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¿Las personas normalmente te describen como alguien dominante? ¿Nadie quiere ser tu compañero en los proyectos del trabajo o la escuela porque tiendes a dominar todo? Si quieres dejar de ser mandón, debes aprender a ceder parte del control y a confiar en las personas que te rodean. Aprende a reprimir este comportamiento y a trabajar con los demás de una manera productiva y que proporcione un beneficio mutuo.

Parte 1
Parte 1 de 3:

Trabajar mejor con los demás

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  1. Ten paciencia. Si estás acostumbrado a tomar el papel del líder, puede ser insoportable hacerte a un lado y esperar a que alguien más se encargue de eso e incluso más tortuoso observarlo titubear con respecto a una tarea que tú podrías hacer de manera rápida y fácil. ¿Pero cuál es el apuro? ¿En verdad será el fin del mundo si las cosas no salen tan bien como estaba planeado? Relájate, respira profundamente y espera. Te darás cuenta de que si tienes paciencia, todo saldrá bien sin necesidad de que luches por ello. [1]
    • Si los demás piensan que eres impaciente, será mucho más probable que se apresuren y no realicen el trabajo con la calidad que esperarías. Existe una diferencia entre ejercer una presión suave y estresar a las personas.
    • Dales a las personas plazos manejables con los que puedan lidiar en lugar de pedirles que hagan todo en un tiempo ridículamente corto.
  2. Haz a un lado el perfeccionismo. En ocasiones, somos mandones porque queremos que las cosas se hagan bien, y no hay nada de malo en esforzarse por lograr un trabajo bien hecho. No obstante, existe más de una forma de lograr un buen resultado y solo porque tu método sea el más eficaz para llegar de un punto “A” a uno “B” no significa que sea el “mejor”. Al asumir que tu método es el mejor, bloqueas la creatividad de los demás y también mellas su moral. En realidad, el perfeccionismo puede poner trabas en la excelencia porque crea un miedo a cometer errores, una posibilidad que es fundamental para realizar un buen trabajo.
    • Si realmente tienes dificultades para hacerlo, repítete que ser un perfeccionista es en realidad algo imperfecto. El perfeccionismo es una paradoja que te impide hacer tu mejor trabajo.
    • Repítete lo siguiente: “La vida no es perfecta, y eso está bien”.
  3. Muchas personas mandonas se enfocan en la incompetencia y no logran notar el potencial y progreso. Procura prestarle mucha más atención a los talentos individuales de las personas. Bríndales comentarios positivos, pues es psicológicamente gratificante y las motivará mucho más que señalar cada detalle sobre su desempeño. [2]
    • Si te das cuenta de que una persona tiene un buen desempeño y te impresiona su trabajo, elógiala por lo bien que lo hace. Decirle a una persona que no solo les prestas atención a los aspectos negativos puede ayudarte a desarrollar una relación sólida y también a ser menos mandón. Especifica lo que hizo bien para que sepa que le prestas atención.
    • Por ejemplo, si trabajas en una tienda, puedes decir “Vi cómo manejaste ese conflicto que se produjo que con cliente. ¡Lo hiciste muy bien!”.
  4. En muchas ocasiones, no es lo que dices lo que te hace parecer mandón, sino cómo lo dices. Tu tono de voz, tus expresiones y tu lenguaje corporal pueden hacer que una persona se sienta incompetente o que piense que la invitas a llegar a una meta que vale la pena junto contigo. Es importante que le prestes atención a tu ritmo, tus palabras y los ejemplos que utilizas cuando quieras pedirle a una persona que haga algo o que te brinde un comentario. Mientras más suave sea tu comunicación, más fácil te será hacer las cosas sin tener que vigilar continuamente a nadie. Estas son algunas sugerencias para la buena comunicación: [3]
    • Enfócate completamente en la persona que habla. Evita desviar tu atención al hacer cosas como jugar con tu teléfono o mirar al suelo.
    • Sé coherente con tu lenguaje corporal. La comunicación no verbal expresa mucho. Si cruzas los brazos y frunces el ceño, nada de lo que digas reflejará positivismo.
    • Piensa en tu interlocutor. Por ejemplo, cuando hablas con un niño, probablemente tu tono de voz deba ser diferente en comparación a cuando hablas en una reunión de trabajo. Mantén una actitud coherente con respecto a la persona con quien hablas.
  5. Procura llegar a un consenso. Nada fomenta más la formación de equipos que el desarrollo de un consenso. Puedes ser un facilitador al garantizar que la opinión de todos sea escuchada y al hacer que se tome una decisión satisfactoria para todos los involucrados. Si solo se hace las cosas a tu manera, habrá menos probabilidades de que las personas puedan sentirse en un entorno de apoyo y beneficio. Este tipo de colaboración les ayudará a sentirse incluidas y aumentará la confianza en el grupo. [4]
    • Si estás dentro de un grupo de personas, muévete alrededor de ellas preguntándole a cada una si tiene alguna mejor idea que pueda aportar.
    • Diles a las personas que pueden interrumpir la conversación si tienen alguna pregunta o comentario. Da cabida para los comentarios.
    • Antes de cambiar de tema, asegúrate de que todos estén en la misma página. Si alguien no está de acuerdo, indícale que aprecias su comentario y que esperas escucharlo nuevamente en el futuro.
    • Quizás pienses que imponer tus leyes es la mejor forma para hacer las cosas, pero en realidad hace que las personas se sientan mucho más infelices de trabajar contigo.
    • Además, escuchar lo que todos tienen que decir puede ayudarte a encontrar nuevos métodos para trabajar. Si sientes que tu manera de hacer las cosas es la única, te costará incluir las ideas creativas de los demás.
  6. Solicita comentarios de manera honesta, no solamente porque es una buena idea o deja una buena impresión. Explícales a las personas que sabes que puedes parecer mandón o dominante en ocasiones, pero que te gustaría cambiar tu estilo. Pídeles que te hagan saber los momentos en los que pareces mandón, ya sea de manera discreta o por medio de una nota o correo electrónico anónimo. Sé humilde y solicita ayuda. Esto demostrará que tienes ansias de crecer y que no estás obsesionado con tu manera de hacer las cosas.
    • Puedes utilizar un método muy sencillo para solicitar comentarios. [5] Hazles estas tres preguntas a las personas que te rodean:
    • “¿Qué debo dejar de hacer?”.
    • “¿Qué debo seguir haciendo?”.
    • “¿Qué debo empezar a hacer?”.
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Parte 2
Parte 2 de 3:

Adaptar tu manera de pensar

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  1. Si estás en medio de una situación en la que sientes la necesidad de ser mandón, tómate un momento a solas. Enfócate en tu respiración y respira profundamente varias veces inhalando de modo que tu estómago se ensanche mientras tu pecho permanece inmóvil. Esto activará la parte “descansar y digerir” de tu sistema nervioso, te calmará y te permitirá actuar con mayor flexibilidad. Emplea esta técnica para impedirte seguir el mismo patrón típico de ser mandón. Por el contrario, puedes escoger un método distinto que sea más personas y probablemente más eficaz. [6]
  2. Una gran parte de ser mandón surge de la idea de que siempre estás en lo correcto. Si dejas esto a un lado y admites que puedes cometer errores al igual que cualquier otra persona, aprenderás a trabajar con los demás y te darás cuenta de que ellos también tienen conocimientos y experiencias que ofrecer. La próxima vez que cometas un error, ya sea en el trabajo o dentro de tu círculo de amigos, deja a un lado tu orgullo y admítelo. Supongamos que hiciste lo que considerabas mejor y no salió de la forma que esperabas. Las personas apreciarán tu actitud honesta en lugar de fingir que todo fue culpa de los demás.
    • Si cometiste un error, una disculpa sincera ayudará a aclarar las cosas y les dará a entender a las personas que estás dispuesto a hacer un compromiso en lugar de solo ser mandón. [7]
    • Por ejemplo, puedes decir “Lamento lo que hice. Sé que cometo errores al igual que todos los demás”.
  3. Si eres mandón, entonces lo más difícil del mundo será aceptar que algunas cosas son de una determinada forma. Esto puede incluir el clima, tus compañeros de trabajo, tus amigos o cualquier otra cosa que no puedas controlar por completo. Si bien hay algunas cosas que vale la pena cambiar o mejorar, existen otras que simplemente no puedes modificar. Mientras más pronto aceptes este hecho, más cerca estarás de dejar esa actitud mandona y lograr una mentalidad más calmada y tranquila.
    • Procura aceptar las cosas que no puedes cambiar. Pregúntate si es algo que puedes controlar y también si un cambio traerá consecuencias positivas. Por ejemplo, en ocasiones, hacer cambios que no sean absolutamente necesarios puede molestar a las personas a tu alrededor en caso de que prefieran las cosas tal como son. Asegúrate de que el cambio valga la pena antes de aplicarlo.
    • Puedes repetirte lo siguiente: “Me resulta difícil de aceptar, pero haré mi mejor esfuerzo porque está fuera de mi control”.
    • Desde luego, es normal no aceptar algunas cosas. Si algo en realidad no funciona dentro de tu entorno, entonces querer cambiarlo es una tarea admirable y significativa.
  4. Quizás pienses que ceder el control signifique admitir un error y renunciar a tu visión perfecta de lo que quieres que ocurra. Sin embargo, en realidad, puede ser una experiencia gratificante. No solo podrás mejorar tu relación con los demás al permitirles asumir una responsabilidad, sino que también aliviarás tu propio estrés y, por consiguiente, tendrás más tiempo para hacer las cosas que disfrutas (y eso no incluye ser mandón con los demás). Al principio, podría parecerte desagradable, pero mientras más lo hagas, mejor te sentirás.
    • Comienza poco a poco. No debes ceder toda la responsabilidad de tu proyecto principal o dejar de tomar algunas decisiones. Al principio, solo cede una parte del control, ya sea al pedirle a otro compañero que revise un informe o al solicitarle a un amigo que elija un lugar para comer. Verás que, con el tiempo, será cada vez más sencillo.
    • De hecho, ceder el control puede mejorar tu desempeño e incluso tu propia salud. Dar lugar a los errores es bueno para la productividad, y ceder el control te permitirá ser menos estricto contigo mismo.
  5. [8] Los mandones generalmente quieren que las personas a su alrededor sean diferentes. Probablemente quieren que amigos más comprometidos, trabajadores más comprometidos o personas más eficientes y podrían insistir todo lo posible para hacerlas cambiar. En la actualidad, existen muchas situaciones donde una persona puede mejorar, como un compañero de habitación desordenado o un colega que siempre llega tarde, y vale la pena solucionar esos problemas. No obstante, no esperes que una persona cambie por completo o sufrirás una gran decepción.
    • Por ejemplo, si tienes un compañero de habitación desordenado, puedes pedirle que lave los platos que le corresponden, que saque la basura con más frecuencia y que limpie su propio espacio. Puedes hacer esto y esperar que la persona no necesite ningún recordatorio, pero no esperes que mantenga todo perfecto siempre.
    • Existe una diferencia entre tener grandes expectativas y unas poco razonables. Desde luego, puedes esperar que las personas que trabajen a tu cargo se ayuden mutuamente, pero no puedes hacer que dupliquen su ritmo de trabajo a menos que en realidad tengan un gran margen para mejorar.
  6. Gran parte de las razones por las que muchas personas son mandones se relaciona con la falta de autoestima. Quizás pienses que no les agradarás a las personas o que no te escucharán a menos que seas mandón y grosero, y les digas exactamente lo que deben hacer. Por el contrario, necesitas reconocer que eres alguien a quien vale la pena escuchar y que no tienes que ejercer tanta presión para hacer que los demás te presten atención. Intenta hacer las cosas que te gustan, abordar los defectos que pueden mejorarse y darte cuenta de que eres una persona a quien vale la pena escuchar. Emplea los pasos a continuación: [9]
    • Haz una lista de las cosas en las que eres bueno. Haz una lista de las cosas que consideres como tus áreas de fortaleza. Si tienes problemas para pensar en muchas, recuerda las cosas positivas que las personas han dicho de ti en los últimos años.
    • Fíjate expectativas realistas para ti mismo. Una de las formas más fáciles para ser demasiado estricto contigo mismo es establecer expectativas poco realistas. Analiza lo que esperas de ti en lo que respecta al desarrollo de actividades en tu vida y pregúntate si son razonables. Podrías consultar con un amigo de confianza o familiar para que te brinden una segunda opinión.
    • Enfócate en el progreso en lugar de en la perfección. En lugar de fijarte una meta realmente alta, enfócate en las mejoras pequeñas que puedes lograr. Por ejemplo, si quieres empezar a ejercitarte, enfócate en hacer 10 minutos más de los que hiciste el día anterior en lugar de tener la expectativa de que podrías hacer ejercicio durante dos horas desde un principio.
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Parte 3
Parte 3 de 3:

Ceder el control

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  1. Puede ser tentador microcontrolar el comportamiento de los demás y, en ocasiones, intervenir puede ser realmente positivo para ti, pero asegúrate de elegir qué batallas pelear y cuáles ignorar. Intervén solo en situaciones realmente importantes en lugar de hacerlo en situaciones que puedan solucionarse sin tu intromisión. Esto les dará a las personas que te rodean un margen para hacer una pausa y te ayudará a mantener tu propia cordura. De esta manera, no tendrás que vigilar continuamente a todos, y las demás personas no sentirán que observas cada uno de sus movimientos. Elegir tus batallas les dará a todos un poco más de espacio para respirar.
    • Podría serte útil preguntarte lo siguiente: “¿Esto es algo que realmente amerita mi atención? ¿La otra persona es capaz de hacerlo por su cuenta? ¿Hay cosas más importantes actualmente que puedan requerir mi ayuda?”.
  2. Los mandones no son muy flexibles porque no dejan margen para los errores y detestan el sonido del término “Plan B”. No obstante, si quieres dejar de ser mandón, debes aprender a ser un poco más flexible en lugar de esperar que todo resulte de una determinada forma. Quizás hayas estado esperando con ansias la cena con tu mejor amigo desde hace varias semanas y tengas ganas de comer comida mexicana, pero él prefiere sushi. Quizás tus compañeros de trabajo pidieron un día extra para terminar su informe debido a algunos cambios de último minuto. Utiliza las técnicas a continuación para mejorar la flexibilidad de tu vida: [10]
    • Adopta diferentes perspectivas. Si un compañero de trabajo dice que quiere realizar un proyecto de una determinada forma, antes de descartar la idea, pregúntate la razón por la querría hacerlo. Considera las opciones antes de descartarlas. Esfuérzate por entender las cosas fuera de tu perspectiva normal.
    • Evita sobregeneralizar con reglas generales. Por ejemplo, podrías creer que a quién madruga Dios le ayuda. En ocasiones, esto podría ser cierto, pero en otras alguien que llega más tarde podría aparecer justo en el momento oportuno. Reconoce el hecho de que hay excepciones a la mayoría de las reglas.
    • Evita enfocarte demasiado en los sentimientos de certeza o incertidumbre. Ten en cuenta que tu intuición no siempre es la correcta. Desde luego, debes tomar en cuenta tu intuición, pero en ocasiones es mejor esperar en lugar de actuar siempre con base en tus instintos.
  3. Muchas personas son mandonas porque no pueden controlar la idea de que algo no salga exactamente como lo planeado. Sienten ansiedad con la sola idea de que alguien llegue cinco minutos tarde, de que un proyecto no se escriba exactamente como lo desean o de ir a un lugar nueva en el que nunca han estado en lugar de ir al de su preferencia por el que tanto insistían. Si tu conducta mandona surge a raíz de la preocupación por que algo inesperado arruine tu día, entonces necesitas aprender a ignorar tu ansiedad.
    • Si tu ansiedad no es muy intensa, puedes adoptar medidas para reducirla por tu cuenta, como al meditar, disminuir tu consumo de cafeína o hacer ejercicio. [11]
    • También puedes emplear afirmaciones verbales. Si comienzas a sentirte abrumado con la ansiedad, repítete algunas frases como las siguientes “Mi ansiedad no me controla” o “Estoy a salvo y protegido”. [12]
    • Si padeces una ansiedad intensa y te das cuenta de que no puedes dormir a causa de la preocupación o que te cuesta concentrarte debido a que estás obsesionado con todas las cosas que pueden salir mal, quizás debas acudir a un profesional en la salud mental.
  4. Para las personas realmente mandones, esto puede ser lo más aterrorizante que existe, pero una vez que lo intentes, te darás cuenta de que no había nada de qué preocuparte. Comienza con cosas pequeñas. Si estás con tus amigos, diles que escojan la película que verán o el restaurante donde comerán. Si estás en el trabajo, deja que uno de tus compañeros decida el formato del informe o qué persona de otro departamento debe estar incluida en la conversación. Esta es una forma eficaz de traspasar el control y demostrarte que no sucederá nada desastroso si cedes un poco. [13]
    • Si eres famoso por ser mandón, las personas se sentirán gratamente sorprendidas y apreciarán que les des una oportunidad.
    • Puedes respirar profundamente y decir “¿Por qué no tomas la decisión sobre nuestros planes? No tengo ningún problema en que lo hagas”.
  5. Las personas mandonas suelen tener dificultades para actuar fuera de sus planes. Procura contrarrestar tu naturaleza habitual y descubrir una manera de vivir fuera de tu rutina. Haz un viaje de último minuto con tus amigos, emprende un pasatiempo completamente nuevo que nunca hayas considerado hasta la semana anterior, aprende un nuevo tipo de baile, ponte a cantar de un momento a otro o haz lo que normalmente no haces y disfruta de la novedad. Pronto, te darás cuenta de que es divertido no hacer todo a la perección y no tener el control de cada detalle de tu vida. [14]
    • Pasar más tiempo con personas espontáneas que no planifiquen mucho el futuro también puede ayudarte a ser más espontáneo.
    • Observa lo que sucede cuando no organizas nada para el fin de semana en lugar de planificar cada minuto específico. Podrías encontrar una nueva aventura emocionante.
    • Llama a un amigo y dile “Oye, ¿quieres emprender una aventura este fin de semana?”. Ambos podrán pensar en ideas para hacerlo.
  6. Otra cosa que puedes hacer para dejar de ser mandón es delegar algunas de las tareas que necesitas hacer. Si estás planificando tu propia boda, en lugar de gritarles a todos a tu alrededor, pídele a un amigo que te ayude a recoger las flores, a oro que te ayude a hacer las invitación, etc. No pretendas encargarte de todo y luego comiences a gritarles a los demás para que hagan todo a la vez. Por el contrario, ten cuidado cuando elijas a quién asignarle las tareas y descubrirás que delegar es mucho mejor que ser mandón. A continuación, estos son algunos de los beneficios de delegar: [15]
    • La acción de delegar te libera para que puedas realizar las cosas en las que eres mejor. Puede ayudarte a trabajar con otras personas de modo que todos puedan hacer su mejor esfuerzo.
    • La acción de delegar desarrolla la confianza mutua. Les demuestra a las personas a tu alrededor que confías en su competencia para completar las tareas que les asignas.
    • Delegar produce mejores resultados. En lugar de tener que hacer todo por tu cuenta, lo que requiere tiempo y esfuerzo, si delegas, podrás contar con un grupo de personas trabajando con una meta en mente. Esto ayudará a hacer que los proyectos sean más eficaces y productivos.
    • Al delegar las tareas, hazlo de manera educada. Puedes decir “¿Podrías ayudarme con esto?”.
  7. Otra cosa que las personas mandonas suelen hacer es decirles a los demás lo que deben hacer o cómo deben actuar sin que se los pidan. Una cosa es que tu amigo te pida un consejo, pero si está ocupándose de sus propios asuntos, no debes darle consejos de ningún tipo. Toma en cuenta las necesidades de los demás y solo brinda consejos cuando las personas te los pidan o cuando realmente necesiten ayuda en lugar de actuar como un sabelotodo que cree que sus métodos siempre son los mejores.
    • Dar consejos no solicitados con frecuencia les demuestra a las personas que no confías en sus capacidades. Es una mala manera de ganar la confianza de las personas a tu alrededor. [16]
    • Si das consejos sin que te los pidan, será menos probable que las personas te hagan caso, por lo que a veces todo lo que haces es simplemente una pérdida de tiempo.
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Consejos

  • Ser mandón no necesariamente significa que seas un buen jefe. Si quieres ayuda en este aspecto, lee el artículo “ Cómo ser un buen jefe ” para ver más información.
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Advertencias

  • Si tienes un puesto de liderazgo, en ocasiones necesitarás dar órdenes. Evita pensar que no puedes dar órdenes o actuar como un jefe solo porque no quieres parecer mandón.
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