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Un llamado al altar es un llamado a la acción; no es un juego o una producción. Si se hace correctamente, un llamado al altar debe alentar a las personas a arrepentirse de corazón y encomendar sinceramente sus vidas a Cristo.
Pasos
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Predica la necesidad. Antes de llamar a los no creyentes al altar, debes asegurarte de que entiendan de qué se trata realmente el llamado al altar. Esto significa que tendrás que dar un sermón influyente que no evada la verdad sobre el pecado, el arrepentimiento y la urgencia de aceptar a Cristo como Salvador.
- Predica el Evangelio. Asegúrate de que tu mensaje se derive de las enseñanzas de la Biblia acerca del arrepentimiento y la fe. [1] X Fuente de investigación
- No evadas la dura realidad del pecado. No podrás resaltar la importancia de la salvación sin explicar la consecuencia de vivir y morir sin él.
- Tu mensaje debe explicar claramente que aceptar a Jesús equivale a ser rescatado, no que es un truco que se puede usar para mejorar la vida.
- Recalca la importancia del arrepentimiento junto con el perdón.
- Explica el “idioma de la iglesia” cada vez que lo uses. Los términos que podrías usar con regularidad, como “cristiano renacido”, “salvado” y “arrepentido del pecado”, pueden ser completamente desconocidos para los no creyentes. [2] X Fuente de investigación
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Explica el proceso. Anuncia el llamado al altar después de terminar el sermón. A medida que haces el anuncio, explica cómo el proceso funcionará físicamente y cómo debe funcionar espiritualmente.
- Explicar a mayor detalle los pasos puede hacer que los posibles conversos se sientan más cómodos. El miedo a lo desconocido puede hacer que muchas personas duden, pero describir cada etapa del llamado al altar de antemano puede eliminar algo de ese miedo.
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Reza. Dirige a la congregación en la oración al comienzo del llamado al altar. Pídele a Dios que mueva los corazones de las personas que aún no lo aceptan y que siga trabajando en los corazones y vidas de quienes ya lo han hecho.
- Incluso si la atención está en las personas que necesitan arrepentirse y aceptar a Cristo, también tienes que dirigirte a los creyentes actuales en la oración. Todos deben beneficiarse de esta oportunidad de renovación espiritual.
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Establece el tono. Reproduce música suave en el fondo. Atenúa las luces, pero asegúrate de que todavía haya la suficiente luz para mantener la visibilidad.
- La idea es hacer que el ambiente sea pacífico debido a que la paz alienta a la reflexión.
- Durante la invitación real al altar, es preferible que suene una música instrumental en lugar de una con letra. Las canciones de adoración con letra deben reservarse hasta después de que la parte de invitación del llamado al altar se haya completado.
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Pídeles a todos que inclinen sus cabezas. Instruye a todos a cerrar los ojos y a inclinar sus cabezas. Repite estas instrucciones mientras miras alrededor, y continúa más allá de este punto solo cuando la mayoría de las personas hayan hecho lo que les pediste.
- Proporcionar un cierto grado de anonimato puede aliviar parte de la presión y hacer que sea más fácil para las personas actuar, y hacerlo de manera genuina.
- Admitir que eres un pecador que necesita la salvación puede ser una experiencia vulnerable, y hacer tal admisión frente a una gran multitud puede ser tan intimidante que una persona puede optar por evitar la experiencia por completo. Esto es especialmente cierto cuando tratas con adolescentes, pero también se puede aplicar a un grupo de adultos.
- Por otro lado, si muchas personas responden al llamado al altar, es posible que los demás se dejen llevar por el momento y respondan sin estar verdaderamente listos de corazón. Recuerda: el objetivo final es salvar almas, no hacer un llamado al altar impresionante. Querrás que las personas respondan a ese llamado, pero solo si lo hacen por la razón correcta.
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Instruye a las personas que quieren contestar el llamado que miren hacia arriba. Afirma que cualquiera que está listo para darle su vida a Cristo, o cualquiera que quiere aprender más acerca de cómo hacerlo, debe levantar su cabeza o hacer contacto visual contigo.
- Otra opción es pedirles a las personas que están listas que levanten sus manos en lugar de sus cabezas. Ambas opciones son bastante comunes y por lo general producen resultados similares.
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Mantente activo en el proceso. Mira alrededor de la habitación entera. Repite el llamado en intervalos regulares. Reconoce a cada persona con quien hagas contacto visual.
- La mayor parte de la congregación estará formada por personas que ya han aceptado a Cristo y no son espiritualmente impulsadas a responder al llamado al altar actual. A medida que repitas la invitación al altar, pídeles a las personas que están en sus asientos que se tomen un tiempo para reconectarse con Cristo y para orar por las personas que aceptan la salvación por primera vez.
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Invita a las personas que respondieron al altar. Cuando sientas que cualquier persona que está lista para responder al llamado ha levantado la vista, invítala al altar mientras instruyes al resto de la congregación a continuar en la oración con los ojos cerrados y las cabezas inclinadas.
- Saluda a las personas que están en el altar con una expresión amistosa y palabras amables. Asegúrales que el paso que están tomando en ese lugar y en ese momento es uno positivo y salvador.
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Envía a cada persona con un consejero. Presenta a cada persona que está de pie ante el altar a un consejero. Una vez que todos han sido atendidos, envía a los consejeros y posibles conversos a salas privadas para que tengan una conversación más detallada.
- Mientras las sesiones de consejería comiencen, el resto de la congregación debe ser invitado a unirse a la canción. La adoración debe continuar hasta que todos hayan tenido la oportunidad de completar una breve sesión de consejería, pero si alguien necesita una cantidad extensa de tiempo, es posible que tengas que concluir el servicio antes de que esa persona termine.
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Ten varios consejeros capacitados. Haz que el proceso sea tan personal como sea posible al asignar solamente una persona a cada consejero durante cualquier llamado al altar. Capacita a los consejeros de tal manera que sepan cómo manejar el proceso de manera apropiada, y asegúrate de que todos lleven la Biblia consigo cuando se embarquen en una sesión.
- Puede ser lo suficientemente difícil abrir tu corazón a una sola persona, así que estar en una posición en la que tienes que abrir tu corazón en frente de un grupo de personas puede ser más difícil, incluso si el grupo es relativamente pequeño. Por esa razón, la consejería personal puede fomentar una mayor sinceridad.
- No es necesario que los consejeros tengan un amplio entrenamiento teológico, pero deben estar equipados con una revisión básica. Cada consejero debe saber:
- a dónde ir durante la sesión de consejería;
- qué decir y qué no decir;
- cómo explicar claramente el plan de salvación de Dios;
- la importancia de la confidencialidad.
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Haz las preguntas adecuadas. Es importante conectar con las personas que respondieron al llamado al altar en un nivel individual debido a que puede alentarlas a aceptar a Cristo como su Salvador personal. Para ello, es necesario hacer preguntas que le permitan abrirse a la persona.
- La primera cosa que un consejero debe hacer es pedir un nombre. Después de recibir un nombre, el consejero también puede presentarse a sí mismo.
- Más allá de eso, haz preguntas acerca de qué hizo que la persona responda al mensaje y con qué está lidiando actualmente. A partir de este punto, da paso al Evangelio.
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Céntrate en el Salvador. Una vez que empiecen las sesiones de consejería individual, el enfoque debe estar en Cristo. Se pueden plantear pecados y preocupaciones específicos, pero no deben distraer del propósito principal del llamado.
- Pregúntale a la persona cuál es su relación con Jesús. Conversa acerca de si esa persona tiene o no una relación con Jesús, cuál es la calidad de esa relación y cómo sus luchas actuales con el pecado afectan esa relación.
- Si bien debe mencionarse en el sermón, cada consejero también debe discutir la naturaleza pecaminosa de la humanidad y la necesidad de un Salvador.
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Reza con cada persona. En lugar de pedirle a cada persona que repita una “plegaria genérica”, alienta a los nuevos conversos a orar por el arrepentimiento del corazón. Confía en una oración predeterminada solo si el nuevo creyente no sabe qué decir.
- Es posible que las palabras no sean elocuentes, pero no hay nada de malo en ello. Jesús se preocupa por el corazón, así que una oración sin mucho sentido pero sincera significa más que una elegante pero poco sincera.
- Los consejeros pueden (y deben) guiar a la persona a través del proceso de confesar sus pecados, pedir el perdón de Dios y encomendar su vida a Cristo.
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Presenta a los nuevos conversos. Considera presentar a las personas que acaban de aceptar a Cristo al resto de la congregación al final del servicio. [3] X Fuente de investigación
- Pararse en frente de la congregación puede hacer que los nuevos creyentes se sientan tranquilos y recibidos en la Iglesia.
- Alienta este paso sin exigirlo. No obligues a nadie a presentarse ante la congregación si se siente incómodo haciéndolo.
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Referencias
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