en que si se presentan, conseguirás manejar bien la situación.
- Por ejemplo, Cada año miles de personas tienen accidentes de tráfico, pero todos seguimos usando automóviles porque confiamos en nuestra habilidad para evitar los problemas de tráfico: conducir con cuidad, ponernos los cinturones de seguridad, aprender de anteriores errores, y tener reflejos rápidos para esquivar los peligros de la carretera. Ten la misma actitud con cualquier fuerza incontrolable de la vida.
- Es sensato prepararse para la mala suerte. Cosas como comida de emergencia o agua potable, un botiquín de primeros auxilios y extintores de fuego son inversiones sabias para tu seguridad. De todas formas, ten cuidado de que estas cosas no se conviertan en una preocupación más en lugar de aliviar tu estrés. No permitas que tus preocupaciones se conviertan en obsesiones. La meta es encontrar el equilibrio razonable para seguir con tu vida cotidiana.
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Advertencias
- Si te sientes completamente atrapado por las preocupaciones, el miedo y/o la depresión, y estas recomendaciones no te han funcionado en absoluto, trata de encontrar ayuda profesional. Recuerda que, como paciente, tú tienes derecho a interrumpir una terapia o escoger a otro doctor con el que te sientas más a gusto. Encuentra al profesional de la salud mental con quien te sientas bien y deja que te ayude. Puede que te parezca ridículo ahora, pero puede ser una ayuda enorme en tu vida. En tu comunidad puede haber ayuda profesional gratuita disponible en caso de que no puedas afrontar el gasto económico.
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