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La gota puede confundirse con muchas otras condiciones, incluida la seudogota, la artritis séptica, la artritis reumatoide y la osteoartritis. Si te preocupa que puedas sufrir de gota, el doctor podrá examinar tus signos y síntomas. Asimismo, llevará a cabo exámenes de diagnóstico para determinar si en verdad sufres de gota.

Parte 1
Parte 1 de 3:

Evaluar los signos y síntomas

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  1. [1] Algo a tener en cuenta es que la gota tiene una aparición característica. Por lo general, esta empieza con un dolor intenso y repentino, el cual suele ocurrir en una articulación, y mayormente en el dedo gordo del pie (en una parte o la otra). La gota suele empezar en la noche y podría despertarte. La articulación afectada suele lucir enrojecida e hinchada, y podría sentirse cálida al tacto, y es probable que tu rango de movimiento disminuya cerca de ella.
    • Si tu dolor de articulación tiene una aparición gradual y no concuerda con lo antes descrito, será menos probable que se trate de la gota.
    • Podría tratarse de otro problema, como la artritis reumatoide o la osteoartritis, entre otras condiciones.
  2. [2] Uno de los diagnósticos importantes que el doctor debe descartar es la posibilidad de tener una articulación infectada (o “artritis séptica”), la cual podría presentarse de manera muy similar a la gota. Una infección también podría surgir al mismo tiempo que un ataque de gota, y es casi imposible diferenciar ambos problemas sin realizar exámenes de diagnóstico.
    • Una articulación infectada también podría surgir de forma súbita, lucir enrojecida e hinchada, y sentirse cálida al tacto, y podría ir acompañada de fiebre.
    • Requerirás un análisis del líquido de la articulación para diferenciar la gota y una infección.
  3. [3] A la seudogota también se le conoce como deposición de pirofosfatos de calcio (CPPD, por sus siglas en inglés), y también se presenta de forma muy similar a la gota (a lo cual se debe su nombre). Nuevamente, la única manera real de diferenciar la seudogota y la gota es analizar el líquido de la articulación con un microscopio.
  4. [4] Un ataque de gota agudo debe curarse por sí solo luego de 3 a 10 días. No obstante, el tratamiento médico podría ser de utilidad para aliviar los síntomas durante este periodo, acelerar la recuperación, y prevenir los ataques de gota en el futuro. Si sufres de gota, tendrás “ataques” seguidos por remisiones (o una curación total). La gota no suele ser una condición persistente, crónica y constante. En lugar de ello, esta ocurre como un ataque único, o una serie de ataques e intensificaciones, y va acompañada de periodos de remisión (o mejoría) posteriores.
    • Si el dolor en la articulación persiste por semanas e incluso meses sin variar mucho, es probable que se trate de otro diagnóstico, como la artritis reumatoide o la osteoartritis.
  5. [5] Evidentemente, si has sufrido de gota en el pasado, la probabilidad de que sufras un ataque recurrente será mucho más elevada. Por lo tanto, si tienes un historial previo de gota, también será mucho más probable que tu ataque actual sea de gota (en lugar de ser un diagnóstico totalmente nuevo en tu articulación).
    • Si tus familiares han sufrido de gota en el pasado, también correrás un mayor riesgo de desarrollar esta condición. Nuevamente, esto aumentaría la probabilidad de que tu problema de articulación actual guarde relación con la gota.
    • Estos son otros factores de riesgo para la gota: ser hombre o mujer postmenopáusica, tener otras condiciones médicas (como presión arterial elevada, diabetes o problemas renales), consumir alcohol en exceso, tener sobrepeso y consumir determinados medicamentos (como aspirina, diuréticos y determinados agentes inmunosupresores).
  6. [6] Además de los ataques de gota agudos (a corto plazo), también hay personas que sufren de gota crónica. La gota crónica consiste en ataques de gota recurrentes por periodos prolongados. Esta suele provocar la formación de “tofos gotosos” (protuberancias duras debajo de la piel del área de la articulación), los cuales son signos característicos de la gota crónica.
    • La presencia de tofos gotosos (que pueden observarse en una articulación) es uno de los signos básicos de la gota crónica (también conocida como “gota tofácea”).
    • Esta es una de las maneras más eficaces de diferenciar la gota de otras condiciones artríticas crónicas (como la artritis reumatoide), ya que ningún otro tipo de artritis crónica se presenta con tofos.
  7. La condición médica a tener en cuenta en el diagnóstico diferencial dependerá de forma considerable de si solo tienes una articulación afectada, o si son varias. Estas son las diferencias:
    • Si solo tienes una articulación afectada, será más probable que se trate de la gota, la seudogota o una articulación infectada.
    • Si tienes varias articulaciones afectadas, aun así podría tratarse de la gota o la seudogota. No obstante, también podría ser otra condición, como la artritis reumatoide o la osteoartritis.
    • Por último, si tienes varias articulaciones afectadas, la probabilidad de tener una infección será muy baja o inexistente (ya que por lo general una infección solo afecta a una articulación a la vez).
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Parte 2
Parte 2 de 3:

Investigar más a fondo

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  1. [7] Un análisis de sangre podrá determinar los niveles de ácido úrico y creatinina en la sangre. Los niveles elevados de ácido úrico harán que sea más probable que se trate de la gota. La creatinina mide la función renal. Una mala función renal podría provocar una eliminación inapropiada de ácido úrico, lo que generará una acumulación de este ácido que podría volverte más predispuesto a sufrir de gota.
    • No obstante, ten en cuenta que no existe una correlación directa entre los niveles de ácido úrico de tu análisis de sangre y un diagnóstico de gota.
    • Muchas personas poseen niveles elevados de ácido úrico, pero nunca experimentan signos clínicos o síntomas de la gota.
    • Del mismo modo, muchas personas que tienen signos clínicos y síntomas de la gota no presentan niveles elevados de ácido úrico.
    • Definitivamente existe una correlación, y la probabilidad de que sufras de gota aumentará con los niveles elevados de ácido úrico, pero este no se requiere (ni es un criterio exclusivo) para el diagnóstico de la gota.
  2. [8] El doctor puede emplear una aguja para “aspirar” o extraer parte del líquido de tu articulación afectada. Luego analizará este líquido con un microscopio.
    • Si se trata de la gota, el microscopio mostrará la presencia de cristales de ácido úrico.
    • Si tienes la seudogota, el microscopio mostrará la presencia de cristales de pirofosfato de calcio.
    • Si se trata de la artritis séptica, el microscopio no mostrará cristales de ácido úrico ni de pirofosfato de calcio.
  3. [9] Analizar el líquido sinovial de la articulación con un microscopio puede permitir diagnosticar la gota (si se detecta la presencia de cristales de ácido úrico); sin embargo, es vital que tengas en cuenta que la gota y una infección no siempre son mutuamente excluyentes. Por lo tanto, incluso si el examen permite diagnosticar la gota, aun así podrías tener una infección.
    • Al enviar el líquido sinovial para realizarle un cultivo, este se examinará para identificar el crecimiento de alguna bacteria u otros microbios.
    • Si hay una infección, los microbios se desarrollarán en la placa del cultivo, lo que permitirá diagnosticar la “artritis séptica” (un diagnóstico que podría surgir junto con la gota).
  4. [10] Una radiografía podrá ayudar a diferenciar la gota y otras condiciones artríticas, como la artritis reumatoide, la cual tiene una apariencia característica en las radiografías. El único procedimiento por imágenes necesario suele ser una radiografía; no obstante, en algunos casos, también podría ser de utilidad realizar un ultrasonido o una tomografía computarizada, a fin de evaluar tu problema de articulación subyacente, en especial si no parece deberse a la gota.
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Parte 3
Parte 3 de 3:

Tratar la gota

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  1. [11] Si te han diagnosticado la gota, es probable que el doctor te recomiende empezar a consumir medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINE). Entre estos tenemos al ibuprofeno (Advil o Motrin) y el naproxeno (Aleve). Estos pueden comprarse sin receta médica en la farmacia de tu localidad.
    • El doctor podría recetarte AINE más fuertes si las versiones de venta sin receta no bastan para aliviar tu gota.
  2. [12] La colchicina es un medicamento que posee una eficacia única para disminuir el dolor provocado por la gota; no obstante, si se consume en dosis elevadas (las cuales suelen requerirse para combatir un ataque de gota agudo), los efectos secundarios como las náuseas, los vómitos o la diarrea serán demasiado intensos como para aguantarlos.
    • Como resultado, la colchicina se consume mayormente luego de que un ataque de gota agudo desaparezca, con el objetivo de evitar ataques en el futuro.
    • Si se consume en dosis bajas con fines de prevención, sus efectos secundarios pocas veces generarán problemas.
  3. [13] Los corticosteroides permiten controlar la inflamación (y aliviar el dolor posterior) en las personas que no pueden tolerar los AINE o la colchicina. Los corticosteroides pueden recetarse en píldoras o pueden inyectarse de forma directa en la articulación afectada (la cual suele ser una mejor opción, ya que evitarás los efectos secundarios que pueden surgir al consumirlos en píldoras).
    • La prednisona es un corticosteroide.
    • Los corticosteroides suelen administrarse en cantidades limitadas, como una inyección (o una cantidad mínima) en la articulación afectada, o un tratamiento limitado de corticosteroides en píldora.
  4. [14] Además de tratar un ataque de gota agudo (o una intensificación de la gota, si sufres de gota crónica), el doctor podría brindarte medicamentos de prevención. El objetivo de estos medicamentos es disminuir la probabilidad de sufrir ataques de gota en el futuro.
    • El alopurinol es un medicamento que puede ser de utilidad para prevenir una producción excesiva de ácido úrico.
    • El probenecid es un medicamento que puede mejorar la capacidad de los riñones de filtrar y eliminar el ácido úrico del cuerpo.
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