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Si no te sale natural ser decidido, necesitarás entrenar tu mente a rechazar la indecisión y a aprovechar rápidamente la oportunidad de tomar una decisión. Practica tomando decisiones al instante mientras mejoras la forma en que tomas decisiones serias y a largo plazo. Hacerlo puede ayudarte a lamentarte menos cuando las cosas no resultan a tu manera y finalmente, puede hacer de ti una persona más decidida.

Parte 1
Parte 1 de 4:

Entrenar tu mente

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  1. Esto puede parecer un razonamiento circular, pero el hecho es que primero debes tomar la decisión de convertirte en una persona más decidida antes de ser realmente decidido. Si eres indeciso por naturaleza, seguirás siendo así por costumbre. Convertirte en una persona decidida requerirá un esfuerzo activo y consciente.
    • Debes decirte a ti mismo que eres decidido; y no que "puedes ser" o "serás" decidido, sino que ya lo "eres". Por otra parte, también es necesario que dejes de decirte a ti mismo que eres indeciso, además de dejar de decírselo a otras personas. [1]
  2. Trata de imaginarlo. Pregúntate cómo se sentiría ser más decidido y cómo te verías ante los demás una vez que empieces a adoptar una actitud más decidida frente a los problemas. Mientras más lo visualices, más clara y más familiar será la imagen.
    • Presta especial atención a los sentimientos de confianza en ti mismo y a las señales de respeto de parte de los demás. Si eres pesimista por naturaleza, podría ser difícil imaginar resultados positivos. A pesar de ello, fuérzate a hacerlo si es necesario y no te obsesiones con las preocupaciones acerca de si las cosas saldrán mal o si las personas se molestarán contigo.
  3. Acepta que cada decisión que tomes te permitirá una oportunidad de aprender, incluso aquellas decisiones que aparentemente provocan resultados desfavorables. Si aprendes a ver el lado bueno de cada decisión que tomas, tendrás menos temor de las que salen mal.
  4. Todos cometemos errores. Decirlo puede parecer trillado, pero es la verdad. Reconocer y aceptar dicha verdad no te hará más débil. Al contrario, aceptando tu imperfección, puedes entrenar tu mente a dejar de tenerle miedo. Una vez que superes ese miedo, este ya no podrá controlarte ni impedirte avanzar.
  5. [2] Algo sucederá ya sea que la elijas activamente o no. En ese sentido, no tomar una decisión es lo mismo que sí hacerlo. Aunque al no haber elegido voluntariamente, pierdes control de la situación. Ya que siempre resulta algo de cada oportunidad de tomar una decisión, finalmente estarás mejor tomando la decisión y manteniendo el control que dejándola escapar de tus manos.
    • Por ejemplo, puedes estar dudando entre dos oportunidades de trabajo. Si te rehúsas a tomar una decisión acerca de cuál escoger, una compañía podría retirar su oferta, haciendo que elijas a la otra compañía. El primer empleo podría haber sido el mejor para ti, pero lo dejaste pasar porque no te tomaste el trabajo de hacer tu elección.
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Parte 2
Parte 2 de 4:

Practicar la decisión

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  1. Como dice el dicho, “la práctica hace al maestro”. Empieza con decisiones simples que tengan consecuencias mínimas. Sigue practicando con estas pequeñas decisiones hasta que puedas tomarlas en un santiamén.
    • Las pequeñas decisiones incluyen preguntas como "¿Qué debo cenar hoy?" o "¿Voy al cine o me quedo en casa este fin de semana?" Por lo general, estas elecciones no tienen consecuencias a largo plazo y no te afectarán ni a ti ni a un pequeño grupo de gente.
  2. Una vez que te sientas cómodo con las pequeñas elecciones, ponte frente a situaciones que requieran tomar decisiones mucho más osadas en un periodo de tiempo similar al de las más fáciles. No es necesario que las consecuencias sean demasiado graves, sino que las decisiones en sí deben ser más intimidantes.
    • Por ejemplo, podrías comprar dos boletos para un evento antes de separar una fecha o comprar los ingredientes antes de escoger una receta. Si te preocupa desperdiciar algo, es más probable tener la seguridad de tomar una decisión para evitar ese desperdicio. [3]
  3. Cuando te ves forzado inevitablemente a tomar una decisión de inmediato, hazlo. Confía en lo que dice tu corazón y aprende a escuchar tus instintos. Algunas veces puedes tropezar, pero con cada experiencia, poco a poco agudizarás y mejorarás tu intuición.
    • En realidad esta es una parte muy importante del proceso. Necesitas tener fe en la idea de que ya eres capaz de tomar buenas decisiones instantáneamente. Si los resultados iniciales sugieren lo contrario, simplemente persevera hasta que te vuelvas bueno en ello y confía que ese día vendrá después de haber adquirido la experiencia suficiente.
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Parte 3
Parte 3 de 4:

Tomar mejores decisiones

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  1. Cuando te encuentres frente a una elección que no requiera una respuesta instantánea, ponte una fecha límite para tu decisión. Si una fecha límite externa ya existe, establece una fecha interna aparte que puedas tolerar y que se dé antes del cumplimiento de la fecha límite externa.
    • La mayoría de decisiones no requieren tanto tiempo como podrías asumir al principio. Sin una fecha límite, es más probable que pospongas tomar una decisión, lo que finalmente puede conducirte a una mayor incertidumbre al momento de hacer tu elección.
  2. [4] Reúne toda la información que puedas acerca de cada posible decisión implicada en el asunto. Una vez que sepas que estás bien informado, te sentirás naturalmente más capaz de llegar a una conclusión aceptable.
    • Tienes que buscar activamente la información que necesitas. No te quedes sentado esperando que caiga del cielo. Investiga el asunto que tienes a mano desde todos los ángulos posibles durante el plazo establecido.
    • A veces, podrías llegar a tomar tu decisión en medio de la investigación. Si ese es el caso, confía en tu instinto y hazlo. Pero si ese no es el caso, revisa tu investigación después de haber reunido la mayor cantidad posible de información y trata de llegar a la decisión desde ese punto.
  3. La práctica es una de estas ventajas. Anota las ventajas y desventajas que implica cada posibilidad. Visualizar las posibles consecuencias te permitirá ver tus opciones de manera más efectiva.
    • También ten en mente que no todos los “pros” y “contras” son iguales. Tu columna de “pros” podría tener uno o dos puntos, mientras que la columna de “contras” tiene cuatro o cinco puntos, pero si los dos puntos de la primera columna son muy importantes y los cuatro de la segunda columna son bastante insignificantes, las “ventajas” aún pueden sobrepasar a las “desventajas”.
  4. Si ninguna opción parece buena, pregúntate si realmente estás buscando todas las opciones posibles de determinado asunto. Si hay percepciones o ideas que te impiden considerar otras alternativas, deshazte de ellas y busca opciones sin tener inclinaciones por ninguna.
    • Por supuesto, algunos de los límites que estableces naturalmente son buenos. Deshacerte de dichos límites para considerar las opciones que se ocultan detrás de ellos no te hará daño porque aún serás capaz de darte cuenta que dichas opciones no son buenas. Darte más opciones no significa que no podrás ver las malas opciones; eso solo significa que tendrás la oportunidad de encontrar una buena elección que nunca antes habrías considerado.
  5. Imagina cómo serán las cosas si tomas una decisión específica. Visualiza mentalmente tanto lo positivo como lo negativo. Hazlo con cada opción, luego pregúntate cuál de esos resultados que has visualizado finalmente es el mejor.
    • Considera tus sentimientos. Imagina cómo te sentirás si eliges una opción en vez de otra y pregúntate si una opción te permitirá sentirte realizado mientras que otra podría hacerte sentir vacío.
  6. [5] A veces no hay manera de evitar una situación desagradable. Cuando esto sucede, piensa cuáles son las prioridades más importantes. Concéntrate en satisfacer dichas prioridades por encima de los asuntos que consideras menos urgentes.
    • En ocasiones, esto significa definir valores esenciales. Por ejemplo, cuando tomas una decisión respecto al futuro de tu relación, pregúntate qué consideras realmente importante en una relación. Si la sinceridad y la compasión son más importantes para ti que la emoción, estarás mejor con la persona hogareña y sincera que con la persona aventurera y mentirosa.
    • Oras veces, esto significa determinar qué consecuencias valen mucho más que otras. Si necesitas tomar una decisión respecto a un proyecto y te das cuenta de que no puedes satisfacer a la vez tu presupuesto y tus demandas de calidad, pregúntate si el presupuesto o la calidad son más importantes para dicho proyecto.
  7. Rebusca en tu memoria y piensa en cualquier decisión que enfrentaste en el pasado y que se asemejaba a la decisión que afrontas actualmente. Piensa en las elecciones que hiciste en ese entonces y pregúntate cómo resultaron. Imita las buenas decisiones y haz todo lo contrario a las malas.
    • Si tienes la costumbre de tomar malas decisiones, trata de pensar en cuál es la causa que se oculta bajo esas malas decisiones. Por ejemplo, tal vez la mayoría de tus malas elecciones se basan en el deseo de obtener riqueza o poder. Si ese es el caso, entonces excluye dichas opciones que satisfarían ese deseo y considera otras alternativas.
  8. Aunque puedes reflexionar en el pasado para guiarte en el presente, finalmente, necesitas recordar que te encuentras en el presente. Las ansiedades y temores acerca de las cosas que sucedieron en el pasado deben quedarse en el pasado.
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Parte 4
Parte 4 de 4:

Manejar las consecuencias

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  1. Escribe un registro de las decisiones importantes que tomas y de los motivos que te llevaron a cada decisión. Cuando empiezas a dudar o titubear acerca de una de estas decisiones, lee lo que escribiste acerca de ella. Leer el proceso de reflexión detrás de tu decisión a menudo puede contribuir a fortalecer tu determinación.
    • También puedes revisar este diario durante los momentos de relajación, cuando no es necesario tomar ninguna decisión o cuando las consecuencias de una decisión pasada ya no agobian tu mente. Revisa tus entradas para ver el proceso de reflexión y examinarlo de manera objetiva. Evalúa tus elecciones pasadas, preguntándote qué te conduce al éxito y qué te lleva al fracaso y toma notas para no cometer los mismos errores en el futuro.
  2. Cuando una decisión termina mal, analiza lo que salió mal, luego sigue adelante y pasa a la siguiente elección. Lamentarte no te conducirá a nada. No puede retroceder el tiempo, pero sí puede impedirte avanzar y generalmente lo hace.
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