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Si la última vez que te confesaste fue hace un buen tiempo y necesitas un repaso de los procedimientos, ¡no temas! El presente artículo te echará una mano para preparar y hacer una buena confesión.

Método 1
Método 1 de 4:

Antes de la confesión

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  1. La mayoría de parroquias ofrece servicios de reconciliación semanales, mientras que otras iglesias los brindan a diario. Si tu parroquia no ofrece un servicio acorde con tu horario, llama al sacerdote y programa una confesión privada.
    • Podrás programar una sesión privada con el sacerdote si crees que tu confesión tomará un poco más de tiempo que lo habitual (más de 15 minutos). Te lo recomendamos en el caso de que hayas abandonado la Iglesia, hayas cometido un pecado grave o no te hayas confesado en mucho tiempo. [1]
  2. El objetivo de la penitencia y la confesión es sentir un remordimiento genuino, o sea el acto de contrición. Deberás rechazar abiertamente el pecado que hayas cometido y tomar la decisión de no volverlo a cometer. Para mostrarle a Dios que tu pesar es genuino y auténtico, tendrás que estar verdaderamente arrepentido y profesar el rechazo de repetir dicho comportamiento.
    • Ello no quiere decir que nunca más volverás a pecar; todos los seres humanos lo hacemos todos los días. Sencillamente estarás tomando la decisión de tratar de evitar las ocasiones cercanas que te conlleven a pecar, lo cual todavía cuenta como arrepentimiento. Si lo deseas, Dios podrá ayudarte a resistir la tentación, siempre y cuando tengas la intención de mejorar por tu cuenta. [2]
  3. Reflexiona sobre tus malas acciones y por qué son malas. Toma en cuenta el dolor que siente Dios al verte cometer ese pecado y recuerda que por su culpa Jesús sufrió más en la cruz. Por este motivo deberás sentir pesar, además estar verdaderamente arrepentido es un componente necesario para una buena confesión.
    • Considera hacerte las siguientes preguntas cuando hagas un examen de consciencia:
      • ¿Cuándo fue la última vez que me confesé? ¿Fue una confesión honesta y completa?
      • ¿Le hice una promesa especial a Dios la última vez? ¿Cumplí mi promesa?
      • ¿Acaso he cometido algún pecado mortal o grave desde mi última confesión?
      • ¿He cumplido los 10 mandamientos?
      • ¿Acaso he dudado de mi fe?
  4. Un buen comienzo será leer los 10 mandamientos en Éxodo 20:1-17 o Deuteronomio 5:6-21. A continuación te presentaremos unos cuantos recordatorios de cómo Dios se nos acerca con perdón misericordioso:
    • ”Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”. 1 Juan 1:9.
    • “Hijitos míos, les escribo estas cosas para que no pequen. Si alguno ha pecado, tenemos un abogado ante el Padre, a Jesucristo el justo.” 1 Juan 2:1,2.
    • ¿A quién debemos confesarle nuestros pecados y por qué?: ”Contra ti, y sólo contra ti, he pecado;¡ante tus propios ojos he hecho lo malo!” Salmos 51:4.
      • Ver Génesis 39:9.
  5. Ora antes de ir a confesarte. Deberás ser honesto y estar arrepentido. Ora al Espíritu Santo para que te guíe y te ayude a recordar a fin de que sientas una verdadera contrición por tus pecados. Podrías orar algo como: “Ven Espíritu Santo, ilumina mi mente para que pueda conocer mis pecados con claridad, toca mi corazón para que me arrepienta de ellos y mejora mi vida. Amén”.
    • Procura identificar las causas de tus pecados: ¿tienes inclinaciones cuestionables? ¿Es un asunto de debilidad personal o malos hábitos? Procura eliminar al menos una de estas causas. Para que sea más fácil, deshazte de algo negativo en tu vida y perfecciona el aspecto más positivo. [3]
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Método 2
Método 2 de 4:

Durante la confesión

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  1. Cuando sea la hora, podrás optar por una confesión cara a cara o una anónima. Si prefieres que tu identidad permanezca en el anonimato, sencillamente arrodíllate frente a la cortina que te separa del sacerdote y él dará inicio a la confesión. Si prefieres tener una confesión cara a cara, sólo necesitarás caminar alrededor de la cortina y sentarte en la silla frente al sacerdote. Él te estará esperando.
    • Recuerda que las confesiones son absolutamente confidenciales: el sacerdote jamás (tampoco le está permitido) revelará tus pecados a nadie. Él sabe que debe cumplir el sello confesional sea cual sea la circunstancia, aunque esté sufriendo de muerte. No permitas que tus preocupaciones afecten tu confesión.
  2. El sacerdote dará inicio a la confesión con la oración de la señal de la cruz. Sigue su iniciativa. Existen algunas variantes, pero el rito latino es el más común.
    • En el rito latino: hazte la señal de la cruz diciendo: “Bendíceme, Padre, porque he pecado” y prosigue a decirle cuándo fue la última vez que te confesaste (no es necesario recordar cuántas veces, sólo la frecuencia de los pecados importantes).
    • En el rito bizantino : arrodíllate frente a la imagen de Cristo, el sacerdote estará sentado a tu lado y podría poner su epitrachelion (estola) en tu cabeza o esperar a hacerlo hasta la oración de absolución. No te preocupes si lo hace de una u otra manera.
    • En otras iglesias orientales : los procedimientos podrían variar.
    • Sea cual sea la variante, cuéntale tus pecados (incluido el número de veces que los hayas cometido). Ve en el orden siguiente: de los más a los menos serios. No omitas ningún pecado mortal que recuerdes. No tendrás que darle detalles explícitos de tus pecados a menos que el sacerdote lo considere necesario, en cuyo caso te pedirá que se los digas.
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Método 3
Método 3 de 4:

Después de la confesión.

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  1. Por lo general, te brindará consejos para que sepas qué hacer para no pecar en el futuro. A continuación, te pedirá que repitas el acto de contrición. Deberás repetirlo con sinceridad, sintiendo verdaderamente lo que dices. Si no lo sabes de memoria, escríbelo o pídele al sacerdote que te ayude.
    • Al final de la sesión, será probable que te recomiende hacer una penitencia (la cual deberás cumplir lo más pronto posible). Al final de la absolución te dirá: “Te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. [1] Si hace la señal de la cruz, hazla también. Luego, te despedirá diciendo algo como: “Ve en paz para amar y servir al Señor”. Responde: “Gracias a Dios”, sonríe al sacerdote y retírate del confesional.
  2. Regresa a la iglesia y siéntate donde estabas sentado. Cuando empieces la penitencia, agradécele a Dios por haberte perdonado. Si recuerdas algún pecado grave que hayas olvidado confesar, ten presente que ya ha sido perdonado junto con los otros, pero asegúrate de confesarlo en la siguiente confesión.
    • Si la penitencia dada por el sacerdote consiste en repetir algunas oraciones, hazlo en silencio y con devoción. Arrodíllate en el banco, ten las manos entrelazadas y la cabeza gacha hasta que hayas terminado tu penitencia y hayas reflexionado adecuadamente sobre tu experiencia. Toma la determinación de regresar al sacramento de la reconciliación a menudo.
  3. Incorpórate gozoso y confiado de que el Señor te ama y ha sido misericordioso. Vive para Él cada minuto de tu vida y deja que todos vean lo maravilloso que es servir al Señor.
    • Sé consciente. No creas que la confesión es un motivo para seguir pecando. Gózate de haber sido perdonado y vive como Dios quiere que vivas para que minimices la necesidad de confesarte.
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Método 4
Método 4 de 4:

Acto de contrición

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“Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, me pesa de todo corazón haber pecado, porque he merecido el infierno y he perdido el cielo, sobre todo porque te ofendí a Ti, que eres bondad infinita, a quien amo sobre todas las cosas. Propongo firmemente, con tu gracia, enmendarme y evitar las ocasiones de pecado, confesarme y cumplir la penitencia. Confío me perdonarás por tu infinita misericordia. Amén”.

Consejos

  • Haz la confesión de forma clara, concisa, contrita y completa. Es decir:
    • Clara: no uses eufemismos (palabras que hacen que el discurso suene mejor), llama a las cosas por su nombre y no tomes demasiado tiempo.
    • Concisa: no busques rodeos o explicaciones y excusas. ¡La confesión es el único lugar en donde el culpable obtiene el perdón completo!
    • Contrita: tienes que estar arrepentido. En ocasiones no lo estarás, lo cual es normal, siempre y cuando lo intentes. Sólo por el hecho de ir a confesarte sabrás que estás arrepentido. En ocasiones, hacer más penitencia e intentar compensar los pecados cometidos será excelente para mostrarle a Dios que estás arrepentido por haberlo ofendido.
    • Completa: deberás decir todos tus pecados. Será una contradicción que no confieses todos tus pecados mortales. También será una buena idea confesar los pecados veniales, aunque no es obligatorio. Si recibes la Sagrada Comunión con un corazón limpio y piadoso, tus pecados veniales serán perdonados, pero siempre será recomendable confesarte de manera frecuente y manifestar tu pesar por los pecados cometidos. Por eso te recomendamos ir seguido, para que no corras el riesgo de omitir ciertas cosas. Si vas a confesarte, pero no confiesas un pecado mortal, será un pecado mortal en sí y necesitarás confesarte de nuevo, además del pecado de haber ido a confesarte y haberlo omitido intencionalmente. Nunca deberás recibir la Sagrada Comunión sin haber confesado un pecado mortal. Este pecado es sacrilegio y ofende profundamente a Dios.
  • Por el sello de la confesión, el sacerdote no revelará tus pecados a nadie, bajo pena de excomunión. No lo sabrá nadie, ni siquiera el Papa podrá pedir que se los diga. Es más, no se le puede obligar a un sacerdote revelar tus pecados en un juicio penal.
  • No tengas miedo de decirlo todo. Uno de los aspectos más maravillosos de la confesión a otra persona es que los sacerdotes podrán darte excelentes consejos y podrían ser como mentores. Probablemente ya hayan escuchado confesiones similares a la tuya, por lo que seguro estarán listos para aconsejarte a fin de que no peques en el futuro.
  • Recuerda el propósito de este sacramento. El penitente busca el perdón y la reconciliación con Dios y con Su Iglesia. Es cierto, Dios conoce nuestros pecados, no necesitamos recordárselos . Sin embargo, este sacramento podría hacerte sentir mejor; esa sensación de bienestar surge naturalmente después de restablecer la comunión con Dios y con su Iglesia. El pecador se arrepiente y restablece su gracia bautismal. Ver CCC 1440 y lo siguiente: [1]
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Advertencias

  • Ten cuidado y no permitas que el examen de consciencia se convierta en un sentimiento constante de culpabilidad. Considera tus maldades con calma y honestidad.
  • Asegúrate de estar verdaderamente arrepentido de lo que hayas hecho. Tu confesión no tendrá valor si no sientes lo que dices, es más, no serás perdonado.
  • Bajo circunstancias normales, sólo un católico bautizado puede recibir el sacramento de la reconciliación. Sin embargo, esta restricción puede omitirse en el caso de circunstancias graves (como muerte inminente de un cristiano no católico).
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Cosas que necesitarás

  • Guía de oraciones
  • Hora de confesión programada o pública

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