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En un minuto, un niño de dos años solo quiere abrazos, besos y risas y, al siguiente, está gritando en el piso con una rabieta. En ocasiones, quizás no sepas qué la ha ocasionado. Las rabietas pueden ser muy frustrantes, pero quizás te resulte útil tener en cuenta que son muy comunes en niños pequeños, y suelen mejorar cuando tienen cerca de tres años y medio. Procura conservar la calma durante la rabieta, reconforta al niño cuando comience a tranquilizarse e identifica los desencadenantes del comportamiento para evitarlos en el futuro.

Método 1
Método 1 de 2:

Lidiar con las rabietas en el momento

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  1. En ocasiones, si notas que su estado de ánimo está comenzando a deteriorarse, quizás puedas detener una rabieta en seco si actúas rápido. Por ejemplo, puedes cambiar al niño de lugar, u ofrecerle un juguete o un refrigerio que le haga olvidar lo que sea que le moleste. No siempre funcionará, ¡pero vale la pena intentarlo! [1]
    • Por ejemplo, si el niño está molesto porque quiere el juguete de un hermano mayor, puedes llevarlo a su habitación y señalarle distintas decoraciones en la pared. Luego, ofrécele uno de sus juguetes favoritos.
    • No le ofrezcas nada que no pueda usar generalmente, como tu teléfono. La próxima vez que quiera ese objeto, no comprenderá por qué no puede tenerlo, y es probable que tenga otra rabieta.
  2. Es muy difícil mantener la calma cuando alguien te grita, por más que esa persona sea tu pequeño hijo. Sin embargo, si nota tu molestia, le resultará más difícil calmarse. Por lo tanto, aunque no lo estés, finge estar tranquilo. Sin importar qué es lo que haga, háblale con un tono de voz suave y uniforme, y mantén tus movimientos controlados y deliberados. [2]
    • Respira lento y profundo para calmarte si comienzas a sentir que te enojas. [3]
    • Recuerda que una rabieta generalmente ocurre porque un niño no puede expresar lo que necesita, desea o siente. Esto puede ayudarte a sentir más compasión por él, lo que te permitirá estar más tranquilo.
    • Si lo necesitas y la situación lo permite, a menudo puede ser útil alejarte por un momento para calmar los nervios. Por ejemplo, puedes tomarte un momento si el niño está seguro en su habitación o hay otra persona que pueda supervisarlo por unos minutos.

    Consejo: durante una rabieta, el niño podría endurecer las extremidades, tirarse al piso, alejarse de ti corriendo, contener la respiración e incluso vomitar. Esto puede ser atemorizante, pero son cosas comunes durante una rabieta. Sin embargo, si el niño contiene la respiración hasta desmayarse o se lastima intencionalmente o hiere a los demás, habla con su pediatra. El profesional podría recomendar una evaluación para descartar causas físicas o psicológicas de preocupación.

  3. Por lo general, lo mejor que puedes hacer durante una rabieta es esperar hasta que termine, a menos que tu hijo haga algo que requiera atención inmediata, como golpear, morder o romper cosas. Si simplemente llora, grita o está acostado en el piso, siéntate o párate cerca, y espera hasta que libere todo su enojo y frustración. [4]
    • Puedes hablarle más tarde sobre cómo controlar mejor sus emociones, pero probablemente no retenga nada de lo que digas durante la rabieta.
  4. Decir que no puede ser muy difícil en ciertos momentos, en especial si estás en público y sientes vergüenza por la rabieta. Sin embargo, ceder solo hará que el niño sea más propenso a tener rabietas en el futuro, porque esto refuerza la idea de que, si grita, se saldrá con la suya. [5]
    • Por ejemplo, si quiere un juguete en especial o una golosina en el supermercado, no lo compres.
    • Si tiene una rabieta porque no quiere sentarse en la mesa, está bien dejarlo por un momento para que se calme, pero regrésalo a la mesa cuando la rabieta termine para que sepa que no puede salirse con la suya al hacer un berrinche.
  5. Si bien no debes promover las rabietas, está bien que le digas al niño que comprendes cómo se siente. Usa palabras de emoción específicas para describir qué es lo que crees que experimenta. Por más que no se calme en el momento, lo ayudarás a construir un vocabulario que pueda usar para expresarse a medida que crezca. [6]
    • Por ejemplo, puedes decir cosas como "Noto que estás molesto" o "Lamento que estés tan frustrado ahora. Te amo".
    • Siente empatía por sus deseos específicos. Por ejemplo, puedes decirle "Yo también quisiera comer pastel de chocolate ahora. Me encantaría comer pastel en el desayuno, el almuerzo y la cena, ¿pero debería hacerlo?".
  6. Si se desquita físicamente, recógelo y sostenlo con tanta seguridad como puedas. En caso de ser posible, siéntate para tener más estabilidad, dado que es probable que luche contra ti. Sigue sujetándolo hasta que se calme para asegurarte de que no se lastime ni hiera a otra persona. [7]
    • Por ejemplo, si estás sentado, puedes colocar al niño en tu regazo y abrazarlo fuerte contra tu pecho. Si estás de pie, puedes sujetarlo sobre la cadera con un brazo alrededor de su cintura y la otra mano alrededor de sus hombros.
  7. Si la rabieta sigue empeorando, cambia de entorno. Si estás en casa, llévalo a un espacio designado de penitencia. Debe ser un lugar sin distracciones, como el pasillo o la parte inferior de las escaleras. Si estás en un lugar público, ve a un lugar privado. [8]
    • En ocasiones, las rabietas pueden ocurrir porque un niño se siente demasiado abrumado. En este caso, cambiar de lugar podría ayudarlo a comenzar a sentirse un poco más tranquilo.
  8. Por más que sientas agotamiento, tómate un momento para tranquilizar al niño una vez que comience a controlar sus emociones nuevamente. Límpiale las lágrimas, dale un abrazo y dile que estás ahí para él. Esto reforzará el vínculo entre ambos, lo que puede ayudarlo a sentirse más seguro. Con el tiempo, esto incluso podría ayudar a reducir la frecuencia e intensidad de las rabietas. [9]
    • Muéstrale compasión al decirle algo así como "Oye, está bien. Todos nos enojamos a veces. Te sigo queriendo".
    • También puedes pedirle que use sus palabras para expresar cómo se siente. Al tener dos años, quizás no tenga tanto vocabulario para hacerlo, pero le demostrarás que te preocupas por él, por más que se comporte mal.
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Método 2
Método 2 de 2:

Evitar rabietas en el futuro

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  1. En ocasiones, es difícil saber qué hará que el niño tenga una rabieta (a menudo, puede ser algo tan pequeño como darle una taza azul cuando quería una taza púrpura). Sin embargo, intenta anticipar qué podría molestarle y busca la forma de eludirlo siempre que puedas. [10]
    • Por ejemplo, no le des un juguete demasiado avanzado para su edad, dado que podría enojarse cuando no funcione correctamente.
    • En el cumpleaños de un hermano mayor, puedes preparar un pequeño regalo envuelto para que el niño de dos años abra para que no se moleste por no tener un presente.
    • También puede ser útil evitar ir al pasillo de juguetes o golosinas en el supermercado si crees que podría tener una rabieta allí.
  2. Los cronogramas consistentes son muy beneficiosos para los niños pequeños. Esto incluye despertarse, comer, dormir la siesta y acostarse a la misma hora todos los días. Al respetar esta rutina, el niño sabrá qué esperar cada día, lo que le proporcionará una sensación de orden y control. Esa seguridad puede reducir las rabietas.
    • Hacer esto también evitará que se canse demasiado, o tenga mucha hambre si come o duerma la siesta más tarde de lo normal. [11]
  3. Todas las personas suelen ponerse de malhumor cuando tienen sueño o hambre, pero los niños pequeños son muy vulnerables a esto. Si sabes que necesitas hacer recados o planificas una cita de juegos, programa estas actividades justo después de los horarios normales de comida y siesta. De esta forma, el niño estará bien descansado y alimentado, lo que podría ayudar a evitar las rabietas mientras no estás. [12]
    • También es recomendable empacar refrigerios siempre que salgas, en especial si planeas irte por más de una o dos horas. Por ejemplo, puedes llevar una banana y una caja de jugo si van al parque, o una pequeña bolsa de galletas al ir a la tienda. [13]
  4. Si el niño está en un entorno muy ruidoso, iluminado, concurrido o agitado, podría comenzar a sentirse abrumado. Dado que no cuenta con las palabras para decirte cómo se siente, podría tener una crisis. Evalúa todo lo que ocurra a tu alrededor y, si comienza a parecer demasiado para el niño, aléjate con él por un momento. [14]
    • Al estar afuera de casa, presta atención a su estado de ánimo para evaluar si comienza a sentirse muy abrumado. Si comienza a parecer retraído, malhumorado o enojado, probablemente sea un buen momento para pasar algunos minutos en otro lugar para que se calme.
  5. En ocasiones, un niño podría tener rabietas porque siente que no tiene control sobre su entorno. Después de todo, otra persona siempre le dice qué hacer y qué no hacer. Ayúdalo a sentir que su opinión cuenta al darle oportunidades para decidir durante el día. [15]
    • Por ejemplo, cuando lo vistas, puedes tomar dos camisetas y preguntarle algo así como "¿Quieres usar la camiseta amarilla o la verde?".
    • A la hora del refrigerio, puedes permitir que escoja entre una manzana o una naranja.
  6. En ocasiones, las rabietas son solo una forma de llamar la atención (para un niño, incluso la atención negativa es mejor que nada). Para evitarlo, busca ejemplos de buen comportamiento en tu hijo. Cuando veas que se comporta muy bien, elógialo y préstale más atención para reforzar ese comportamiento. [16]
    • Por ejemplo, si le pides que guarde un juguete y lo hace de inmediato, arrodíllate en el piso, dale un gran abrazo y dile "Muchas gracias por ser tan buen ayudante. Estoy muy orgulloso de que seas un buen oyente".
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