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No siempre es fácil decirle a la gente cómo te sientes. Si eres tímido o si prefieres evitar la confrontación, es posible que dejes de lado la oportunidad de compartir tus opiniones o de defender lo que consideras que ignoran. Si bien a veces puede ser intimidante, llegar a ser más firme durante los debates puede cambiar tu vida. Aumentarás tu confianza, estarás más decidido en tus creencias y harás que las personas tomen nota cuando participes. Aprender a decir lo que piensas libremente consiste en cambiar tu actitud; deberás tener fe en que vale la pena que los demás escuchen lo que dices.

Parte 1
Parte 1 de 3:

Aprender a expresarte

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  1. Antes de empezar a hablar, tranquilízate y procura calmar tus nervios. Respira de manera lenta y profunda a la cuenta de diez. Relájate y deja que tus ideas se estabilicen, deja a un lado las dudas y otras ideas negativas. Es normal que te pongas ansioso cuando toda la atención esté en ti. Cuanto más controles tus palabras y emociones, lograrás comportarte mejor durante una conversación. [1]
    • Trata de no irritarte demasiado cuando te sientas frustrado y tampoco te emociones mucho si el tema es uno que te apasiona. Ser muy emotivo puede hacer que sea más difícil expresar lo que tratas de decir.
  2. Prepárate para hablar con familiares y amigos cercanos. A medida que mejores, sal de tu zona de confort poco a poco hasta que ya no tengas miedo de hacer escuchar tu voz. La mayoría de las personas consideran que es mucho más fácil expresarse con los más cercanos que con los que son completamente desconocidos, ya que les preocupa el hecho de que las juzguen.
    • Empieza por ofrecer tu opinión en conversaciones casuales en las que no sientas mucha timidez por hacerlo. Por ejemplo, podrías empezar por hacer comentarios de improviso tales como “Mamá, esta noche la cena estuvo excelente” o “En realidad no me interesa este programa, ¿podemos ver otro?”. Es poco probable que los diálogos como estos terminen en una discusión o desafío.
    • Hablar con personas con las que ya tienes familiaridad te permitirá evitar ideas autocríticas y podrás concentrarte en tu mensaje.
  3. Manifiéstate de manera fuerte y clara con un tono firme y seguro. Tómate el tiempo de expresar tus ideas, no balbucees ni trates de hablar muy rápido. Las personas tranquilas a menudo pasan desapercibidas no solo por el bajo volumen de sus voces, sino por la conducta general que muestran y que indica a los demás que no vale la pena que las escuchen. [2]
    • Si desarrollas una voz cautivadora, será más probable que las personas tomen en serio lo que tienes que decir.
    • Ser firme es bueno. Ser autoritario o fuerte no lo es. Conoce la diferencia para que evites enemistarte con tu oyente.
  4. Por encima de todo, cree en ti. Si no es así, tus palabras no tendrán convicción. Vale la pena que recuerdes que eres una persona única con tus propios pensamientos, valores e ideas. Si no tienes la seguridad de expresarlos, nadie se beneficiará de escucharlos. [3]
    • Si tienes que hacerlo, “finge hasta conseguir tu objetivo”. Finge que te sientes muy cómodo compartiendo una opinión. Al final no se verá como algo muy importante.
    • Desarrolla habilidades comunicativas seguras. Mira a los ojos a la persona con la que hablas y utiliza un lenguaje fuerte y activo. Evita frases de relleno como “Eh”, “Así” o “¿Sabes?” ya que debilitan tu impacto. [4]
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Parte 2
Parte 2 de 3:

Superar el miedo a la confrontación y al ridículo

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  1. Olvídate de tratar de complacer a las personas. El miedo al juicio no debe impedir que el mundo sepa cómo te sientes. No todas las personas siempre van a estar interesadas ni van a aceptar lo que dices. Esto no debe desalentarte de hacerte justicia. [5]
    • Pregúntate qué es lo peor que podría pasar si te expresas. Una vez que mires con detenimiento las razones para mantenerte callado, te darás cuenta de que empezarán a desaparecer. [6]
  2. Apoya la validez de tus puntos de vista. Con el fin de que tus palabras tengan peso, deberás reconocer el valor que tienen. Lo importante es que tengas el coraje de hacer saber tu posición, incluso si las personas cercanas a ti no están de acuerdo contigo. La ansiedad por ver cómo te perciben los demás no debe impedir que apoyes lo que piensas que es correcto. [7]
    • Mantente firme a tus convicciones. No siempre es fácil reunir el valor para decirle a alguien “Estás siendo egoísta” o “Pienso que lo que haces es incorrecto”. Sin embargo, si sientes un impulso urgente por expresarte sobre un determinado tema, probablemente signifique que es importante.
    • Expresa tus opiniones sin vergüenza, pero no obligues a los demás a aceptarlas.
  3. Cuando tengas la oportunidad de hablar, aprovéchala. Sé consciente de los debates que pasan a tu alrededor y espera el momento adecuado de aportar. Tus oyentes se podrían sentir impresionados por lo que tienes que decir, lo cual los llevará a buscar tus opiniones con más frecuencia. Muchas personas se contienen porque tienen miedo de llamar la atención o de decir algo estúpido; sin embargo, nunca saben cuándo tendrán otra oportunidad. [8]
    • Haz afirmaciones firmes y formula preguntas bien pensadas que muestren iniciativa. Incluso decir “No estoy seguro de haber entendido el último punto. ¿Podrías explicarlo de nuevo?” mostrará que estás comprometido y que haces un esfuerzo por promover un debate igualitario.
    • Para el tiempo en que desarrolles el coraje para hablar, otra persona ya podría haber dicho lo que ibas a decir.
  4. Deja de decirte “Nadie quiere saber mi opinión”. Tus pensamientos son tan legítimos como los de otras personas. De hecho, en realidad podrían estar en concordancia con los de una mayoría de personas que son muy tímidas como para expresarse. Si esperas que se rían de ti o que te contradigan, solo estarás perjudicando la forma en que te sientes. [9]
    • Mostrar tu confianza y disposición para decir tus reclamos con valentía puede inspirar a los demás a defender sus propias creencias con más libertad.
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Parte 3
Parte 3 de 3:

Saber cuándo expresarte

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  1. Si una conversación se puede beneficiar con tu participación, involúcrate. El sano intercambio de ideas es fundamental a fin de ser una persona más comprensiva. Por lo general, en un discurso profundo y con muchas emociones, hay la oportunidad de aprender y de impartir un poco de propia sabiduría. [10]
    • Puedes empezar comentarios y opiniones con frases como “Pienso que…” o “Mi creencia es que…”.
    • Sé consciente de la forma en que te presentas en debates sobre política, religión y problemas éticos ya que puede generar conflictos fácilmente. [11]
  2. Muéstrate activo al hacer planes o tomar decisiones. Explica tu línea de pensamiento y deja en claro cuáles son tus preferencias. Al no hablar, pierdes tu voz en las decisiones que se toman, incluso si te afectan. [12]
    • Una acción tan pequeña como vetar una opción respecto a dónde almorzar puede hacer que te sientas más capacitado para hablar.
    • Si no estás seguro de si una idea particular pueda ser aceptada, haz que se vea como si solo fuera una lluvia de ideas. Prueba algo como “¿Piensas que funcionaría mejor si nosotros…?” o “¿Y si en vez de ir al teatro, nos acurrucamos y vemos una película en el sofá?”.
  3. No hablar se puede malinterpretar como permisividad o indiferencia. Si te opones a algo, dilo. Asume una postura franca sobre creencias, conductas y temas objetables en términos claros. De lo contrario, serás tan culpable de las circunstancias como la persona que las creó. [13]
    • Una mirada despectiva nunca tendrá el mismo efecto que preguntar con fuerza algo como “¿Qué te hace pensar que es aceptable que te comportes de ese modo?”.
    • No puedes cambiar la forma en que son las cosas hasta que primero indiques qué hay de malo en ellas.
  4. Sé educado, objetivo y muéstrate dispuesto a escuchar, incluso (tal vez de manera especial) cuando un debate simple se convierta en una discusión. Haz tu mejor esfuerzo para alentar siempre una comunicación abierta y respetuosa. La forma en que te comportes durante una conversación debe servir para dar un ejemplo positivo. Saber cuándo es mejor no dar tu opinión o ahogar tus deseos de expresar tus pensamientos es tan importante como saber cuándo hablar con orgullo. [14]
    • Resiste la tentación de ser proclive a utilizar insultos en medio de una discusión acalorada. La frase “Lo siento, pero estoy en desacuerdo” da a entender lo mismo, pero sin mostrar hostilidad. Si puedes mantener la calma, será mucho más probable que la persona con la que hables te escuche y te tome en serio.
    • Piensa dos veces antes de decir algo que sabes que podría ofender o ser tomado de manera equivocada.
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Consejos

  • Sé directo, es decir, di lo que piensas y haz lo que dices.
  • Enfócate en transmitir tu mensaje de manera clara, sin importar cuál sea. El oyente nunca tiene que adivinar el significado de lo que dices.
  • Al principio, puede ser intimidante reunir el coraje para expresarte. Para muchas personas, llegar a ser más franco y tener confianza puede ser una búsqueda que durará toda la vida. No tienes que cambiar cómo eres de la noche a la mañana. Solo aumenta tu comodidad compartiendo tus pensamientos poco a poco hasta que ya no sea una perspectiva desalentadora.
  • Practica tus habilidades como oyente, además de perfeccionar tus habilidades comunicativas. También es importante escuchar las opiniones de las demás personas.
  • Restringe, o elimina las obscenidades o groserías de tu vocabulario. Puede ser difícil tomar en serio a un hablante cuando utiliza un lenguaje ofensivo de manera constante.
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Advertencias

  • Utiliza tu mejor juicio al determinar qué es y no es aceptable de decir. No permitas que tu boca te meta en problemas.
  • Trata de no dominar la conversación. Bríndale a la otra persona la oportunidad justa de hablar.
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