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Proverbios 26:4, 5 dice: "No respondas al necio de acuerdo con su necedad, para que no seas tú también como él. Responde al necio según su necedad, para que no sea sabio ante sus propios ojos". [1] Estos versículos pueden parecer confusos al principio, pero describen la manera en la que los cristianos deben responder a los argumentos y a los ataques espiritualmente necios.

Parte 1
Parte 1 de 3:

Examina el texto

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  1. En este contexto, el "necio" al que se refiere no es alguien que carece de sentido común o preparación académica. El término se usa aquí para describir a alguien que carece de sentido espiritual.
    • La clase de sabiduría mencionada en Proverbios no es casi nunca del tipo intelectual. La mayor parte del libro hace referencia al conocimiento de la vida moral. De esta manera, un necio en Proverbios es alguien que rechaza la verdad espiritual y moral. [2]
    • En alguna otra parte de Proverbios, el necio se describe como alguien que encuentra placer en la maldad (10:23), en la falta de integridad (19:1) y que es desconfiable (26:6), entre otras cosas.
  2. Una afirmación dice que no debes responder al necio, pero la siguiente dice que respondas al necio. Las dos instrucciones parecen contradecirse al principio, pero cuando las examinas de manera más profunda, realmente tienen sentido.
    • El hecho de que estas afirmaciones se encuentren juntas reflejan un tipo de lenguaje paralelo que se usa a lo largo del Antiguo Testamento. Esencialmente, la segunda afirmación se dispone a reafirmar la primera.
    • Este conjunto de versículos simplemente significan que hay veces en las que debes responder al necio y hay otras en las que no.
    • La afirmación "No respondas al necio de acuerdo con su necedad, para que no seas tú también como él", sugiere que no debes responder cuando al hacerlo te haces tan necio como el adversario.
    • La segunda afirmación "Responde al necio según su necedad, para que no sea sabio ante sus propios ojos", explica que debes responder cuando al hacerlo corriges al adversario y le demuestras la inexactitud de su argumento.
  3. Saber cuándo responder al necio y cuándo permanecer callado puede ser difícil, incluso para los apologistas con más experiencia. Examina piadosamente las circunstancias de cada caso antes de hacer algo para que puedas determinar la mejor manera de responder.
    • Es importante que notes que este pasaje se refiere específicamente a la práctica de responder a alguien y no de abordarlo. En otras palabras, los principios que se mencionan deben aplicarse a las situaciones en las que el necio te desafía o te cuestiona con la intención de obligarte a responder.
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Parte 2
Parte 2 de 3:

Cuándo no debes responder al necio

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  1. Hay veces en las que alguien puede iniciar un ataque lleno de malicia solo por el hecho de humillarte o enfurecerte. Estas personas normalmente no tienen ninguna intención de escuchar argumentos contrarios, sin importar cuán razonables puedan ser; por lo que responderles sería una pérdida de tiempo.
    • Lucas 23:7-12 ilustra un ejemplo de un ataque semejante. Cuando Jesús estaba en juicio ante Herodes, este "le hizo muchas preguntas, pero él nada le respondió" (23:9). [3] Herodes trataba de hacer un espectáculo del juicio a Jesús y no tenía ningún interés en la verdad. Responder a Herodes en estas condiciones hubiera sido inútil y degradante; por tanto, Jesús permaneció en silencio. [4]
  2. En algunos casos, el tema que se plantea puede ser muy importante para ignorarlo, a pesar de la actitud del adversario. Sin embargo, muchas veces el tema en cuestión puede ser relativamente intrascendente y no tener la suficiente importancia para abordarlo.
    • Un problema principal podría ser la existencia de Dios. Tendrás que responder a alguien que trate de decirte que Dios no existe, aunque la conversación sea breve. Una vez que hayas dejado clara la verdad y, sin embargo, hayas determinado que la conversación no va a ningún lado, detente antes de que desciendas al nivel de tu adversario.
    • Por otro lado, un problema menor puede incluir algún punto controversial de una doctrina confesional que no se aborda específicamente en la Biblia. Un necio que trata de hacer una montaña de un grano de arena suele descuidar cosas desde el inicio.
  3. Cuando determinas que la mejor decisión es permanecer en silencio, tal vez no tengas otra opción que escuchar las burlas y los ataques del adversario. Puede ser exasperante, pero dejar que se explaye a menudo es una mejor opción que tratar de callarlo(a).
    • No te sorprendas de que el necio trate de forzarte o molestarte para que respondas.
    • En tales circunstancias, tu atacante suele estar más interesado en oponerse a ti que en descubrir o compartir alguna verdad genuina. Esta hostilidad puede producirla muchas razones subyacentes, pero sin importar la causa, el resultado es el mismo.
  4. El necio puede tratar de incitarte para que pierdas el control. Sin embargo, si desciendes al nivel de tu oponente también serás un necio. Esto no le convendrá a nadie.
    • Responder al necio usando sus tácticas te arrastrará al mismo nivel. Usar un lenguaje abusivo invitará el odio y la falta de respeto a tu corazón. Una vez que empieces a albergar el odio, te volverás tan moralmente depravado o necio como tu adversario.
    • Además, negarte a responder al necio lo deja sin la energía necesaria para continuar con el ataque. Alguien que solo quiere molestarte normalmente se detendrá cuando se dé cuenta de que el ataque no cumple su cometido.
  5. Dios puede cambiar los corazones y las mentes y alguien que al presente es un tonto que no admite respuestas puede no serlo mañana. No rechaces del todo a alguien después de un incidente negativo.
    • Aborda las confrontaciones futuras con este tipo de cautela individual, pero sabiendo que la actitud de tu adversario puede cambiar para bien algún día. Recuerda los cambios que Dios ha operado en tu corazón y en tu mente a lo largo de tu vida. Tan solo eso debería ser una prueba de que Dios puede suavizar los corazones y abrir las mentes.
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Parte 3
Parte 3 de 3:

Cuándo responder al necio

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  1. Algunas veces, el necio simplemente no sabe que está mal informado y no es voluntariamente un ignorante. Puede confrontarte con frustración, pero no con odio. Estas son las personas a las que normalmente debes responderles.
    • Es posible que la persona que te habla nunca haya oído la verdad. Las oportunidades pueden estar ahí mismo si él o ella las busca, pero si nadie ha tratado antes de abordar el tema con tu adversario, es muy posible que él o ella nunca hayan encontrado sentido en buscar respuestas sin un estímulo externo.
    • Presta atención a la manera en la que se presenta el argumento. El lenguaje amable y las afirmaciones que parecen meditadas son normalmente signos favorables de que la persona con la que hablas hace un esfuerzo sincero para conversar contigo. Por otro lado, los ataques personales, el lenguaje hostil y los argumentos que parecen líneas ensayadas son generalmente signos de que esa persona es un necio con la mente cerrada a quien no vale la pena responder.
  2. El guardar silencio se puede malinterpretar como un consentimiento del argumento necio, necesitas hablar. Esto es cierto independientemente de la actitud de tu adversario.
    • Por ejemplo, si estás entre un grupo de gente y tu adversario respalda una declaración moralmente depravada con una afirmación como “Creo que todos comprenden lo que digo”, es momento de hacer oír tus objeciones.
  3. Si decides responder al necio, tendrás que hacerlo con la intención de corregir su mala interpretación y su desinformación. Tu propia actitud es tan importante como la actitud de tu adversario y responder con el deseo de humillar o exasperar es la manera incorrecta de hacer las cosas.
    • Sin embargo, eso no significa que tus palabras siempre tendrán que ser dulces. La convicción y la corrección pueden ser duras. Sin embargo, las palabras duras que se dicen con amor firme pueden ser beneficiosas, mientras que las palabras duras que se dicen con enojo y odio solo pueden destruir.
  4. Cuando otros lean o escuchen tu debate, también debes considerar cómo les afectará las cosas que dices. En algunos casos tu adversario dejará de aceptar argumentos basados en la razón, pero si tus palabras alcanzan a algún espectador, entonces vale la pena seguir hablando. [5]
    • Aquellos que no están comprometidos emocionalmente en la discusión son más propensos a percibir la verdad y la necedad correctamente, aunque no tengan aún una comprensión sólida de la verdad moral. Si te comportas con dignidad y hablas con la razón, a pesar de que tu adversario hable irracionalmente y muestre un mal comportamiento, dejarás una mejor impresión a los espectadores imparciales y tu argumento parecerá más contundente que el de tu adversario.
  5. Si haces algún progreso al corregir la necedad de tu adversario (aunque se trate de un progreso insignificante), seguir la discusión suele ser lo mejor para todos.
    • Por ejemplo, si has tenido una conversación civilizada a través del correo electrónico el mes pasado y tu adversario ha reconocido, una o dos veces, que no pudo objetarte algunos puntos, puede ser un signo de que estás llegando gradualmente a esa persona. Siempre y cuando la conversación no empeore, puede valer la pena seguirla, aunque parezca interminable.
  6. Incluso una discusión que empieza bien puede degenerar y empeorar. Una vez que te quede claro que la conversación posterior será inútil, probablemente tendrás que alejarte.
    • Alejarte de una persona específica o de una conversación específica una vez no significa que nunca puedas volver a ella. Si el tema surge bajo circunstancias mejores y más calmadas, ambos pueden retomar la discusión donde la dejaron y quizás hacerlo no sea una mala idea.
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