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Una predicación significativa requiere de un discernimiento y disciplina de manera constante. Tendrás que preparar tu sermón con cuidado antes de predicarlo de una forma accesible.

Parte 1
Parte 1 de 4:

Escoger un tema

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  1. Empieza a pensar sobre qué predicar lo más pronto posible. Debes darte al menos una semana, si no es que más. [1]
    • Cuando sea posible, en realidad es más acertado que empieces a buscar y planear con dos semanas de anticipación. Podría tomarte un tiempo antes de que el pasaje correcto se muestre, e incluso más tiempo para preparar el sermón adecuado sobre ese pasaje. Las palabras que prediques deben ser el resultado de un pensamiento y descernimiento, y no una reacción emocional.
  2. Pídele a Dios que te guíe. Como vas a predicar la verdad de Dios, debes esperar que Dios te revele la verdad sobre la que quiere que prediques.
    • Esfuérzate a conciencia para estar en comunión con Dios mientras tratas de discernir el tema adecuado. Da un paseo en el parque mientras predicas. Medita cuando te duchas. Pasa algunos minutos pensando acerca de eso en las horas tranquilas de la mañana.
    • Un pasaje específico o un tema específico aparecerá en tu mente. Ambas opciones pueden ser útiles, siempre y cuando mantengas el mensaje centrado alrededor de las Sagradas Escrituras.
  3. Si un tema te viene a la mente antes de que un verso lo haga, empieza a buscar pasajes que directamente hablen acerca de ese tema. Busca diferentes opciones hasta que encuentres una que te salte a la vista.
    • Si un pasaje te salta a la vista antes de que un tema lo haga, sigue este paso al revés. Busca el significado de ese pasaje. Una vez que recojas el tema del pasaje, considera buscar pequeños pasajes de apoyo para anotarlos junto con él.
  4. No te desanimes si llegas a un callejón sin salida mientras buscas un tema posible para tu sermón. Hay momentos en los que es posible que debas empezar este proceso de nuevo, de cero. Hacerlo podría parecer inconveniente, pero es una mejor opción que forzar un mensaje alrededor del cual no puedes envolver tus ideas.
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Parte 2
Parte 2 de 4:

Estudiar el texto

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  1. Una vez que sepas sobre lo que vas a hablar, ora para tener una perspectiva sobre lo que debes decir al respecto. Debes estar en comunicación con Dios a lo largo de todo el proceso de predicación, incluso en el paso preparatorio.
  2. El mensaje de tu sermón se debe centrar alrededor de la Biblia. Empieza en el pasaje o pasajes a los que se te ha conducido y desarrolla el resto de tu sermón desde ahí.
    • El mensaje que prediques debe basarse en la verdad bíblica, no al revés. En otras palabras, no debes planificar el mensaje que quieres enviar ni tergiversar la escritura de manera que encaje con tus ideas. Tus ideas deben funcionar alrededor de la verdad bíblica existente.
  3. Estudia el pasaje completamente para mejorar tu comprensión sobre él. Considera su significado dentro del contexto bíblico, histórico y cultural. [2]
    • Mira los versos alrededor del pasaje. Asegúrate de saber y comprender su contexto inmediato para que no malinterpretes el significado.
    • Investiga un poco también de manera externa, especialmente si el pasaje describe una costumbre o idea que es ajena a las formas de pensamiento contemporáneas.
  4. Toda la Palabra de Dios es significativa, pero debes preguntarte por qué este pasaje en particular es tan importante y por qué Dios quiere que prediques sobre él.
    • Averigua el tema del pasaje. Pregúntate qué dice acerca de Dios y por qué las personas deben escucharlo.
    • Ten en cuenta que alguna parte de esto podría encontrar una respuesta a medida que termines el proceso de seleccionar el pasaje, especialmente si lo encontraste buscando un tema específico en la Biblia.
  5. No des por sentado que ya sabes todo sobre lo que debas saber acerca del pasaje en el que estás trabajando. Sorpréndete por la verdad y las perspectivas que están ocultas debajo de la superficie.
    • Cuando abordes un pasaje con el que ya estás familiarizado, puede ser fácil que te centres exclusivamente en el significado seguro y común que ya sabes. Sin embargo, no te conformes con ver solo lo que esperas ver.
    • Por otro lado, tampoco debes buscar un significado oculto que probablemente no esté ahí. No tergiverses el texto para encontrar algo impactante o nuevo; simplemente acepta cualquier reflexión que aparezca sorpresiva y naturalmente.
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Parte 3
Parte 3 de 4:

Preparar el sermón

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  1. Puedes escribir todo el sermón o simplemente conformarte con una versión resumida, pero de cualquier manera, debes preparar un plan escrito que puedas usar cuando realmente prediques.
    • Tener un texto preparado te mantendrá más centrado cuando realmente empieces a predicar. A menos que domines bastante el tema, la predicación improvisada suele ser más desorganizada y menos profunda.
    • Puedes escribir palabra por palabra todo el sermón, usar notas abreviadas o usar un resumen. Por lo general, se prefiere usar resúmenes, ya que hacen que te sea más fácil estar pendiente de la congregación mientras predicas y limitas la tentación de mirar tus notas todo el tiempo.
  2. Podría parecerte que algunos pasajes se explican por sí solos, pero a menudo esos pasajes tienen más sentido dentro de un contexto más amplio. Incluye cualquier información bíblica o histórica que sea necesaria para realmente destacar el texto.
    • Recuerda la búsqueda que hiciste mientras tratabas de comprender el pasaje. La información que te brindó una nueva comprensión debe ser incluida en tu sermón.
    • Desde luego, no debes dejarte llevar demasiado. Todavía debes concentrarte en tu sermón y en la Palabra en sí. Debes usar detalles de apoyo para que el oyente comprenda mejor el pasaje y no deben ser lo más impresionante de tu predicación.
  3. Debes ilustrar cómo el texto se aplica en la vida real del mundo contemporáneo. Dales a tus oyentes la información que sientan que les pueda ser útil mientras navegan por las pruebas y las tentaciones cotidianas.
    • Empieza con el final en mente. Mientras organices tu sermón, piensa en lo que tus oyentes deben aprender de eso y estructura el curso del sermón para que se desarrolle sobre eso.
    • Relaciona directamente el mensaje con un marco hipotético de la vida real y escoge uno que sea más o menos común y que atraiga a la mayor diversidad de personas que se pueda. Al ilustrar una posible aplicación del mensaje, puedes ayudar a tus oyentes a comprender cómo aplicar el mensaje en sus propias vidas.
    • Al aplicar el mensaje, debes retar al oyente. Tu sermón debe darles a tus oyentes algo sobre qué pensar e incitarlos a hacer alguna buena acción que sea consecuente con la verdad bíblica.
  4. Practica la predicación del sermón en voz alta con anticipación. Cuando practiques, también debes medir el tiempo y editar tu sermón apropiadamente.
    • Como regla general, tu objetivo debe ser un sermón que dure más o menos de 25 a 30 minutos. Un sermón que sea significativo, pero un poco corto es por lo general más eficaz que un sermón largo y que se va por las ramas. [3]
    • Practicar tu sermón también puede ayudarte a determinar la manera más eficaz de predicarlo. Mientras más te familiarices con él, más fácil será añadir pausas y énfasis en los lugares adecuados.
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Parte 4
Parte 4 de 4:

Predicar el sermón

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  1. Antes de pararte y predicarles a las personas. Debes pasar algunos minutos en silencio orando por una guía, claridad y sabiduría.
    • Aunque el texto que has escrito haya sido hecho y practicado devotamente, aun así, debes orar para tener la habilidad de enviarlo bien. También debes orar por los corazones y las mentes de tus oyentes, para que permanezcan abiertos al mensaje.
  2. No uses un lenguaje académico u otras formas de expresión que algunas personas de la congregación no comprenderán. Habla en términos simples y coloquiales para que el mensaje sea accesible para todos los que lo escuchen.
    • Esto no significa que debas moderar o simplificar el mensaje. La verdad que prediques debe ser profunda y con significado, pero las palabras que uses para predicarla deben ser comprensibles para la mayoría de tu público si quieres causar un impacto.
  3. Tu lenguaje corporal debe ser atractivo. Como regla general, debes verte con confianza y amigable en vez de verte tieso, nervioso o demasiado severo.
    • Aunque no te sientas con confianza, debes buscarla. Evita los tics nerviosos, el uso frecuente de las palabras sinsentido como “Eh” y “Este”, y otras señales de ansiedad. Si no luces seguro, es posible que el mensaje de tu sermón pierda credibilidad.
    • La forma de tu discurso, tus movimientos y expresiones deben encajar con tus palabras. Compórtate con seriedad cuando hables acerca de algo serio, pero relájate cuando hales acerca de algo que no sea serio.
  4. Es posible que haya momentos en los que el Espíritu Santo con toda razón te lleve a una dirección inesperada, pero la mayor parte del tiempo, debes ceñirte al texto y a los puntos que has preparado de antemano. Perder la concentración en medio de un sermón puede hacer que no termines nunca y se vea sin un objetivo.
    • Cuando un sermón se aparte del camino, es posible que termines perdiendo a una gran parte de tus oyentes. En ese momento, puede ser fácil que empieces a hablar más en un esfuerzo por traerlos, pero irte por las ramas por lo general dañará tu causa en vez de ayudarla. Una mejor opción sería simplemente ser más conciso desde ese momento en adelante.
  5. El uso del humor y de las ilustraciones creativas puede servir de ayuda en un sermón cuando se aplica como apoyo, pero si dependes demasiado de estas tácticas, en realidad pueden debilitar el mensaje general.
    • Cualquier humor que uses debe ser relevante para el mensaje general. Es posible que se use para llamar la atención del oyente o para ilustrar un punto. Incluso se puede usar para aliviar la tensión. [4]
    • Por otro lado, no debes usar el humor para obtener una aprobación. No le hará bien a nadie si la congregación recuerda tu broma, pero se olvida del mensaje.
  6. Después de que termines de predicar, evalúa tu eficacia. Pídeles comentarios a las personas que te escucharon. Averigua qué hiciste bien y dónde puedes mejorar, y después ajusta tu técnica de acuerdo a eso para la próxima vez que prediques.
    • Acude a otros miembros de tu equipo pastoral o miembros de la congregación de confianza para que te brinden críticas constructivas.
    • Considera la posibilidad de pedirle a alguien que te grabe cuando prediques y mira la grabación después de ir a la iglesia ese día. Es probable que puedas aprender mucho con solo mirarte.
    • Acepta el hecho de que no eres perfecto. Siempre habrá espacio para mejorar, especialmente cuando no tienes mucha experiencia previa en la predicación.
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