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Los espaguetis con albóndigas son la madre de todos los platos italianos (excepto, quizás, por la pizza). Este plato fácil de cocinar, con ingredientes fáciles y solo un poco de trabajo preliminar, de alguna manera es maravillosamente suculento y complejo. Puedes modificarlo infinitamente hasta que encuentres tu "receta familiar" perfecta, por lo que los conceptos básicos del espagueti con albóndigas están al alcance de cualquier cocinero.

Ingredientes

Esta receta corresponde a 500 g (1 libra) de espagueti y rinde 4 porciones Albóndigas

  • 1 kg (2 libras) de carne molida (de hamburguesa, cordero, ternera, pavo, cerdo o una mezcla)
  • 1 huevo
  • 1 taza (8 onzas) de pan molido
  • 1/2 taza (4 onzas) de queso parmesano rallado
  • sal y pimienta al gusto
  • 1 cebolla pequeña finamente picada (opcional)

Salsa de tomate (puedes reemplazarlo por frascos de salsa)

  • 1 lata de (28 onzas) de tomate de la pera
  • 1 cebolla blanca mediana
  • 2 o 3 dientes de ajo
  • sal y pimienta al gusto
  • aceite de oliva
  • 1 taza (8 onzas) de vino tinto (opcional)
  • 1 puñado de albahaca recién picada (opcional)
Método 1
Método 1 de 4:

Preparar las albóndigas

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  1. Bate los huevos con un tenedor como si fueras a prepararlos revueltos. Luego, incorpora un poco de sal y empieza a condimentar como desees. Puedes ya sea preparar tu propio condimento o emplear una de estas mezclas:
    • 1 cucharada de tu botella favorita de condimento "italiano". Nota: antes de añadirle sal aparte, revisa si ya contiene sal.
    • 1/2 cucharadita de orégano, ajo y cebolla en polvo, pimienta roja resquebrajada, romero o tomillo.
    • 1 paquete de cebolla en polvo o mezcla de sopa de champiñones.
    • 1 mezcla de chile para adobo o paquete de especias con sal. [1]
  2. Las albóndigas se preparan clásicamente con carne de hamburguesa, aunque, si cambias un poco las cosas (por ejemplo, el encantador trío italiano de res, cordero y ternera), obtendrás albóndigas espectaculares con poco trabajo adicional.
  3. Sumerge las manos y exprime de verdad para mezclarlo todo. En caso de que seas remilgado, también funcionará una espátula rígida o una cuchara de madera. Tan solo debes tener cuidado de que todo esté mezclado de manera uniforme y de que obtengas una pila húmeda y condimentada de carne al terminar.
    • Si deseas, puedes incorporar también la cebolla pequeña picada en esta etapa. La cebolla constituye un complemente salado y dulce para la carne al cocinarla.
    • Después de que parezca estar bien mezclado, puedes detenerte. No servirá mezclar de más, y la carne se tornará más dura mientras más la mezcles. [2]
  4. Si bien es posible hacerlas del tamaño que desees, las bolas de 2,5 cm (1 pulgada) suelen dorarse bien por fuera a la vez que se cocinan con suficiente rapidez por dentro. Toma un puñado pequeño de carne y enróllalo entre las palmas de tus manos para obtener albóndigas redondas.
    • En caso de que hagas albóndigas más grandes, quizás debas cocinarlas durante un poco más de tiempo y bajar el fuego para que no se quemen.
    • Las albóndigas más pequeñas pueden secarse si se cocinan por demasiado tiempo. Deben llegar a fuego alto, dorarse y luego retirarse del fuego con rapidez antes de que se cocinen de más. [3]
  5. Debes usar un poco de aceite y darles vuelta a las albóndigas cada cierta cantidad de minutos hasta que se doren y se cocinen. En caso de que el exterior esté listo, pero el interior siga suave, reduce el fuego y deja que se cocinen durante 2 o 3 minutos más. Si quieres obtener las mejores albóndigas, déjalas cocinarse en entre 1 y 2 cm (1/2 pulgada) de salsa roja después de que se hayan dorado. Las albóndigas absorberán un poco del sabor y el líquido para mantenerse tiernas.
    • Puedes lograr lo mismo usando una olla de cocción lenta llena de salsa y albóndigas, obteniendo albóndigas hermosamente suculentas y cocidas con lentitud. Para prepararlas, incorpora la salsa y las albóndigas a la olla y cocínalas a fuego bajo durante entre 6 y 8 horas. [4]
  6. Hornea las albóndigas durante entre 20 y 30 minutos a 175 °C (350 °F) como otra alternativa, dándoles vuelta una o dos veces. Asar las albóndigas saca a relucir un sabor y textura suculentos y nítidos, y produce mucho menos desorden que cocinarlas en la estufa. Tu principal preocupación con el horno es que se sequen, por lo que debes tener cuidado de revisar con regularidad las albóndigas más pequeñas y retirarlas apenas estén completamente cocidas.
    • Cuando estén casi listas, sube el fuego al máximo o bien colócalas en el asador durante 1 minuto para obtener una maravillosa corteza marrón en la parte superior. [5]
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Método 2
Método 2 de 4:

Preparar salsa de tomate hecha en casa

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  1. Puedes cortar una cebolla con eficacia cortándola por la mitad de un polo a otro (siguiendo las líneas de la cebolla). Coloca el lado cortado sobre la tabla de cortar y luego corta por la mitad la cebolla de manera horizontal sujetando el cuchillo en paralelo a la tabla. A partir de ahí, tan solo corta a lo largo de las "vetas", siguiendo las líneas en el exterior de la cebolla. Luego, corta de manera perpendicular a estos cortes y obtendrás cuadrados pequeños de cebolla. Puedes dejar el ajo entero o picarlo finamente.
    • El ajo entero tendrá un sabor más fuerte y ligeramente picante, en tanto que el ajo picado adquirirá una dulzura con un sabor un poco a nuez conforme vaya cocinándose.
  2. Asimismo, puedes usar una cucharada de mantequilla y una de aceite para obtener una salsa un poco más suculenta.
  3. La sal saca a relucir la humedad de inmediato como una forma de ayudar a que los ingredientes se cocinen a la perfección. Sin embargo, funciona mejor si se la añade justo con los ingredientes fríos. Revuelve bien. [6]
    • En caso de que el ajo esté finamente picado, espera un minuto para añadirlo. Los trozos pequeños se cocinarán y quemarán con mucha mayor rapidez que la cebolla.
  4. Translúcida quiere decir que la cebolla apenas empieza a tornarse transparente. Observarás que el centro se torna ligeramente transparente y que la cebolla deja de ser blanca. Esta es la señal para continuar. Por lo general, tomará entre 3 y 5 minutos para que esto ocurra después de que las cebollas entren en contacto con la cacerola caliente.
  5. Es posible usar una botella de vino de la casa o bien una botella de vino para cocinar. En caso de que no puedas usar ninguno, también funciona el caldo e incluso servirá una pizca de agua fría. Después de que el líquido entre en contacto con la cacerola, debes raspar los trozos de cebolla que se hayan pegado al fondo con una cuchara de madera de forma que sus sabores se incorporen a la salsa. Solo debe quedar un poco de líquido en la cacerola antes de seguir adelante.
    • Aunque no uses vino, debes desglasar la cacerola con rapidez antes de seguir adelante para sacar los trozos del fondo. Deja que el líquido se disuelva en su mayoría antes de proceder.
  6. Añade una pizca de sal a los tomates y revuélvelos, machacando los tomates enteros, de haberlos, con el dorso de una cuchara de madera para liberar más de sus jugos. Deja que se calienten hasta que hiervan y burbujeen.
    • En caso de que quieras usar tomates frescos, es necesario que los escaldes y los peles de antemano. Coloca entre 7 y 10 tomates Roma en agua hirviendo hasta que se les suelte la cáscara (1 minuto) y luego déjalos caer de inmediato en un baño de agua helada. Luego, puedes desprenderles la cáscara con facilidad, guardar los jugos y cocinar con normalidad a partir de aquí. [7]
  7. Los grandes cocineros saben cómo seguir probando la salsa conforme vaya cocinándose, añadiéndole pizcas de condimentos aquí y allá para obtener la salsa perfecta. Asimismo, podrías considerar 1/2 taza (4 onzas) de caldo de pollo o de vegetales. Esto le dará una mezcla agradable y sutil de especias y sabores. [8] Estas son algunas especias comunes que puedes añadir:
    • un puñado de albahaca fresca (ten en cuenta que las hojas más pequeñas suelen tener la mayor cantidad de sabor)
    • 1 o 2 hojas de laurel
    • orégano, romero o tomillo
    • pimienta negra molida o pimienta roja triturada
    • perejil fresco [9]
  8. Si lo que quieres es una salsa tradicional con trozos, déjala como está. Sin embargo, la mayoría de las personas quieren algo que tenga una consistencia y textura un poco más uniformes, por lo que licuarla es tu mejor opción. En caso de que tengas una licuadora de inmersión, esta suele ser la forma más fácil de hacerlo debido a que no es necesario que la salsa salga de la cacerola. Sin embargo, verter la salsa en la licuadora o procesador de alimentos, licuar todo y luego volver a verter la salsa en la cacerola para seguir cocinando es igual de fácil.
  9. Deja cocinar la salsa a fuego lento, probándola con regularidad e incorporándole agua en caso de que se torne muy espesa, hasta servirla. Mientras más tiempo la salsa pueda cocinarse con lentitud, con apenas unas cuantas burbujas de calor en la superficie, quedará mejor. Asimismo, debido a que se espesará conforme vaya cocinándose, debes vigilarla para tener la certeza de que permanezca cremosa y líquida. En caso de que se espese demasiado, viértele un cucharón lleno de agua de pasta (en caso de que vayas a cocinar pasta junto con este plato) y revuelve. El agua almidonada será útil para que la salsa se una a la pasta al servirla. [10]
    • Puedes usar una pizca de agua, agua con una cucharada de pasta de tomate o un poco de caldo de pollo o de vegetales para diluir una salsa muy espesa. [11]
    • Evita preocuparte en caso de que la salsa se diluya demasiado, ya que volverá a espesarse al calentarse.
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Método 3
Método 3 de 4:

Armar el plato profesionalmente

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  1. Hierve una olla grande con agua y añádele sal generosamente conforme vaya calentándose para sacar a relucir el mejor sabor de la pasta. Existen muchos cocineros italianos que insisten que el agua casi debe tener sabor a océano (casi 4 cucharadas). Retira la pasta cuando esté "al dente": aún firme pero nada crujiente. [12]
  2. No olvides que el agua almidonada de la pasta constituye una de las mejores formas de diluir una salsa justo antes de servirla. Retira un poco del agua almidonada con un cucharón y resérvala antes de escurrir el agua de la pasta.
  3. Los restaurantes siempre "terminan" la pasta y la salsa juntas en lugar de tan solo verterlas en el mismo tazón con un cucharón. De este modo, se aseguran de que todo se mezcle y se incorpore en lugar de obtener un plato de espaguetis simples sobre un charco de salsa. [13]
  4. Calienta la pasta, la salsa y las albóndigas juntas durante entre 1 y 2 minutos, incorporándoles una pizca de agua de pasta. Añade 1 o 2 cucharadas de agua de pasta junto con la salsa para diluirla un poco. Es más, el agua almidonada ayuda a que la salsa permanezca unida a la pasta en lugar de acumularse en el fondo.
  5. En caso de que hayas asado las albóndigas por separado, puedes añadir también una más en la parte superior para obtener un plato atractivo como centro de mesa. Una vez que hayas mezclado los sabores en la cacerola, sirve todo directamente de allí.
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Método 4
Método 4 de 4:

Probar con variaciones

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  1. Después de formar las albóndigas, cocínalas a fuego alto en la estufa únicamente hasta que los bordes se doren. Mientras tanto, calienta el horno a 205 °C (400 °F). En una fuente para horno poco profunda, vierte las albóndigas a medio cocinar y ahógalas con la salsa de tomate. Luego, cubre todo con queso (por ejemplo, mozzarella, romano o parmesano) y hornea toda la fuente durante entre 15 y 20 minutos. [14]
    • Asimismo, esta constituye una excelente forma de mantener las albóndigas calientes en caso de que aún haga falta cocinar el espagueti.
  2. Evita tan solo congelar la carne cruda sino, en cambio, debes cocinar las albóndigas en una sartén hasta que el exterior se haya dorado y luego dejarlas enfriar y congelarlas. Una vez que estés listo para consumirlas, caliéntalas durante alrededor de 20 minutos en la mitad de la salsa para terminar de cocinarlas y descongélalas de forma natural. Esto hace que no se pierda casi nada de la textura y el sabor. [15]
  3. Si bien las albóndigas blancas (las que se preparan con carne blanca) no son típicas para los espaguetis con albóndigas, esto no implica que no sean deliciosas. Su menor contenido de grasa hace que sean un poco menos suculentas por naturaleza y que les resulte más difícil unirse. Incorpora 2 cucharadas adicionales de pan molido para compensarlo.
    • En particular, las albóndigas blancas combinan bien con las hierbas frescas (por ejemplo, el romero, el orégano y el tomillo).
  4. Incorpora una lata de pasta de tomate antes de desglasar la cacerola para obtener una salsa más suculenta y de un color más oscuro. La pasta de tomate tiene un sabor a tomate fuertemente concentrado. Este se infundirá a las cebollas conforme vayan cocinándose. Ten cuidado de desglasar la cacerola con rapidez después, diluyendo la pasta y evitando que se queme.
    • En caso de que la salsa esté muy fuerte a raíz de la pasta de tomate, puedes equilibrarla y darle una ligera dulzura si le añades una cucharada de azúcar.
  5. El apio y las zanahorias se tornan dulces al cocinarlos, lo cual le da una suculencia terrosa a la salsa que es más cercana a la boloñesa que a una salsa marinera clásica. Incorpóralos al mismo tiempo que las cebollas, teniendo cuidado de que también estén picados a alrededor del mismo tamaño.
    • Esta constituye también una excelente forma de escabullir un poco de vegetales en una salsa para niños. Después de haberlos licuado, no tendrán idea de que están allí. [16]
  6. Simplemente incorpora el pimiento asado una vez que la cebolla casi haya terminado de cocinarse y luego licúalo con el resto de la salsa. Los pimientos asados son dulces pero salados, y tienen un sabor ahumado maravilloso que combina bien con la salsa. Asimismo, incorpora un poco de pimienta roja y pimienta de Cayena trituradas para obtener una salsa arrabbiata picante.
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Consejos

  • Experimenta con los condimentos, ya que todos tienen distintas preferencias.
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Advertencias

  • Corta la albóndiga más gorda que haya para abrirla de forma que te asegures de que se haya cocinado por completo. No debería estar rosada por dentro.
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Cosas que necesitarás

  • 2 cacerolas (una para los espaguetis y una para la carne)
  • una bandeja para galletas para las albóndigas
  • un tazón grande

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