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El ladrillo, como material de construcción, es cotizado por su durabilidad y su encanto tosco. Sin embargo, con el transcurso del tiempo y la continua exposición a los elementos, su superficie porosa puede empezar a acumular suciedad, moho y residuos, por lo que su aspecto general se deteriora. Afortunadamente, lograr que el ladrillo luzca siempre de lo mejor no tiene que ser un problema. Además de desempolvar de vez en cuando las paredes interiores y exteriores de ladrillo, debes tratar de restregarlas aproximadamente una vez al año para quitar las acumulaciones antiestéticas y usar algunos métodos manuales de limpieza específicos para tratar el musgo y el moho.

Método 1
Método 1 de 3:

Darle el mantenimiento básico a la pared

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  1. Con las cerdas de la escoba, quita el polvo suelto, la suciedad, las telarañas y otros residuos que se hayan acumulado en la superficie. Asegúrate de alcanzar la parte superior de la pared, las esquinas y las grietas donde podría haber suciedad oculta. [1]
    • Cepilla de forma horizontal hacia tu lado contrario en lugar de hacerlo hacia abajo para que el polvo no te caiga encima.
    • Por lo general, una desempolvadura con la escoba es suficiente para que las paredes de ladrillo luzcan bien entre las limpiezas más detalladas.
  2. Enciende la manguera y rocía el agua a toda potencia para quitar la suciedad que haya quedado. Hazlo desde un extremo hacia el otro y de arriba hacia abajo, para no esparcir la suciedad por todos lados. Cuando la pared se haya secado, el acabado recuperará su calidad original. [2]
    • Cubre parcialmente la boquilla de la manguera con el pulgar para darle más presión al agua.
    • Pasa una esponja en la pared mientras aún esté mojada para quitarle las manchas de agua dura y los depósitos minerales.
  3. Si la pared se está desmoronando o muestra algunas señales de mucho desgaste, puedes protegerla con un sellador transparente hecho a base de silano. Aplica una capa delgada del sellador en toda la superficie y déjalo secar durante el tiempo suficiente. Este producto rellenará las áreas débiles y le dará al ladrillo más resistencia contra los daños y las inclemencias del tiempo. [3]
    • Aplica el sellador en un día que los pronósticos del clima indiquen que estará seco y despejado. Las precipitaciones y la humedad pueden hacer que la cobertura sea menos eficaz.
    • No apliques el sellador sino hasta que los ladrillos estén completamente limpios, ya que, de lo contrario, la suciedad podría quedarse encerrada para siempre.
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Método 2
Método 2 de 3:

Limpiar las paredes de ladrillo con amoniaco

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  1. Llena tres cuartas partes de la cubeta con agua tibia y agrégale ½ taza de amoniaco. El amoniaco despegará las manchas y la suciedad pegada, por lo que será más fácil restregar para eliminarlas. [4]
    • Cuando trabajes con amoniaco, asegúrate de tomar las medidas de seguridad correctas. Usa unos guantes de goma y una mascarilla para protegerte de los vapores fuertes.
  2. Mezcla la solución con la cabeza del cepillo para empapar las cerdas y prepararlas para restregar. Sacude el exceso de la solución en la cubeta.
    • Puedes elegir un cepillo con cerdas sintéticas o naturales. Los cepillos de alambre pueden rayar el ladrillo o dejar trocitos de metal que se oxidarán con el tiempo. [5]
    • El amoniaco libera vapores perjudiciales, así que mantente alejado de la cubeta mientras mezclas y sumerges el cepillo.
  3. Pasa el cepillo en la superficie con movimientos fuertes y cortos para quitar los residuos y las decoloraciones más difíciles. Asegúrate de restregar la pared completa para evitar que una sección quede con una coloración distinta. Continúa hasta terminar de limpiar la pared por completo, tomando cada cierto tiempo una cantidad fresca de la solución con el cepillo. [6]
    • Si tienes dificultades para quitar la suciedad, restriega la mancha desde diferentes ángulos.
    • Deberás presionar con fuerza para penetrar en las grietas y hendiduras de los ladrillos.
  4. Rocía los ladrillos con la manguera para quitar todos los restos del amoniaco, además de los residuos que haya disuelto. Deja que la pared se escurra. Trata de acostumbrarte a restregar las paredes del exterior con amoniaco una o dos veces al año, o con mayor frecuencia si en el área donde vives llueve mucho o hay mucho polvo. [7]
    • Si tienes una lavadora de presión o una manguera con una boquilla de presión, puedes usar un ajuste de presión baja para quitar la suciedad más profunda. [8]
    • El amoniaco podría dañar el ladrillo si lo dejas reposar en la pared.
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Método 3
Método 3 de 3:

Tratar el musgo y el moho con lejía

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  1. Usa aproximadamente una parte de lejía y seis partes de agua para obtener la concentración adecuada. Agita la botella para mezclar bien la solución. Dirige siempre el atomizador hacia el lado contrario de tu rostro.
    • Debes tener mucha precaución cuando uses lejía. Es recomendable que te pongas unos guantes, una mascarilla y protección para los ojos para resguardarte de las salpicaduras. [9]
    • La acumulación espesa de musgo o moho suele ser resistente a los métodos de limpieza más suaves, por lo que necesitarás una estrategia más intensa.
  2. Aplica la mezcla abundantemente en las áreas donde haya más musgo o moho. La lejía es un desinfectante fuerte y es medianamente cáustica, lo que significa que no solo eliminará lo que esté creciendo en los ladrillos, sino también carcomerá mientras esté en la pared. [10]
    • Prueba la solución en un área poco visible de la pared para asegurarte de que no arruinará el aspecto del ladrillo.
    • Moja bien la pared antes de aplicar la lejía. De esta forma, evitarás que el ladrillo la absorba, ya que podría debilitar la estructura. [11]
    • Evita inhalar los vapores o tocar la lejía con la piel descubierta.
  3. Para obtener mejores resultados, déjala entre 8 y 12 horas para que surta efecto. Mientras reposa en la pared, atacará el crecimiento del moho o musgo y podrás quitarlos con mayor facilidad, sin tener que restregar tanto. [12]
    • Mientras más tiempo dejes reposar la lejía en la pared, mejor despegará la suciedad blanda y viscosa.
  4. Después de aplicar el tratamiento de lejía, el musgo y el moho simplemente se enjuagarán con una corriente de agua. Quita los residuos con un raspador o una espátula de plástico y vuelve a enjuagar. Deja secar la pared y, si quieres, aplícale un sellador hecho a base de silano para protegerla contra los crecimientos futuros. [13]
    • Para evitar que el musgo y el moho vuelvan a aparecer, desempolva y rocía las paredes de ladrillo con frecuencia después de hacer la limpieza profunda con lejía.
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Consejos

  • Cuando limpies ladrillos, usa primero el método menos agresivo y continúa con otras medidas más extremas si fuera necesario.
  • Es posible que te ensucies cuando restriegues y rocíes los ladrillos, así que ponte algunas prendas de ropa que no te preocupe ensuciar.
  • Busca algunos limpiadores suaves hechos a base de ácido que se hayan diseñado específicamente para limpiar los ladrillos.
  • Si decides usar una lavadora a presión para rociar una pared de ladrillo, usa una presión inferior a 207 bar (3000 psi) para evitar los daños, sobre todo si la pared es antigua o está empezando a desmoronarse.
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Advertencias

  • Para limpiar los ladrillos, suelen recomendarse algunos ácidos fuertes, como el ácido muriático, pero estos pueden provocar manchas y acelerar el desgaste de las paredes más antiguas. Por esa razón, no debes elegirlos como primera opción para hacer una limpieza básica.
  • Es probable que los ladrillos muy agrietados o desmoronados necesiten un nuevo revestimiento.
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Cosas que necesitarás

  • escoba
  • cepillo de cerdas duras con mango largo
  • manguera
  • amoniaco
  • lejía con cloro
  • cubeta grande
  • botella con atomizador
  • guantes de goma, mascarilla y protección para los ojos
  • lavadora de presión (opcional)

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