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Es posible que, al pensar en la meditación, automáticamente te imagines las religiones orientales o prácticas new age que no estén del todo alineadas con tus creencias cristianas. Sin embargo, la meditación se menciona alrededor de 20 veces en la Biblia, y puede constituir una excelente forma de sentirte más cerca de Dios. [1] En la meditación cristiana, el objetivo es enfocar todo tu ser en Dios en lugar de la tradición oriental de tratar de vaciar la mente por completo. Para ello, la forma más fácil es meditar sobre las escrituras, aunque puedes elegir cualquier tema que te ayude a sentirte cerca de Dios.

Método 1
Método 1 de 3:

Planificar la meditación

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  1. Si de verdad quieres enfocarte en la palabra de Dios, intenta elegir un momento para meditar cuando no haya distracciones que vayan a molestarte. Por ejemplo, si vives con otras personas, podrías tratar de meditar antes de que se despierten o después de que se vayan a dormir. [2]
    • Si no puedes meditar cuando todos los demás estén dormidos o fuera de casa, podrías decir algo como "Oigan, voy a rezar y leer mi Biblia por más o menos 15 minutos. ¿Alguien necesita algo antes?".
    • Asegúrate de bloquear cualquier otra distracción. Por ejemplo, podrías silenciar tu teléfono y apagar el televisor hasta que termines.
  2. Es más fácil que algo se convierta en una práctica constante si separas una hora específica para ello. Por ejemplo, podrías optar por meditar cuando apenas te despiertes o antes de irte a dormir, o bien podrías tomarte unos minutos durante tu descanso para almorzar y dedicarlos a la palabra de Dios. [3]
    • Prueba con programar una alarma para ayudarte a recordar que medites a la misma hora todos los días.
    • Debido a que podría tomar un poco de tiempo encontrar el horario que te funcione mejor, no te preocupes si debes cambiarlo unas cuantas veces antes de asentarte en una rutina.
  3. Quizás te imagines la meditación como estar sentado en el suelo con las piernas cruzadas, pero en realidad no hay una forma correcta o incorrecta en la que debas sentarte. Puedes sentarte en un cojín en el suelo, en una silla o en cualquier lugar en donde te encuentres. Sin embargo, es importante que elijas una posición que te resulte cómoda. De lo contrario, podría serte difícil concentrarte en la palabra de Dios. [4]
    • Ten en cuenta que estar demasiado cómodo (por ejemplo, recostado en la cama) podría hacer que empieces a sentirte soñoliento, y esto también puede tener un efecto sobre tu meditación.
  4. La mayor parte del tiempo, la meditación cristiana involucra la lectura y la reflexión sobre un versículo o fragmento de la Biblia. Si deseas, puedes escribir el versículo en una tarjeta de fichero o un cuaderno y tenerlo contigo al meditar o bien puedes leerlo directamente de la Biblia durante la meditación. [5]
    • Si haces un devocional diario, podrías meditar sobre las escrituras de la devoción de cada día.
    • Asimismo, podrías elegir un fragmento de la Biblia y leerlo hasta que un determinado versículo se destaque mucho para ti. Si no estás seguro en cuanto a dónde empezar, prueba con leer los salmos, el libro de los Proverbios o los Evangelios, que son los libros de Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
    • Si prefieres, puedes meditar sobre algo que no sea las escrituras siempre y cuando llame tu atención hacia Dios. Por ejemplo, podrías reflexionar sobre las bendiciones de Dios en tu vida o una lección divina que hayas aprendido.
    • Si te sientes cerca de Dios cuando estás en la naturaleza, podrías sentarte al aire libre y meditar sobre la belleza de la creación de Dios.
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Método 2
Método 2 de 3:

Meditar sobre la palabra de Dios

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  1. Si apenas empiezas con la meditación cristiana, empieza por sesiones más cortas en las que simplemente permitas que la palabra de Dios te hable. Conforme vayas sintiéndote más cómodo con la práctica de la meditación, puedes trabajar a partir de allí. [6]
    • Puede serte de ayuda que planifiques meditar por una cantidad establecida de tiempo para mantenerte enfocado.
    • Prueba con programar un temporizador de forma que sepas cuándo termina la meditación.
  2. Si eliges una de las escrituras, léela con cuidado como mínimo 2 o 3 veces. Reflexiona sobre el significado del versículo, no solo en un sentido amplio sino también en cuanto a la forma como aplique para ti. [7]
    • Por ejemplo, podrías optar por meditar sobre Hebreos 13:8, el cual dice "Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos". Podrías pensar en lo que eso habría significado para los primeros cristianos pero también en lo que significa para ti personalmente en tu andar con Él.
    • Si eliges meditar sobre la belleza natural de Dios, podrías encontrar un lugar que tenga una vista hermosa o bien podrías sostener una flor delicada o una hoja en la mano mientras la examinas.
  3. Muchas prácticas de meditación estimulan que dejes ir todos tus pensamientos y despejes la mente por completo. En la meditación cristiana, si bien de todos modos debes dejar ir los pensamientos que no estén relacionados, debes tratar de mantener toda tu atención enfocada en Dios en lugar de vaciar la mente. [8]
    • Si te das cuenta de que tu mente empieza a divagar, vuelve a leer la escritura o vuelve a enfocar tu atención en el objeto o pensamiento sobre el cual estés meditando.
    • Evita preocuparte si esto parece difícil al principio, ya que debe volverse más fácil con la práctica.
  4. Si te das cuenta de que tu mente suele divagar mientras meditas, escribir en un diario podría servirte para mantenerte encaminado. Para empezar, lee y vuelve a leer el versículo o fragmento de la Biblia sobre el cual vayas a meditar. Luego, anota tus reflexiones sobre ese versículo, incluyendo lo que creas que significa y la forma como puedas relacionarlo con tu propia vida, personalmente. [9]
    • Combina la meditación con un diario de oraciones escribiendo tus peticiones de oración al final de la meditación.
  5. Busca una forma de identificarte con lo que digas de forma que se sienta real para ti. Por ejemplo, si estudias una parábola, podrías pensar en la forma cómo esa historia podría ser una metáfora para una situación en tu propia vida. Si meditas sobre la naturaleza, considera la complejidad de tu propio cuerpo y el milagro de que siquiera estés vivo. Luego, intenta imaginar la forma como puedas incorporar esas perspicacias a tu vida cotidiana. [10]
    • Por ejemplo, si lees un versículo como el Salmo 56:3, el cual dice "En el día que temo, yo en ti confío", podrías pensar en un escenario en el que podrías sentirte asustado y luego imaginarte acudiendo a Dios en la oración para recibir paz y consuelo.
    • Incluso puedes introducirte en una historia de la Biblia. Por ejemplo, si lees sobre la multiplicación de los panes y los peces que realizó Jesús, podrías imaginarte el olor del pan o el sabor del pescado. [11]
  6. La meditación no es lo mismo que la oración debido a que reflexionas sobre la palabra de Dios en lugar de hablarle a Él. Sin embargo, de todos modos es posible terminar la meditación con una oración. Puede serte de ayuda para sentirte aún más cerca de Dios al regresar a tu día. [12]
    • Por ejemplo, podrías rezar algo como "Señor, gracias por seguir bendiciéndome con Tu sabiduría. Por favor, ayúdame a buscar formas de compartir Tu amor con los demás el día de hoy. Amén".
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Método 3
Método 3 de 3:

Usar recursos para la meditación

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  1. Si no quieres dedicar tanto tiempo a buscar el versículo adecuado sobre el cual meditar cada día, podrías conseguir una Biblia de estudio en una librería religiosa. Estas Biblias suelen tener lecturas guiadas, y también incluyen notas que brindan contexto y perspicacias adicionales sobre las escrituras. Prueba con leer el fragmento para ese día junto con las notas de estudio. Luego, dedica unos minutos a meditar sobre un versículo que te haya parecido significativo ese día. [13]
    • No olvides que, si bien las escrituras en sí se consideran sagradas, las notas adicionales en una Biblia de estudio fueron escritas por personas. No hay problema si tu interpretación de un versículo bíblico difiere de la de ellos.
  2. Otra forma en la que puedes encontrar versículos nuevos cada día es que uses un libro que contenga devocionales diarios. Estos suelen centrarse en un versículo o fragmento corto y, por lo general, vienen con una anécdota corta para ayudar a los lectores a que se identifiquen con el versículo. Lee el devocional como lo harías normalmente y luego concéntrate solo en el versículo bíblico de ese día al meditar. [14]
    • Intenta buscar un devocional dirigido a ti. Por ejemplo, puedes encontrar unos dirigidos específicamente a adolescentes, adultos, padres o incluso determinadas profesiones (por ejemplo, los enfermeros).
    • Incluso puedes inscribirte para recibir un devocional diario por correo electrónico si encuentras uno que te guste.
  3. Busca una aplicación de meditación cristiana en la tienda de aplicaciones de tu dispositivo favorito. Luego, ábrela todos los días durante tu meditación regular para que te dé un versículo bíblico nuevo en el que puedas concentrarte. Muchas de ellas incluyen un temporizador de meditación y algunas también tienen música de adoración. [15]
    • Algunas aplicaciones se enfocan más en fortalecer tu vida de oración, en tanto que otras están diseñadas para ayudar a que te sientas más en paz o incluso a dormir mejor.
    • Entre las aplicaciones más populares se encuentran Abide, Soultime, Hope y Whispers from God.
  4. Si prefieres una práctica de meditación más autoguiada, pero de todos modos podría servirte un poco de ayuda para pensar en ideas de versículos, podrías conversar con tu clérigo y otros miembros de tu iglesia. Pregúntales si algún versículo en particular ha sido significativo para ellos últimamente y luego anótalos todos en un cuaderno o en la aplicación de notas de tu teléfono de forma que puedas regresar a ellos más adelante.
    • Intenta adoptar el hábito de compartir versículos durante una reunión o hermandad regular de oración.
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