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El linfoma es un cáncer común del sistema inmunitario que afecta a los glóbulos blancos llamados linfocitos. Este trastorno representa hasta el 24 % de todos los cánceres caninos y aproximadamente el 83 % de los cánceres caninos que afectan al sistema sanguíneo. [1] Desafortunadamente, la raza bóxer es la más propensa a sufrir de linfoma. Hay tratamientos disponibles para el linfoma, pero el diagnóstico oportuno tiene una mayor posibilidad de obtener resultados exitosos. Aprende cómo detectar un problema oportunamente para que puedas llevar a tu perro al veterinario y darle un margen más alto de supervivencia.

Método 1
Método 1 de 3:

Reconocer los síntomas del linfoma

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  1. La hinchazón de los ganglios linfáticos es uno de los síntomas más reconocibles del linfoma. Los ganglios linfáticos hinchados se notan con más frecuencia cuando el dueño acaricia al perro. Los dos lugares más comunes en los que puedes encontrarlos son debajo de la mandíbula y detrás de la rodilla. [2]
    • Los ganglios linfáticos que se pueden sentir a través de la piel están conectados, el de la izquierda y el de la derecha. La hinchazón tiende a ser simétrica, de manera que si el ganglio linfático que está enfrente del hombro izquierdo se agranda, el del lado derecho también se agrandará.
    • Los lugares en los que puedes sentir el agrandamiento incluyen al área debajo del mentón, la parte frontal de los hombros, las axilas, los testículos y detrás de las rodillas. [3]
    • La hinchazón de los ganglios linfáticos no es dolorosa para los perros, así que tu perro quizás no muestre síntomas de dolor. Muchos perros con linfoma no se ven enfermos cuando se les lleva por primera vez al veterinario, de manera que los ganglios linfáticos pueden no ser el único síntoma.
  2. El linfoma que ataca a los ganglios linfáticos internos puede hacer que el perro cambie sus hábitos alimenticios. Puede empezar a perder peso y dejar de comer tanto como solía hacerlo. Puede estar más sediento de lo normal. [4]
    • El perro también puede tener problemas estomacales, como vómitos o diarrea.
    • Debido al aumento de la sed, el perro puede orinar más.
  3. Si los órganos internos están llenos de glóbulos blancos, entonces el perro puede sufrir un deterioro repentino. Puede exhibir signos vagos y generales de mala salud, incluyendo la falta de energía. El perro puede dejar de participar en sus actividades usuales o puede pasar más tiempo echado. [5]
    • El perro también puede empezar a respirar más pesadamente y a jadear sin ninguna razón. Algunos perros tienen episodios de fiebre.
    • La cara o las patas del perro también pueden hincharse.
  4. Algunos casos de linfoma involucran a la anemia. La anemia se debe a que la médula ósea produce glóbulos blancos en vez de glóbulos rojos. El perro también puede tener problemas de sangrado, lo cual se debe a la falta de producción de plaquetas como consecuencia de la mayor producción de glóbulos blancos (en vez de glóbulos rojos). [6]
    • Para verificar si tu perro tiene anemia, mira sus encías. Si sus encías están más pálidas de lo normal, probablemente esté anémico.
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Método 2
Método 2 de 3:

Diagnosticar un linfoma

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  1. Lleva inmediatamente tu bóxer al veterinario si crees que tiene un linfoma. Mientras más rápido detectes el linfoma, más probabilidades tendrá el perro de sobrevivir.
    • Si sientes algún ganglio linfático hinchado, lleva tu bóxer al veterinario aunque no muestre ningún síntoma. Los ganglios linfáticos pueden aparecer sin ningún otro síntoma. [7]
    • Si el perro muestra signos de deterioro general, se puede deber a varios trastornos graves.
  2. Lo primero que el veterinario hará es realizar un examen físico exhaustivo. El veterinario palpará el abdomen para verificar si hay algún agrandamiento del bazo y de los ganglios linfáticos.
    • El veterinario también escuchará el pecho para saber si hay algún signo de dificultad para respirar. También verificará si los latidos son leves como resultado del agrandamiento del ganglio linfático.
  3. Después del examen físico, el veterinario realizará una prueba sanguínea para verificar las funciones de los órganos. La prueba sanguínea también comprobará el equilibrio de los glóbulos rojos y blancos en el cuerpo. [8]
    • Esta prueba no puede diagnosticar un linfoma, pero puede indicar un problema. Si la cantidad de linfocitos es anormalmente alta, se tendrá que averiguar la causa.
    • Si el examen físico encuentra algo en el abdomen o en el pecho, el veterinario puede ordenar un ultrasonido. Las imágenes por ultrasonido del abdomen o las radiografías del pecho verificarán si hay un agrandamiento de los ganglios linfáticos inguinales y de los órganos. Esto ayudará al doctor a determinar cuán avanzado está el cáncer, lo cual puede ayudarle a tomar la decisión con respecto al tratamiento y al tiempo de supervivencia. [9]
  4. Un diagnóstico definitivo se hace por medio de una biopsia de uno de los ganglios linfáticos agrandados o usando una aguja fina para extraer una muestra de las células. Luego, el veterinario examinará la muestra bajo un microscopio para observar los tipos de células. [10] Esta acción permite al histólogo ver qué células están presentes y si son normales o anormales.
    • Se le pondrá anestesia al perro para realizar la biopsia. Por lo general, el dolor es mínimo posteriormente, pero el veterinario puede prescribir analgésicos si el perro está adolorido por la biopsia. [11]
    • En el caso de que una muestra no sea concluyente, hay una prueba sanguínea disponible, la cual puede confirmar si hay algún linfoma presente. El cBLT busca los biomarcadores que se desprenden del linfoma. También es una manera útil de dar una advertencia previa de este trastorno, incluso antes de que ocurra el agrandamiento del ganglio linfático. Además, es una advertencia de que está a punto de ocurrir una recaída. [12]
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Método 3
Método 3 de 3:

Aprender sobre los linfomas

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  1. Si tu perro tiene un linfoma, puede recibir tratamiento y entrar en remisión. El tratamiento del linfoma consiste de medicamentos de quimioterapia que se dan en el curso de algunas semanas o meses. En algunos casos, el perro puede someterse a radiación o a cirugía. [13]
    • El éxito del tratamiento depende de cuán avanzado esté el trastorno cuando se diagnostique, qué tipo de células está produciendo el linfoma y en qué medida responde al tratamiento.
    • La mayoría de los perros entran en remisión y viven de nueve a catorce meses. [14] [15]
  2. El linfoma surge cuando el cuerpo produce demasiados glóbulos blancos. Estos glóbulos blancos son parte del sistema inmunitario y su trabajo es combatir las infecciones. Sin embargo, si hay una producción excesiva, saturan el cuerpo y los órganos empiezan a absorberlos, causando el agrandamiento. La ubicación de los órganos que absorben los linfocitos determina qué tipo de linfoma se desarrolle. [16]
    • Los tipos principales de linfoma son multicéntrico, mediastínico, gastrointestinal, cutáneo y del sistema nervioso central.
    • El multicéntrico es una de las formas más comunes de linfoma, ya que afecta a los ganglios linfáticos, que se empiezan a hinchar por la cantidad extrema de glóbulos blancos que contienen. Algunos de estos ganglios linfáticos son internos y muchos pueden sentirse a través de la piel.
  3. El linfoma puede afectar potencialmente a cualquier raza, aunque muchas razas tienen una mayor probabilidad. La raza bóxer tiene un riesgo mayor de linfoma. Otras razas predispuestas incluyen el basset hound, bullmastiff, aireadle y bulldog. [17]
    • Este trastorno afecta a los perros de mediana edad o viejos. Es relativamente raro en animales jóvenes.
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