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Ofenderse con facilidad es un hábito difícil de superar. Por lo general, es un indicador de una mala comprensión de las propias emociones y una estrategia cuyo objetivo es tratar de cambiar el comportamiento de los demás . Sin embargo, debido a que todos somos seres autónomos, solo podemos cambiarnos a nosotros mismos, incluyendo la manera en que entendemos y reaccionamos ante el mundo que nos rodea. Es por ello que comprometernos a cambiarnos a nosotros mismos en lugar de forzar los cambios que queremos ver en los demás es una alternativa valiosa que requiere humildad y una mente abierta.

Parte 1
Parte 1 de 3:

Entender las emociones detrás de las ofensas

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  1. A menudo, ofenderse es una elección, es decir, nuestras reacciones a lo que consideramos ofensivo deben ser el punto central del cambio. [1] Si no estás seguro de si en verdad te ofendes con facilidad, realiza este test (en inglés) para obtener una respuesta rápida.
    • ¿De qué manera ofenderte con facilidad te ha moldeado? ¿Siempre esperas ofenderte con frecuencia, poniéndote a la defensiva? ¿Te resulta difícil confiar en otras personas?
    • Evita caer en la trampa de pensar que eres una persona sensible y que ofenderte es una parte innata de tu personalidad. De hecho, podrías ser muy sensible a la influencia externa, al igual que la mayoría de las personas. Sin embargo, ser sensible no significa que tomes de manera personal las acciones de los demás.
  2. [2] Con gran frecuencia, nos enfadamos porque nos dejamos envolver por muchas suposiciones (de motivación y agresión) que influyen en las percepciones que tenemos de los demás. A menos que el mundo realmente gire a tu alrededor, pensar que los demás actúan por odio o desprecio hacia ti solo es una suposición. Por lo tanto, ¿de dónde provienen dichas suposiciones?
    • Examina la relación que tienes contigo mismo. Los egos heridos con facilidad que surgen cuando te sientes vulnerable y a la defensiva suelen enmascarar inseguridades y desconfianzas básicas. [3] ¿Te sientes inseguro de tu identidad o incómodo en tu propio cuerpo? ¿Lo que sientes por el mundo te parece ofensivo o cruel?
    • Solo porque tengas una experiencia emocional intensa no significa que las personas sean deliberadamente malintencionadas contigo. De hecho, los demás rara vez pueden saber en realidad si las personas alrededor son sumamente sensibles aun cuando su intención sea precisamente lastimar a las personas sensibles.
  3. Otro importante factor desencadenante para ofendernos es observar un comportamiento o escuchar una frase que nos recuerde una experiencia pasada negativa. [4] Solemos asociar algunas acciones con nuestros sentimientos de dolor o malestar que surgen al mismo tiempo. Aun cuando la persona que lo hace no pretende causar daño, el solo hecho de observar la acción podría ponernos a la defensiva y hacernos sentir víctimas.
    • Es importante recordar que si bien una acción puede haber tenido un significado en particular en algún otro momento de nuestras vidas, no significa que siempre será así en el futuro.
    • Por ejemplo, supongamos que un maestro de escuela te regañaba por usar una camisa reveladora en la escuela, lo que te hacía sentir temor y vergüenza. Podrías ofenderte con la sugerencia neutral de una amiga de llevar un suéter para ponerte encima y desquitarte con ella sin saber a ciencia cierta la razón.
  4. Como seres humanos que somos, todos tenemos necesidades emocionales básicas, tales como sentirnos conectados, seguros, resueltos y acompañados. [5] Muchos de nosotros somos lo suficientemente afortunados como para crecer con la expectativa de que otras personas apoyarán nuestras necesidades (al igual que lo hicieron nuestros padres). Si bien esta expectativa nos ayuda a sentirnos a salvo y a confiar en los demás, puede ser contraproducente y crear ideales poco realistas sobre la manera en que deben tratarnos.
    • Esto es especialmente problemático, pues a medida que envejecemos solemos asumir una mayor responsabilidad de nuestras propias necesidades.
    • A menudo, abordar este tema significa que para satisfacer nuestras necesidades emocionales necesitamos un mejor equilibrio entre nosotros mismos y los demás. ¿Te esfuerzas por controlar tus necesidades emocionales o esperas que los demás se conformen con tu forma ideal de ser tratado?
  5. En ocasiones, es fácil ofenderte cuando ves una oportunidad socialmente aceptable para hacerlo. Por ejemplo, sabemos que hablar en una biblioteca va en contra de las reglas, de modo que si estás leyendo una revista de manera casual, ofenderte cuando alguien habla puede hacer que toda la atención se dirija hacia ti. [6]
    • Si alguien dice algo potencialmente ofensivo, pregúntate si realmente te molestó debido a que su opinión es importante para ti. Es posible que solo estés martirizándote para resaltar una torpeza o un comentario grosero sin ninguna razón en particular, tan solo por un motivo de santurronería o por un deseo de controlar las cosas que se digan.
  6. Debido a que hay momentos adecuados para resaltar algo que haya sucedido, escribe sobre tus valores en un diario para determinar qué problemas consideras en verdad valiosos. Esto te permitirá saber de una mejor manera qué cosas valen la pena resaltar, y qué puedes pasar por alto y olvidar.
    • Asimismo, tener una mejor idea de tus propios valores te permitirá sentirte menos amenazado cuando aparezca algo que los desafíe. Confiar en tus valores les restará importancia a las opiniones de los demás.
  7. Es sumamente difícil deshacer las conductas habituales. Explicarte al detalle tus propios sentimientos y usarte como un trampolín para considerar las formas de pensar alternativas será una herramienta invaluable.
    • Podrías desarrollar mantras pequeños que puedas repetirte, tales como “Todos hacen su mejor esfuerzo para ser compasivos” o “Si nadie prioriza sus propias necesidades, ¿quién lo hará?”.
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Parte 2
Parte 2 de 3:

Desarrollar respuestas para evitar las ofensas

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  1. Espera un tiempo antes de responderle a alguien que consideres ofensivo. Si te ofendes con demasiada facilidad, lo más probable es que se haya convertido en una respuesta automática, lo que significa que no te tomas ningún tiempo entre la sensación de ofensa y la respuesta que das mientras te sientes lastimado. Por lo tanto, lo mejor es que te tomes una pausa y te preguntes si en verdad quieres ofenderte o no.
    • Si las emociones son demasiado intensas como para hacer una pausa, intenta contar hasta diez en tu cabeza.
    • Aprender y practicar los ejercicios de atención plena hará que este paso sea sumamente fácil. La atención plena consiste en aprender a desligarte estratégicamente de las emociones fuertes de modo que puedan formularse respuestas más medidas. [7]
    • Un ejercicio de atención plena consiste en pasar el tiempo enfocado en tu respiración. Cuando le prestas atención a la sensación de inhalación y exhalación, estableces una conexión más sólida con tus sentimientos en lugar de con los pensamientos inoportunos y automáticos.
  2. [8] Si haces a un lado una respuesta habitual como ofenderte, no tiene sentido bloquear tus pensamientos automáticos. En lugar de ignorar lo que tu mente te dice, escúchala. De esa manera, podrás determinar si haces caso omiso a la ofensa o armas un escándalo.
    • Si alguien dice que tu peinado no es el más adecuado para ti, tu mente podría estar gritando “Demonios, ¡Respóndele!”. Escucha esta ira y siente la necesidad de arremeter contra esta persona. De esa manera, podrás ver esa respuesta como una de las tantas formas posibles en las que podrías reaccionar.
    • También es importante que prestes atención a lo molesto que te sientes por dentro para que puedas determinar tu próxima acción. [9] Por ejemplo, si estás enfurecido, es posible que no quieras reaccionar con humor (pues el humor estando en ese estado podría no percibirse como tal).
  3. Estar seguros de nuestra interpretación de lo que una persona quiere decir o del lugar de donde proviene puede convertir cualquier cosa en una ofensa. Piensa en las obras de arte y en que su belleza proviene de muchas interpretaciones diferentes. Ninguna es correcta , sino que cada una tiene el potencial para hacernos sentir de manera diferente.
    • Imagina que un conocido acaba de decirte que decidió quedarse en casa en lugar de aceptar tu invitación para ir juntos a un concierto. Podrías verte tentado a juzgar a esa persona al afirmar que solo lo hace porque cree que tomas malas decisiones con respecto a los eventos a los cuales asistes.
    • Para no hacer esta clase de juicios, se necesita una mente abierta que esté dispuesta a preguntar lo siguiente: “¿Qué es lo que no estoy tomando en cuenta en este momento?”.
  4. Este puede ser un ejercicio útil para recordar que aun cuando veas y experimentes una gran cantidad de cosas diferentes de las personas, estas no se centran o se adaptan a ti. [10]
    • Es posible que no logres ahondar en la razón por la que alguien hizo algo, pero no tiene nada de malo. El objetivo es comenzar a ponerte en el lugar del agresor para que te des cuenta de que ofenderte con demasiada facilidad es innecesariamente perjudicial para todos los involucrados.
    • Si alguien niega una invitación tuya, existen miles de razones posibles para que no quiera salir de casa. [11] Por ejemplo, esta persona podría haber recibido malas noticias, quizás se sienta mal y tenga demasiada vergüenza de explicarlo o simplemente prefiera tener un tiempo a solas (lo que, desde luego, no tiene ninguna relación contigo).
  5. Cuando nos sentimos ansiosos y llenos de energía, tendemos a ser menos tolerantes de las ofensas leves. [12] Esto simplemente se debe a que buscamos material nuevo en el mundo sobre el cual “abalanzarnos” o emplear tan solo por el hecho de que podemos hacerlo. No permitas que las ofensas habituales drene la energía a la que podrías dar un mejor uso, como al maravillarte de las diferentes formas en que las diversas personas expresan sus opiniones.
  6. Existen muchas formas distintas en las que podrías responderle a alguien que dice o hace algo que te molesta. Estas son algunas alternativas:
    • Redirige la conversación. Deja que el tema se pierda y busca un nuevo rumbo. Esta es una buena opción en caso de que creas que aclarar el asunto solo crearía más oportunidades para sentirte ofendido
    • Emplea el sentido del humor. Incluso si no tienes deseos de reírte de las ofensas potenciales, intenta alejarte completamente del tema que te genera ofensa.
    • Pide una aclaración de un modo tranquilo. [13] Si escuchas un comentario que te parece ofensivo o grosero, considera la posibilidad de pedirle a la persona que aclare lo que quiere decir. Es posible que haya tergiversado lo que quiso decir o que hayas escuchado mal.
      • Intenta decir algo como “No estoy seguro de haberte entendido, ¿puedes hacer ese comentario de otra manera?”.
  7. [14] Antes de reaccionar ante un desprecio, piensa en las consecuencias. Recuerda que una consecuencia de ofenderte suele ser que las personas comienzan a tener cuidado cuando están cerca de ti o se sienten un poco nerviosas al expresar sus pensamientos o sentimientos. Además, te mantendrás en una posición de gran tensión y ansiedad, lo que es perjudicial para tu cuerpo, incluso si crees que ofenderte tiene otros beneficios.
    • También te bloquearás de escuchar ideas nuevas que sea potencialmente útiles y emocionantes. [15]
  8. Emplea el pensamiento positivo . Intenta reemplazar tus pensamientos negativos con autoafirmaciones y frases positivas de cualquier situación por la que pases. Dejar que los pensamientos negativos se queden por mucho tiempo en nuestras mentes suele ser la causa directa por la que nos sentimientos ofendidos.
    • Esto significa alejarte de las situaciones por las que podrías verte tentado a ofenderte. Reflexionar sobre los sentimientos negativos es como invertir en la tristeza. [16] Tu tiempo es valioso y no es necesario que utilices únicamente para revivir momentos de incomodidad pasajera.
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Parte 3
Parte 3 de 3:

Aprender del pasado para guiar el futuro

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  1. Si quieres cultivar una comprensión continua de las situaciones que tienden a ofenderte, intenta escribir un diario sobre algunos de tus momentos más memorables de victimismo. Enumera tres o cuatro incidentes con la mayor cantidad de detalles posible.
    • Oblígate a pensar profundamente en estos momentos, a expresar tus sentimientos y la razón por la que te ofendiste. No asumas que no es necesario explicar la ofensa o que es “evidentemente” ofensiva. Escribe la razón por la que te sentiste ofendido, no por la que alguien se ofendería si le pasara lo mismo.
    • Luego escribe estos momentos como si fueras un periodista hablando sobre un incidente. En lugar de escribir la forma en la que te sentiste, anota todo lo que un observador vería.
  2. ¿Hay algo que notas a través de estas situaciones? ¿Hay una forma particular en que te tratan frecuentemente que te hace indignarte continuamente? Busca las razones más profundas por las que te ofendiste.
    • Por ejemplo, supongamos que te ofendes porque alguien te explica algo que ya sabes. Quizás te ofendiste porque tu ego se ve lastimado debido a que esta persona no está al tanto de tus conocimientos. ¿Puedes creer de manera razonable que esta persona debe pasar el tiempo llevando un registro de las cosas que sabes y las que no?
    • Estos patrones son tus factores desencadenantes. Cuando alguien como esto te suceda en el futuro, sabrás que el momento es ideal para probar otras respuestas. [17]
  3. Por lo general, justificamos o basamos nuestras acciones y creencias en pensamientos que las racionalizan. [18] ¿Qué tipos de pensamiento con respecto a lo que debe y no debe ser te permiten ofenderte? ¿Qué te hace creer que es una respuesta apropiada?
    • Quizás te ofendes porque alguien llega a la fiesta de inauguración de tu casa sin un regalo. Los pensamientos que podrían fomentar esta ofensa podrían ser los siguientes:
      • “Traer un regalo es la única manera de demostrar el aprecio”.
      • “La prioridad de esta persona debe ser traerme un regalo sin importar sus demás obligaciones financieras”.
      • “Necesito recibir cosas de los demás para saber que me quieren y me apoyan”.
  4. En lo que respecta a este punto, podemos pasar nuestro tiempo tratando de que los demás adapten su comportamiento o modificar nuestras propias reacciones. Tratar de cambiar a los demás es una labor complicada debido a que las personas cambian continuamente y nos sorprenden, sin mencionar la cantidad de ellas que están a nuestro alrededor. Además, tratar de cambiar a los demás es lo mismo que controlarlos. Las cuestiones éticas abundan.
    • Si modificas tus reacciones, te convertirás en una persona más flexible y alegre que puede manejar a una mayor parte del mundo con facilidad. Hacer lo correcto no solo es más noble, sino que en realidad beneficiará más tu capacidad para lidiar con la vida cotidiana.
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Consejos

  • Cuando te sientas ofendido, recuerda la cita de Eleanor Roosevelt: “Nadie puede hacerte sentir inferior sin tu consentimiento”.
  • No tengas miedo de amarte a ti mismo. Existe un proverbio africano que dice “Si no tenemos un enemigo interno, ningún enemigo externo puede hacernos daño”. Si te amas a ti mismo (y a tus defectos), desarrollarás un escudo a tu alrededor que nadie podrá penetrar.
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