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El humor es parte importante de la vida cotidiana. Las personas usan el humor para calmar las situaciones tensas, aliviar el estrés y la tristeza y relacionarse con otras personas por medio de la risa. Si tienes un gran sentido del humor y te interesa la escritura, es probable que te preguntes cómo combinar tus talentos. Escribir una historia graciosa no es tan difícil como crees, así que empieza con tu manuscrito y deja que tus historias cómicas hagan reír a los demás.

Parte 1
Parte 1 de 3:

Empezar

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  1. Cuando te sientes a escribir historias graciosas, debes estar consciente de tu estilo de humor personal. Si tratas de escribir en un estilo que no se adecúa a tus fortalezas como comediante o narrador, entonces tu historia quizás no sea tan buena como podría serlo. Hay muchos tipos o estilos de humor. Algunos de los más populares incluyen: [1]
    • La anécdota: se centra en las historias personales hilarantes, las cuales pueden ser ligeramente arregladas para darles un efecto cómico.
    • La parodia: involucra la caricaturización y la imitación, a menudo con características exageradas.
    • El humor negro: involucra temas como la muerte y otros tipos de infortunio. Suele tener un punto de vista pesimista, pero de manera cómica.
    • El humor socarrón: recurre a la falta de emociones o de expresiones para presentar material gracioso.
    • El absurdo: recurre al sketch o a la sátira que involucre circunstancias altamente improbables, suelen ir de la mano con reacciones exageradas y movimientos frenéticos.
    • El humor intelectual: involucra temas cultos o inteligentes.
    • El humor hiperbólico: recurre al exceso y a la exageración para obtener un efecto cómico.
    • La ironía: suele involucrar un rompimiento de la normalidad o una situación en la que la audiencia tiene más información que la que tienen los personajes.
    • La sátira: el argumento apunta a las debilidades o a la ruina de la persona o de la sociedad con efectos cómicos.
    • El humor autocrítico: el humor se deriva de la capacidad del comediante o del narrador de burlarse de sí mismo.
    • El humor situacional: suele emplear algunos elementos de la farsa, del absurdo o de la comedia circense para burlarse de las situaciones cotidianas.
    • La comedia circense: recurre a la comedia física para representar la violencia simulada y el daño corporal.
  2. Antes de que puedas escribir una historia graciosa, debes tener alguna idea acerca de la historia en sí. No es suficiente tener chistes o un escenario gracioso. La historia tiene que ser buena para que pueda reforzar los elementos humorísticos. [2]
    • Haz una lluvia de ideas. Si estás estancado, trata de ver películas graciosas y de leer historias graciosas para obtener algo de inspiración.
    • Escoge un escenario. El escenario en sí no necesita ser gracioso (aunque puede serlo), pero debe tener sentido para los personajes y el argumento que vas a crear.
    • Piensa acerca de qué es lo que quieres que tu historia exprese finalmente. ¿Es una historia sobre la superación de la adversidad? ¿Es un comentario de la sociedad moderna?
  3. Idealmente, la tensión y su resolución en la historia deben ilustrar algún aspecto de la naturaleza humana. La buena comedia también logra esto, así que piensa en lo que significa tu historia y tu humor en el contexto de esta pieza de escritura. Recuerda que algo tiene que pasar, no basta con escribir una serie de eventos humorísticos si no tienen ningún significado.
    • El conflicto y la tensión conducen el argumento de una historia o de una película divertida.
    • Por ejemplo, en la película de Chris Farley, Tommy Boy , el conflicto se encuentra en el riesgo de que la madrastra malvada de Tommy y su esposo secreto vendan el negocio y se salgan con la suya. La tensión surge del conflicto a medida que la narrativa progresa hasta un punto en el que todo se deba resolver.
    • Determina cuál será el conflicto central.
    • El conflicto de tu historia debe crear tensión. Debido a que se trata de una historia graciosa, esa tensión puede ser graciosa en sí. También las circunstancias que la rodean (cómo se desarrolla o cómo se resuelve) pueden ser humorísticas.
    • Crea algunos tipos de riesgos. Una buena historia debe tener algún resultado en la línea del personaje, lo cual puede ser gracioso o trágico (pero debe ser realista).
    • Bosqueja la acción en aumento, el clímax y la acción en descenso. Por lo general, el clímax es el punto alto de la tensión y la acción en aumento y en descenso refuerza y alivia esa tensión respectivamente.
  4. Escoger un punto de vista de la historia implica que decidas quién contará mejor la historia y cómo se debe presentar esa transformación. Las opciones principales que hay son la primera, la segunda y la tercera persona. Objetivamente, no hay una opción correcta o incorrecta, ya que todas dependen de lo que creas que funcione mejor para tu historia. [3]
    • La primera persona es en donde una historia se cuenta usando “yo”, “mí” y “mío”. Es la perspectiva subjetiva del personaje sobre los eventos de la historia y, generalmente, el narrador es el protagonista (el personaje principal) o un personaje secundario cercano que narra la historia del protagonista.
    • La segunda persona es en donde la historia se cuenta directamente a “ti” (sin ningún “yo”, excepto en el diálogo). El lector se imagina a sí mismo como parte del argumento. Además, la acción está escrita de la siguiente manera: “Debes bajar con él las escaleras y te sorprenderá lo que encontrarás”.
    • La tercera persona omnisciente es en donde un narrador omnisciente (que todo lo ve y todo lo sabe) presenta la historia sin referirse a un “yo” ni dirigirse al lector como “tú”. El lector puede entender los eventos, los pensamientos y las motivaciones que cada personaje experimenta.
    • La tercera persona limitada es en donde se cuenta con un estilo narrativo similar al de la tercera persona omnisciente. Sin embargo, este estilo ofrece una visión de los pensamientos y de los sentimientos de un personaje. La narrativa sigue al protagonista y presenta el mundo que este experimenta.
  5. Una historia graciosa requiere de situaciones y de escenarios graciosos. De hecho, algo del humor puede derivarse incluso de los eventos que suceden en un escenario inapropiado o inusual. Sin importar qué escenarios o situaciones crees para tu historia, asegúrate de acomodar la narrativa para permitir las ocasiones graciosas. [4]
    • Algunas situaciones cómicas clásicas implican la identidad equivocada, estar en el lugar incorrecto en el momento incorrecto o simplemente insertar un personaje o un objeto en una situación a la que no pertenece naturalmente.
    • Un ejemplo de una situación graciosa puede ser un hombre que no se da cuenta de que el almuerzo al que ha sido invitado es en un restaurante elegante y aparece con unos pantalones cortos y una camiseta que tiene grabada la imagen de su mascota. No es gracioso en sí mismo, pero crea las oportunidades para el humor a medida que la narrativa progresa y el hombre deba dar explicaciones.
  6. Los buenos personajes son vitales para cualquier historia y las historias graciosas no son diferentes. Puede ser más difícil que un personaje esté bien escrito y que sea gracioso, pero no es imposible. Procura que los personajes sean graciosos a su manera, ya sea por la manera en que se ven, la manera en que hablan o se comportan o las situaciones en las que se encuentran. [5]
    • Recuerda que hay muchos tipos de humor. Tus personajes pueden ser sarcásticos, tontos, observadores, etc.
    • Los tres chiflados ofrecen un buen ejemplo de personajes graciosos. Su estilo de humor era predominantemente circense, pero mucho del humor surge de la personalidad y de las rarezas de cada personaje, de cómo reaccionan a las situaciones y de la interacción mutua.
    • Deja que el humor de cada personaje surja de su personalidad y sé constante con estas características del personaje.
    • No te preocupes con respecto a elaborar el trasfondo completo del personaje aún (aunque tendrás que hacerlo una vez que empieces el proceso de escritura). Por ahora, concéntrate en tener una idea clara en la cabeza de cómo luce el personaje y de cómo se comporta.
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Parte 2
Parte 2 de 3:

Escribir la historia

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  1. Al final del primer párrafo, muchos lectores decidirán si continuarán leyendo la historia o si la harán a un lado. Un comienzo potente e interesante es esencial si quieres que los lectores sigan leyendo el resto de la historia. [6]
    • Un buen primer párrafo debe captar la atención y el interés del lector.
    • No te preocupes de hacer que el comienzo sea gracioso, porque puedes insertar en cualquier momento el humor durante el proceso de revisión. Concéntrate en escribir un primer párrafo potente e interesante.
    • Trata de incorporar algo inusual, algo inesperado, una acción impactante o un conflicto interesante en el primer párrafo. Esto crea tensión y un sentido de urgencia, lo que hará que el lector quiera seguir leyendo.
  2. Si bien cada persona tiene un sentido del humor determinado, una cosa que muchas personas encuentran divertida es el análisis de algo común o cotidiano. Piensa en la comedia de Jerry Seinfeld: él no hace chistes de tres actos, el expone situaciones graciosas que la mayoría de las personas no se han dado cuenta que son graciosas. [7]
    • El mejor humor cotidiano surge de las situaciones que todos experimentan, pero que nadie comenta. Requiere de observación y de un análisis humorístico.
    • Estas experiencias comunes y cotidianas son un gran material para la comedia, ya que son esencialmente experiencias compartidas. Todas las personas han pasado por lo mismo (aunque no entre ellas), por lo que el lector entenderá el humor a partir de sus propias experiencias.
    • Trata de hablar de situaciones comunes de forma que haga que las personas se rían y digan: “Eso es muy cierto”.
    • Una situación cotidiana común que se usa en la comedia es lo molesto de viajar en avión. Un comediante puede exagerar los problemas de pasar por el control de seguridad, tener que ponerse los zapatos de nuevo, esperar horas con extranjeros por un vuelo retrasado, etc.
  3. Cualquier historia, ya sea de ficción o de no ficción, necesita personajes bien desarrollados y de tres dimensiones. No te conformes con personajes tradicionales y planos que todas las personas han visto antes. Dale a tus personajes algo de personalidad y si escribes acerca de una persona que conozcas, asegúrate de recrearla describiendo su apariencia, sus gestos y otras facetas de su personalidad. [8]
    • Siempre debes saber más de un personaje que lo que uses en la historia. Da cuerpo al personaje en tu cabeza antes de empezar a escribir para que tú y el lector crean que él o ella es real.
    • Piensa qué es lo que hace a este personaje único. Toma en cuenta cómo luce, sus pasatiempos, su temperamento, sus fobias, sus defectos, sus fortalezas, sus secretos, sus momentos decisivos, sus recuerdos, etc.
    • Asegúrate de transmitir cuatro características principales a tus lectores: la apariencia, las acciones, la forma de hablar y los pensamientos del personaje. Cualquier otro detalle puede reforzar estas características principales, pero sin ellas el personaje puede carecer de vida para el lector.
  4. Las anécdotas son historias personales cortas que transmiten algo gracioso o significativo. La anécdota es la experiencia personal breve que uno cuenta a los amigos tomando un café o un cóctel. Algunas de las mejores anécdotas son concisas, contundentes e interesantes. [9]
    • Muchas personas creen que las historias humorísticas o las anécdotas son más graciosas que un chiste. Los chistes pueden hacer que alguien se ría, pero son de corta duración y generalmente menos memorables que la historia verdadera de algún suceso vergonzoso o de identidad equivocada.
    • No te detengas en tus propias anécdotas personales. Explota tus conversaciones previas con amigos, familiares y compañeros de trabajo y trata de incorporar sus momentos graciosos.
    • David Sedaris es un gran escritor cómico que usa las anécdotas personales como un punto de partida para hablar de los aspectos cómicos (y a veces trágicos) de la naturaleza y de la experiencia humana. Trata de leer ensayos en línea o compra uno de sus tantos libros para obtener algo de inspiración y algunos ejemplos.
  5. Es probable que hayas oído el viejo dicho “No cuentes, muestra”. Significa que hay más poder y fuerza en describir una situación o en contextualizar al lector que en solo contar lo que sucede. Por ejemplo, en vez de usar la vieja línea: “Era una noche oscura y tormentosa” para decir al lector que llovía afuera, puedes describir el sonido de las gotas de lluvia golpeando tu techo, el chirrido que hacen las escobillas del limpiaparabrisas de tu coche y la manera en que el rayo de un relámpago ilumina la colina como si fuera la luz del día.
    • Usa detalles específicos que ilustren lo que quieres decir. En vez de contar al lector que el personaje está triste, muéstralo llorando y huyendo para estar solo.
    • Permite que el lector reúna las piezas de la escena o del evento por su cuenta. Esto ayudará al lector a sentir tus emociones más genuinamente.
    • Sé específico y usa descripciones concretas. Evita lo abstracto o lo intangible y concéntrate en algo que el lector pueda imaginar, ver, escuchar, tocar o sentir.
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Parte 3
Parte 3 de 3:

Revisar tu historia para hacerla más graciosa

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  1. Las descripciones pueden ser graciosas en sí mismas y también pueden establecer el escenario para una secuencia de acción graciosa. Tus descripciones cómicas pueden detallar dos cosas que normalmente no deben ir juntas o puedes concentrarte en describir la apariencia absurda de una persona, lugar o cosa.
    • Busca una manera nueva e interesante de decir algo familiar. Esto puede ser muy gracioso y también puede mantener en vilo a los lectores. [10]
    • Trata de usar adjetivos en tus descripciones. Te lo reiteramos: el enfoque debe ser decir algo de manera que sorprenda y agrade al lector.
    • Muchos comediantes creen que las palabras con una “k” marcada (como “cabra” o “queso”) simplemente suenan más gracioso. Lo mismo pasa con las palabras con una “g” marcada (como “guacamole” o “gárrulo”).
  2. Una buena comparación cómica debe describir cómo se relacionan dos cosas, pero puede hacerlo de una manera graciosa o inesperada. Un chiste de comparación aún debe decir lo que quieres decir, pero hacerlo de forma que haga reír al lector. [11]
    • Usa símiles y metáforas que evoquen imágenes familiares. [12] Por ejemplo, puedes decir algo así: “Sobrevivir esta semana será tan sencillo como pintar las uñas de las patas a un elefante. Espero salir vivo”.
    • Un símil es una comparación que usa “como”. Un ejemplo de un símil puede ser: “Tu amor es como una flor”.
    • Una metáfora es una comparación que describe algo como si fuera otra cosa. Un ejemplo de una metáfora puede ser: “Mi corazón es un tambor que resuena”.
    • Una comparación humorística puede ser: “Él bailaba como un caballo borracho de vino, pero con todo y eso era mejor pareja de baile que yo”.
    • Prueba distintas comparaciones hasta que encuentres una que sea efectiva y que te haga reír, luego pruébala con alguien para saber si le parece graciosa.
  3. Si escribes acerca de cómo todos en tu familia o en tu entorno laboral son tontos y feos, tus lectores pensarán probablemente que eres cruel e injustamente crítico. Sin embargo, si te haces a ti mismo el centro de tus bromas, tus lectores entenderán que estás exagerando o autocriticándote para lograr un efecto cómico y no pensarán que eres cruel o sentencioso. [13]
    • Está bien burlarse de las personas cercanas a uno (amigos, familiares, etc.). Sin embargo, si solo te burlas de ellos sin hacerlo de ti mismo, puedes parecer cruel o arrogante.
    • Preocuparte de ofender a los demás puede limitar tu comedia. [14] Burlarte de ti mismo permite que los lectores sepan que está bien reírse contigo, ya que nadie más es blanco de tus bromas injustamente.
    • Habla de experiencias personales, de cosas que les haya pasado a tus amigos, a tus familiares o a tus compañeros de trabajo y de cualquier otro aspecto de tu vida que hayan dado como resultado historias graciosas. Solo asegúrate de burlarte también de ti mismo, al menos en tanto te burles de los demás.
  4. No debes contar un chiste y luego explicar: “Se supone que era algo gracioso”. Al menos no tendrías que explicarlo si tu audiencia creyera que es gracioso. Lo mismo se aplica al escribir una historia graciosa. Si tienes que decirles a los lectores que algo es gracioso, entonces el chiste probablemente no sea gracioso. [15]
    • Deja que los lectores descubran el humor de la situación por su cuenta. Eso conducirá a una narración más fuerte y permitirá que los lectores comprendan mejor tus chistes.
    • Esto tiene relación con la regla “No cuentes, muestra”. Así como le mostraste al lector un escenario o un personaje con una descripción hábil, así mismo debes mostrar al lector la descripción graciosa o la secuencia de acción sin decir que se trataba de algo gracioso.
  5. Mucha de la comedia escrita depende de ajustar las expectativas del lector (quizás, por ejemplo, estableciendo patrones) y de alterar luego esas expectativas. El lector se dará cuenta de que la historia no continúa de la manera en que esperaba, a menudo con resultados cómicos. Una manera de lograr este tipo de resultado cómico es usando la regla de tres. [16]
    • La regla de tres consiste en emparejar dos ideas, dos eventos o dos personas similares para que el lector reconozca la formación de un patrón.
    • Una vez que el lector espere que el patrón continúe, debes presentar una tercera idea, circunstancia o persona que vaya en una dirección que el lector no esperaba.
    • Esto funciona mejor con grupos de tres debido a que es un número lo suficientemente bajo para que la mayoría de las personas recuerden cada elemento, pero también son los suficientes elementos para que el lector pueda ver un patrón y esperar a que continúe.
    • Como un ejemplo de la regla de tres, puedes decir, por ejemplo: “No sé qué pasa con mi perro, lo he llevado a que lo adiestren, he aprendido cómo disciplinarlo, pero aún no me ha ayudado a conocer a alguien en el parque”.
  6. El ritmo de la comedia puede significar establecer una serie de eventos a fin de desplegarlos en un momento y en un lugar determinados, pero también puede significar dejar que un chiste, una frase o una palabra graciosa o un remate se realice de una manera humorística. Todo es cuestión de la manera en que presentes y elabores el chiste o la historia. [17]
    • El ritmo de la comedia puede tener un elemento de sorpresa, distracción o simplemente crear suspenso para que puedas decir una línea graciosa en el mejor momento posible.
    • Un ejemplo del ritmo de la comedia puede ser: “Este consejo para las citas siempre funciona y hará que tu pareja se vuelva loca… excepto cuando falla”.
  7. Si escribes comedia por primera vez, es probable que te sientas tentado a escribir la mayor cantidad de chistes, de descripciones graciosas y de situaciones cómicas que puedas. Pero, algunas veces, demasiados elementos cómicos pueden ser excesivos y terminar por restarle fuerza a la historia. Equilibra el humor y asegúrate de que sea pertinente y de que sirva a la historia (en vez de que la historia sirva al humor). [18]
    • No pierdas el enfoque de lo que en realidad trata la historia. Puede ser una historia muy graciosa, pero antes debe ser una historia muy bien escrita.
    • Trata de limitar el uso del humor a lo largo de la historia. De esta manera, al presentar bien una línea graciosa, será memorable y excepcionalmente graciosa.
  8. A medida que hagas revisiones, como insertar más líneas cómicas (o reducir los elementos cómicos), recuerda hacer una edición minuciosa. Para editar una historia como esta hay que revisar cada línea y buscar errores ortográficos, oraciones sin puntuación, fragmentos de oración, descripciones débiles, clichés y otros problemas en el manuscrito.
    • Puede ser útil hacer a un lado la historia por algunos días antes de editarla y revisarla. Al revisar tu historia con los ojos frescos, tendrás más posibilidades de encontrar los errores que no notaste antes.
    • Considera pedirle a un amigo que lea tu historia y que te dé su opinión. También debes pedir a tu amigo que encierre en un círculo o que subraye los errores ortográficos, los errores gramaticales o sintácticos y los segmentos débiles o sin resolver del argumento.
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Consejos

  • Considera la posibilidad de escribir una parodia. Las parodias pueden ser muy graciosas y quizás sean más sencillas de escribir, ya que empezarás con un argumento existente.
  • Haz que tu historia sea impredecible. Siempre trata de predecir las expectativas de tus lectores y de presentar algo completamente inesperado.
  • Recuerda que las ideas no vienen por sí solas. Debes ser paciente y encontrar tu propia inspiración.
  • Asegúrate de que tu historia tenga sentido y de que el problema de la historia se resuelva (si hay alguno). Concéntrate en escribir una buena historia primero y hacerla graciosa después de comprobar que sea una buena historia.
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Advertencias

  • No exageres con el humor. Demasiadas partes graciosas metidas en una sola historia pueden saturar o incluso aburrir al lector. Es mejor hacer pocas partes graciosas que valgan la pena para que sean memorables y produzcan más risas.
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Cosas que necesitarás

  • diario
  • lápiz o un bolígrafo

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