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Las ampollas de sangre se producen por daños o lesiones en la piel, como un pellizco muy fuerte. El resultado será una un bulto rojo y lleno de líquido que puede ser muy doloroso al tacto. A pesar de que la mayoría de las ampollas de sangre no sean graves y se desaparezcan por sí solas con el tiempo, es importante aprender a tratar una ampolla de sangre para reducir el malestar y evitar una infección. Hay una serie de pasos que puedes hacer en casa para tratar una ampolla de sangre y asegurarte de que se cure de forma segura y completa.

Método 1
Método 1 de 5:

Tratar la ampolla inmediatamente después de la lesión

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  1. Empieza por quitar cualquier cosa que esté presionando la ampolla y déjala expuesta al aire libre. Debes asegurarte de que no haya nada que esté rozando o presionando la ampolla. Exponerla al aire permite que se empiece a curar de forma natural. Si no está bajo ningún tipo de presión, la ampolla permanecerá intacta y habrán menos probabilidades de que se desgarre o se reviente provocando una infección. [1]
  2. Puedes aplicar paquetes de hielo en la zona afectada por 10 a 30 minutos a la vez. Esto servirá para reducir el dolor y enfriar la ampolla en caso de que esté caliente y palpitante. También se puede colocar hielo sobre la ampolla con cierta regularidad pasado el daño, no solo inmediatamente después de la lesión.
    • No coloques el hielo directamente sobre la piel, ya que se puede producir una quemadura por frío. En su lugar, coloca una toalla entre el hielo y la piel para proteger la zona dañada. [2]
    • Aplica suavemente un gel de aloe vera en la ampolla de sangre para aliviar el dolor y la hinchazón. [3]
  3. Tal vez sea tentador hacerlo, pero reventar la ampolla podría causar una infección y retardar el proceso natural de curación del cuerpo. Si la ampolla de sangre está en un lugar que normalmente experimenta presión, trata de no ejercer una presión prolongada sobre ella.
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Método 2
Método 2 de 5:

Dejar que se cure por sí sola

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  1. La mayoría de las ampollas de sangre se curan por sí solas con el tiempo, pero conservar el área limpia y seca permitirá que el proceso de curación avance lo más rápido posible. [4] Mantenerla expuesta al aire ayuda al proceso de curación, pero también reduce el riesgo de infección.
  2. Si la ampolla de sangre está en una zona que normalmente estaría rozándose contra algo, como por ejemplo en el talón o los dedos del pie, toma precauciones para reducir la fricción contra la ampolla. La ampolla será más propensa a desgarrarse o reventarse si está expuesta a mucha fricción, lo que se produce cuando está rozándose contra otra superficie, como los zapatos. Utilizar un parche de tela suave o fieltro con forma de aro es la manera más simple de evitar la fricción. [5]
    • Puedes conseguir parches para ampollas en forma de aros hechos de fieltro autoadhesivo o tela suave para reducir la fricción y a la vez deja a la ampolla descubierta para que se cure más rápido. [6] Coloca la ampolla en el centro del parche para aliviar la presión y la fricción. [7]
  3. Las ampollas que están rozándose frecuentemente contra algo, como aquellas en el pie o en los dedos, pueden cubrirse con un vendaje suelto para mayor protección. [8] Los vendajes sirven para reducir la presión y evitar la fricción sobre la ampolla, las dos cosas claves para ayudar a que una ampolla de sangre se cure y para reducir el riesgo de infección. Asegúrate de utilizar un vendaje esterilizado y cámbialo frecuentemente. [9]
    • Antes de aplicar un vendaje, limpia la ampolla y la zona que la rodea.
  4. Si la ampolla es demasiado grande, haz una cita con el médico. Ese tipo de ampollas a veces necesitan drenarse y es mejor hacerlo bajo supervisión médica para evitar una infección.
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Método 3
Método 3 de 5:

Saber cómo y cuándo drenar una ampolla de sangre

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  1. Aunque las ampollas de sangre se curan por sí solas y en la mayoría de los casos se debe dejar que lo hagan, hay algunas veces en que drenarlas podría ser la mejor opción. Por ejemplo, en el caso de que se esté acumulando una gran cantidad de sangre y te esté provocando demasiado dolor. O si se está poniendo tan grande que es probable que se rompa de todos modos. [10] Piensa si realmente necesitas drenarla y haz lo que resulte más seguro para ti.
    • Este es especialmente el caso de las ampollas de sangre, que deben tratarse con mucho más cuidado que las ampollas normales.
    • Si decides drenarla, debes hacerlo con mucho cuidado y ser metódico con el fin de reducir las probabilidades de contraer una infección.
    • Debido al riesgo de infección, nunca debes drenar una ampolla de sangre si tienes alguna enfermedad como el VIH, diabetes, una cardiopatía o cáncer.
  2. Si has decidido que necesitas drenar la ampolla de sangre, debes asegurarte de no infectarla. Lávate muy bien las manos y la zona donde se encuentre la ampolla con agua y jabón antes de comenzar. Luego esteriliza una aguja con alcohol. Vas a utilizar esa aguja para hacer una punción en la ampolla (nunca uses un alfiler recto, ya que será menos afilado que una aguja, y a veces tiene un área irregular en la punta). [11]
  3. Hinca suavemente y con mucho cuidado el borde de la ampolla con la aguja. El líquido empezará a drenarse por el agujero que has realizado. Puedes ejercer una ligera presión para ayudarla a drenar si es necesario. [12]
  4. Ahora aplica sobre la ampolla un antiséptico (asumiendo que no tienes alergias) como la povidona yodada (Betadine). Limpia alrededor de la ampolla y véndala con un vendaje esterilizado. Cuando hayas terminado, debes hacer todo lo posible para evitar cualquier tipo de presión o fricción sobre la ampolla. Para protegerte de una posible infección, deberás observar atentamente la ampolla y cambiar el vendaje con frecuencia. [13]
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Método 4
Método 4 de 5:

Tratar una ampolla de sangre reventada o cortada

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  1. Si la ampolla se revienta o se desgarra como resultado de la presión o fricción, deberás limpiarla rápidamente para evitar una infección. Empieza por drenar cuidadosamente el fluido de la ampolla si se ha reventado. [14]
  2. Lava muy bien la zona, y luego aplica un ungüento antiséptico (al que no seas alérgico), como lo harías si hubieras drenado la ampolla tú mismo. [15] Evita aplicar alcohol o yodo directamente sobre la ampolla, ya que estas sustancias podrían retardar el proceso de curación.
  3. Después de drenar el fluido, ten cuidado de dejar el exceso de piel intacta, alisándola cuidadosamente sobre el área de piel que está en carne viva. Esto brindará una protección adicional a la ampolla y facilitará el proceso de curación. No te arranques la piel que esté por los bordes de la ampolla. [16]
  4. Es muy importante cubrir la ampolla con un vendaje limpio para evitar las infecciones. El vendaje debe proporcionar la presión suficiente como para evitar más rupturas de los vasos sanguíneos, pero no debe estar tan ajustado que impida la circulación en esa zona. Cambia el vendaje todos los días después de limpiar la zona afectada. Debes dejar que la ampolla se cure por sí sola durante una semana.
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Método 5
Método 5 de 5:

Revisar si aparecen signos de infección

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  1. Si desarrollas una infección, el médico podría recetarte antibióticos orales para curar la infección por completo. Es importante limpiar y vendar muy bien la ampolla para reducir las probabilidades de contraer una infección.
    • Si empiezas a sentir un malestar general y tienes fiebre o temperatura alta, esto podría indicar la presencia de una infección. [17]
  2. Los síntomas de una infección incluyen enrojecimiento e hinchazón alrededor de la zona, o un dolor que aparezca mucho después de que se haya producido la ampolla. Siempre revisa atentamente la ampolla para ver si aparecen estos síntomas y toma las medidas adecuadas. [18]
  3. Si ves que hay líneas rojas saliendo de la ampolla, esto podría indicar una infección severa que se ha extendido al sistema linfático. La linfangitis generalmente se produce cuando los virus y las bacterias de una herida infectada se extienden dentro de los canales del sistema linfático. [19]
    • Otros síntomas de linfangitis incluyen ganglios linfáticos inflamados, escalofríos, fiebre, pérdida del apetito y un malestar general. [20]
    • Si presentas estos síntomas, ponte en contacto con el médico inmediatamente.
  4. La secreción de pus es otro síntoma de una ampolla de sangre posiblemente infectada. Observa si hay pus de color verde y amarilla o líquidos turbios acumulándose en la ampolla o drenando fuera de ella. Usa tu criterio para lidiar con la ampolla y emplea buenos hábitos de higiene para prevenir una infección.
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