Los árboles son una fuente de belleza y misterio para muchas personas a las que les gusta contemplarlos y tenerlos cerca. Hay personas de distintos ámbitos que acostumbran a entrar en contacto con los árboles a diario (senderistas, jardineros, artistas, amantes de la naturaleza, soñadores, naturalistas, viajeros, turistas, cazadores y botánicos, entre muchos otros). A base de estar enraizados al piso en el que crecen, los árboles se han convertido en símbolo de fuerza y constancia para muchos observadores, lo cual puede producir una sensación de paz y conexión al tenerlos cerca.
Escuchar a los árboles puede ser tanto un método de relajación como un ejercicio de meditación, dependiendo de cómo decidas tomártelo. Escuchar a los árboles comunicarse (o crujir y hacer ruidos, si eres una persona escéptica) es una forma de sintonizar nuestra escucha y prestar más atención a lo que oímos a nuestro alrededor en lugar de dejar que los sonidos invadan nuestro espacio sin darnos cuenta. Los árboles son un maravilloso tema al que dirigir la atención porque no se pueden mover más allá del pequeño balanceo producido por el viento, lo cual nos permite evadir las distracciones y relajarnos y concentrarnos con más claridad.
Pasos
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Busca un lugar adecuado para pasar el tiempo junto a los árboles. Elige un lugar que tenga como mínimo dos árboles (si son más, mejor). Es preferible que tengan un follaje abundante, pero incluso las ramas y la corteza juegan un papel importante a la hora de emitir sonidos. Acomódate y relájate. Puedes ponerte de frente al tronco o sentarte contra él, así como sentarte en medio de un círculo de árboles. Haz lo que te apetezca en compañía de los árboles, ya que no hay reglas, sino reacciones instintivas.
- Es mejor si te dejas llevar hacia los árboles que puedas escuchar. Evitar deliberadamente elegir un árbol en particular para meditar o relajarte antes de llegar puede llevarte a encontrar de forma intuitiva un árbol que no conozcas, y tal vez aprendas mucho más al interactuar con este.
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Prepárate para dedicarle bastante tiempo a este ejercicio. Los árboles son muy nobles y tranquilos . No dan la bienvenida a los pájaros ni los llaman para que vuelvan. Simplemente dejan que las cosas sean como son. Por lo tanto, no esperes que reciban tu disposición para escuchar. Los árboles solo te verán tal como eres y continuarán con su comportamiento habitual. Sin embargo, asegúrate de tratarlos con respeto para que dicho respeto emane de ti y pase a formar parte del microcosmos que forman los árboles y tú, no reconocido pero siempre presente. Tu respecto por los árboles mejorará tu capacidad para escuchar , además de ayudarte a abrirte a otras posibilidades nunca antes te habías planteado.
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Aprecia el silencio . Al buscar el silencio, pronto te darás cuenta de que en la arboleda o el bosque no existe realmente. Los árboles siempre están comunicándose, haciendo ruidos, llenando los silencios entre los cantos de los pájaros y los sonidos de otros animales e insectos laboriosos.
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Percibe los sonidos con mayor precisión. Escucharás el movimiento de los árboles con el viento, el mecer y el chirriar de las ramas y el crujir de las hojas. Escucha cómo el viento o la brisa fluye entre los árboles y cómo los sonidos más mínimos de los árboles se amplifican debido al hecho de que has decidido escucharlos con más atención.
- Ten paciencia. Aprender a escuchar a los árboles requiere tiempo y constancia. No te desanimes si no eres capaz de escuchar a los árboles a la primera. Es posible que necesites varios intentos en distintas ocasiones para acceder a la interacción con los árboles.
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Experimenta con los sonidos que hay alrededor y bajo los árboles. Los sonidos son muy silenciosos, así que escucha atenta y detenidamente.
- Acerca la oreja al piso, preferiblemente sobre las raíces del árbol. ¿Puedes escuchar algo acercándose?
- Coloca la oreja contra el tronco del árbol. Escucha lo que puedas oír y, una vez que lo oigas, deja que el sonido te envuelva y te haga reaccionar. ¿Cómo te afectan los sonidos que percibes a través del tronco?
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Repite el ejercicio de escuchar una y otra vez. Conforme vayas escuchando, continúa preguntándote a ti mismo cómo te afectan los sonidos del árbol. ¿Qué características tiene ese sonido y en qué partes de tu cuerpo resuena más? ¿Qué hace en realidad el sonido? ¿Es constante, intermitente, fuerte, suave o cambia continuamente? Cuanto más insistas en esta línea de investigación y te concentres simplemente en escuchar a los árboles, mejor sintonizarás tu escucha con la comunicación de los árboles.
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Escucha con tus otros sentidos . ¿Es posible para los sordos "oír" algo al escuchar a los árboles? [1] X Fuente de investigación Patrice Bouchardon, <i>The Healing Energies of Trees</i> ("Las energías curativas de los árboles), p. 68, (1999), ISBN 1-885203-71-3 Abrir los sentidos significa prestar atención a las partes del cuerpo que se encuentran más sintonizadas con los métodos comunicativos de los árboles a través del tacto, el olfato, el oído y la vista. Sigue escuchando mientras ves cómo se revolucionan tus ideas aceptadas acerca de la comunicación y los árboles.
- Inspira profundamente y espira lentamente para sentir el discurso de los árboles en tu interior.
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Repite todos los pasos de meditación o relajación tantas veces como quieras. Con suerte, este ejercicio te ayudará a iluminarte . Si has disfrutado de la experiencia de pasar tiempo junto a los árboles, considera la posibilidad de ampliar tu capacidad de comunicación para escuchar a tu propio cuerpo también. A partir de la experiencia con los árboles puedes aprender a nutrir tu cuerpo, ya que un árbol sabe por instinto cómo nutrirse (de forma selectiva, lenta, en pequeñas cantidades y en armonía con el entorno y las estaciones del año). Al igual que hace un árbol, come solo lo que necesites cuando lo necesites, y escucha lo que pide el cuerpo, aportándole energía a través de la ingesta regular de alimentos en lugar de comer en grandes cantidades de una sentada, y aprende de los arboles a equilibrar tu vida de nuevo. [2] X Fuente de investigación Dara Boland, <i>How to eat like a tree</i>, pp. 20-22, (2000), ISBN 0-89087-945-1Anuncio
Consejos
- Mantén la concentración.
- Permanece en silencio para escuchar el más mínimo murmullo de los árboles, de la vegetación, de la hierba y de toda la naturaleza que forma el ecosistema que te rodea.
- ¿Sabías que los habitantes de Findhorn en Escocia creen que la consciencia de los árboles vive más allá del aserradero y que cuando llevamos su madera a nuestros hogares en forma de muebles y la usamos para construir nuestras casas, dichos árboles se tienen conocimiento de los cobijos que han ayudado a crear y de los ocupantes que ayudan a proteger? [3] X Fuente de investigación Diane K Osborn, <i>A Joseph Campbell Companion</i>, p. 11, (1991), ISBN 0-06-016718-1
Advertencias
- Si no le ves sentido a escuchar a los árboles, este ejercicio no es para ti. Debes tener la mente abierta, el deseo de explorar e interés por la relajación meditativa. Del mismo modo, no ridiculices aquello que no quieras comprender. Es posible que algún día te resulte tan revelador como a otras personas pero, por ahora, limítate a respetar otros puntos de vista sin juzgar a nadie y a aceptar que esta práctica no es para ti.
- Ten en cuenta que este ejercicio solo tiene fines meditativos. Las ideas expresadas son metafóricas y no se deben interpretar de forma literal. Los árboles no tienen cerebro y no pueden hablar en el sentido formal de la palabra. Sin embargo, su antropomorfización puede ser una método excelente (aunque poco ortodoxo) de relajación para muchas personas. Sin embargo, si crees que los árboles empiezan a pedirte que hagas cosas, tal vez sea hora de buscar otro entretenimiento.
Cosas que necesitarás
- una esterilla u otro tipo de alfombra para sentarte o recostarte en el piso (opcional)
- un diario si te sientes inspirado para escribir mientras escuchas a los árboles
Referencias
- ↑ Patrice Bouchardon, The Healing Energies of Trees ("Las energías curativas de los árboles), p. 68, (1999), ISBN 1-885203-71-3
- ↑ Dara Boland, How to eat like a tree , pp. 20-22, (2000), ISBN 0-89087-945-1
- ↑ Diane K Osborn, A Joseph Campbell Companion , p. 11, (1991), ISBN 0-06-016718-1
- Patrice Bouchardon, The Healing Energies of Trees ("Las energías curativas de los árboles"), (1999), ISBN 1-885203-71-3 – fuente de investigación