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Es inevitable. Da igual el tiempo que se lleve de relación. Sean unos pocos meses o muchos años, tarde o temprano surgirán las discusiones de pareja. Los motivos pueden ser muchos y muy variados, pero lo que es seguro es que las discusiones siempre serán iguales. Discutir es sano para una pareja siempre y cuando se haga desde el respeto y podamos sacar conclusiones valiosas que nos ayuden a mejorar nuestra relación y a nosotros mismos. Muchas veces las discusiones no tienen un motivo aparente real. Hay situaciones cotidianas que se van acumulando y que poco a poco van llenando el tanque de nuestra paciencia para con el otro. Al final, el incidente más insignificante hace que salte la chispa y todo se descontrola. Empezamos a pelear por todo y por nada. Queremos que ciertas cosas se arreglen, pero todo se convierte en un “quién tiene razón” o en una simple batalla dialéctica, en la que lo único que importa es quedar por encima del otro. Sigue leyendo estos consejos prácticos para que cuando discutas con tu pareja realmente valga la pena.

  1. Se ha roto un vaso y ese simple gesto provoca la pelea. Empiezan a surgir argumentos de un lado y del otro remontándose al principio de los tiempos. En general, nunca se pelea por el motivo que uno piensa.
    • Tratar de identificar el verdadero motivo de lo que les preocupa, molesta o incomoda, no solo los calmará, sino que además les ayudará a centrarse.
    • Es posible que pienses que tu pareja no te hace mucho caso, o que creas que necesitas más libertad, o tienes miedo a que se acabe la relación. En general, estos motivos suelen ser los realmente importantes, pero también los que más te cuesta identificar y reconocer.
    • ¿Qué otros motivos ocultos crees que motivan las discusiones de pareja?
  2. Hay muchos inconvenientes que surgen en cómo las mujeres piden las cosas y en cómo los hombres no hacen nada por pedirlas. En el caso de las discusiones de pareja, ninguna de estas dos actitudes ayuda. Confiar en que la otra persona adivine lo que ocurre realmente o lo que pasa por la mente del otro es imposible.
    • Por otro lado, actuar como si nunca pasara nada y dejar que pasen los días sin hablar sobre aquello que les molesta, es fuente segura de problemas más adelante.
    • Decir lo que piensas es fundamental, aunque tengas miedo a lo que pueda pensar el otro. Es mucho peor quedarse esperando a que “descubran” qué les pasa. Y esto aplica a ambos sexos ¿no te parece?
  3. Esto es lo más difícil de todo. Da igual el sexo, a nadie le gusta reconocer que se ha equivocado. Pero sin importar cuánto te esfuerces, constantemente tú y tu pareja están cometiendo errores.
    • ¡Qué mas da quien haya tenido la culpa! Seguro que tú has tenido parte de ella. Asúmelo y discúlpate. Toma la iniciativa. Haciéndolo desde la humildad, reconoces que no eres perfecto.
    • La otra persona estará, no solo dispuesta a perdonar, sino también mucho más dispuesta a pedir perdón y a reconocer sus propios errores.
  4. No es un juego en el que hay que ganar o perder. En una discusión, si uno gana y otro el otro pierde, lo que sucede es que la relación es la que realmente pierde.
    • Puede que tengas muy buena capacidad dialéctica y con ciertas artimañas lleves el agua a tu terreno. Esto es inútil, esto no es ganar. Es perder, tú, tu pareja y la relación.
    • Guarda tus habilidades dialécticas para negociar la hipoteca, o la compra del coche o para conseguir un contrato en el trabajo. Una discusión de pareja debería tener siempre el objetivo de hacerlos mejores y que mejore su relación.
  5. Es muy fácil perder los papeles en una discusión. Por supuesto, ni siquiera se quiere incluir el caso extremo de la violencia física en este ejemplo. Debes cuidar la manera en cómo dices las cosas, qué dices y cómo lo haces. Se puede ser muy directo y a la vez muy respetuoso en una discusión de pareja.
    • Sin embargo, hay cosas que no se deben decir, cosas como siempre, nunca, tu obligación, me debes, etc.
    • Debes dar tiempo a la otra persona para expresarse sin que sea interrumpida por tus puntualizaciones. No hagas gestos demasiado exagerados o no subas el tono de voz (complicado).
    • Piensa si realmente dirías lo mismo si otros te estuvieran viendo, ¿por qué dices cosas delante de tu pareja que jamás se te ocurriría decir en público? También: ¿dirías lo mismo si no estuvieras enfadado?
  6. Las diferencias son las que permiten que surjan capacidades diferentes que no se tiene de forma individual. Puede que tu pareja no haga las cosas como quieres o como tú piensas que debería hacerlo. Es normal que se lo hagas saber, o que quieras que cambie, pero tienes que asumir de antemano dos cosas:
    • Una, es posible que no cambie nunca, dos, puede que cambie pero no al ritmo que te venga mejor.
    • En el primer caso lo que hay que valorar es si vale la pena el cambio y, si es justo lo que estás pidiendo. En el segundo, no debes impacientarte y trata de recompensar cada pequeño paso que da tu pareja en la buena dirección.
  7. Por cada cosa mala que ocurra en tu relación, haz cinco que merezcan la pena. Puedes hacer que tu relación sea una sucesión de discusiones y momentos de calma chicha, o bien, una sucesión de muchos buenos momentos, algunas discusiones y periodos de tranquilidad.
    • La relación necesita ser trabajada, es más fácil destruir que construir, así es que piensa cada semana cuáles podrían ser los cinco momentos buenos que pases con tu pareja.
    • No hace falta que sean cosas complicadas, pueden ver una serie juntos, preparar la cena, convertir un lunes en un sábado, ir a comprar, salir a pasear, realizar algo juntos… #*Lo más importante es que ambos sean conscientes de que están viviendo uno de esos momentos. De que ambos lo saboreen y lo disfruten como pareja.
  8. Como se ha mencionado, de poco sirve una discusión si no se llega a un acuerdo o a una conclusión. Si solo discutes con tu pareja para dar salida a las frustraciones o como mero desahogo, tarde o temprano se cansarán de discutir y de la relación.
    • Hay que buscar siempre lo positivo de una discusión, en qué han fallado, cómo pueden evitar que vuelva a suceder o cómo hacer que la próxima vez sea menos grave.
    • Si no pueden cumplir con lo que se les aconseja, puedes pensar en soluciones alternativas o simplemente hacerle ver a la otra persona por qué lo que te pide es imposible para ti. Hay que ser sinceros en esto.
    • Si las discusiones no pueden evitarse y la relación está en riesgo, pero ambos quieren que no termine, pueden optar por terapia de pareja.
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Consejos

  • Nadie puede estar preparado para las discusiones de pareja, lo que sí se puede hacer es tratar de mejorar y aprovechar las discusiones para sacar algo positivo y mejorar, no solo tu relación, sino también a ti mismo.
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