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Criar un niño no es solo la tarea más gratificante que alguna vez puedas emprender, sino también la más desafiante. Cada etapa del desarrollo conlleva sus propias dificultades y preocupaciones. Cuando los niños tienen alrededor de un año, aprender a ponerse los zapatos es un reto en sí mismo, ya que mientras a algunos les encanta ponerse zapatos, muchos están inquietos o se quejan negándose a usarlos dando patadas o llorando. Por eso, como siempre, es mejor pensar en una estrategia con anticipación.

Parte 1
Parte 1 de 3:

Elegir los zapatos adecuados

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  1. Los zapatos para un niño de un año son muy distintos a los zapatos de adulto a los que estás acostumbrado. Deben ser de un modelo que se ajuste a su pie, flexibles y la parte del empeine debe ser de un material transpirable. En la medida de lo posible los pies del niño deben permanecer cómodos y ligeros, pero al mismo tiempo seguros y bien protegidos. Por lo tanto, asegúrate de que los zapatos tengan todas estas características.
    • Para que el desarrollo de los pies sea el adecuado, lo mejor para el niño es que no use zapatos en ningún momento. Esto se conoce como el “principio del pie descalzo”. Sin embargo, si va a estar fuera de casa, el uso de zapatos es necesario por motivos de seguridad y de salud. Si tienes que ponerle zapatos a tu niño, ten presente el principio del pie descalzo cuando vayas a comprarle zapatos y elige el modelo que al usarlo se asemeje más a estar descalzo. [1]
  2. De preferencia, llévalo con un profesional para que le tome las medidas, ya que, al ser una manifestación de su crecimiento, esto hará que el niño se sienta orgulloso. Además, lo más probable es que las medidas que tome el profesional sean mucho más exactas que las que tú puedas tomar.
    • Si tratas de ponerle al niño un par de zapatos de la talla equivocada es posible que la próxima vez el pequeño se resista y empiece a llorar.
    • Lo ideal sería que lo lleves a que le tomen las medidas de los pies cada seis meses.
    • En el caso de niños de un año, es mejor que le compres los zapatos en una tienda y no por la internet. Es importante que sientas el zapato, su flexibilidad, que veas el material y que observes que tan bien se acomoda a su pie. [2]
  3. Indefectiblemente, el niño escogerá el peor modelo de zapatos para sus pies pequeños. Si visitas las tiendas con anticipación, podrás reducir la lista de opciones para que cuando lleves al niño contigo estas ya estén establecidas y puedas presentarle las más convenientes. Así tendrá una lista más limitada de dónde elegir.
    • Hay zapatos que brillan, que tienen imágenes de personajes de dibujos animados o de superhéroes fantásticos, y otros llevan unos lazos preciosos. Descarta todos aquellos que no son adecuados para los pies del niño. Si sabes en qué parte de la tienda se encuentran este tipo de zapatos, pasen rápidamente por allí y vayan al lugar donde se ubican las opciones que elegiste previamente.
    • Si encuentras unos zapatos de buena calidad y a que su vez tengan estos diseños tan atractivos, vales tu peso en oro. Esto puede hacer que la tarea de ponerle los zapatos al niño se convierta en el momento preferido del día.
  4. Dado que con suerte ya identificaste las mejores opciones para los pies del niño, puedes mostrarle directamente los que has seleccionado y dejarlo que escoja. Esto ayudará enormemente cuando más adelante tenga que ponerse los zapatos.
    • En realidad, los niños no son tan distintos a los adultos a este respecto: si el niño elige los zapatos que le gustan, estará predispuesto a un mejor estado de ánimo cuando tenga que ponérselos.
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Parte 2
Parte 2 de 3:

Establecer una rutina

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  1. Implantar una rutina influye positivamente en el niño en un sinnúmero de formas. A los niños les agrada la familiaridad y esta desarrolla la confianza y una sensación de seguridad. Además, les brinda a los pequeños la oportunidad de aprender a iniciar procesos por sí solos lo que a su vez desarrolla la confianza en sí mismos y la autoestima. Asimismo, si siempre estás apurado por salir de casa, esto disminuirá el tiempo que te toma ponerle los zapatos a tu niño de un año. [3]
    • Por ejemplo, si guardas los zapatos cerca de la puerta, el niño sabrá que en cuanto se acerque a la puerta será momento de sentarse en las gradas (o en el piso) para “la hora de los zapatos”. Inclusive mientras se los pones puedes explicarle por qué son necesarios.
    • Puedes repetir una frase como: ¡primero nos ponemos las medias, luego nos ponemos los zapatos y después vamos a jugar y a divertirnos!
  2. Algunos niños prefieren estar sentados o de pie cuando les ponen los zapatos, mientras que a otros les gusta que los carguen. De acuerdo a sus preferencias, elige una posición que sea práctica para ti y cómoda para el pequeño.
    • Si prefieres cargarlo, siéntate y coloca al niño sobre tu falda de espaldas a ti.
  3. Si los pones muy cerca de la puerta, puede ser tan emocionante para el niño que será difícil que se siente y se quede tranquilo. En ese caso, busca otro lugar neutral donde no estén sus juguetes u otras cosas que le gusten mucho que puedan causar preocupación.
  4. De esta forma eliminas el dolor de cabeza que significa que el niño esté suelto. Ya estará con el cinturón puesto. Además, al ser una rutina, es sumamente favorable para construir su bienestar emocional mientras los acerca el uno con el otro. [4]
    • Asimismo, todo será más fácil, ya que el niño aprenderá que antes de salir es necesario que primero se ponga los zapatos.
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Parte 3
Parte 3 de 3:

Probar algunas tácticas de distracción

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  1. Puede ser una canción tonta, una de sus canciones favoritas o incluso simplemente canta en voz baja una que te guste mucho. La canción atraerá su atención y hará que se olvide de los zapatos que le vas a poner.
  2. “Tengo tu nariz” es excelente para que el niño se ría y para mantenerlo ocupado en lugar de estar pensando en los zapatos que le vas a poner. Puedes hacer que revise detrás de sus orejas porque viste algo. Por supuesto, no encontrará nada y quedará asombrado cuando tú descubras que ahí atrás había una moneda.
  3. Siéntense junto a la ventana y jueguen al “veo, veo”. Háblale a sus dedos y cuéntalos mientras le pones las medias. Vean quien hace la cara o el ruido más gracioso. Trata de imitar todos los ruidos de animales que puedas.
  4. Esto puede parecer un terreno resbaladizo, ya que puede ser complicado tener muchos cuentos debajo de la manga. La buena noticia es que a los niños les encanta oír el mismo cuento varias veces. Incluso un niño de 1 año puede repetir frases o palabras que escucha en su cuento favorito después de un tiempo. No debes sentir temor o sentirte intimidado por no saber muchos cuentos porque los que sepas serán suficientes.
    • Cuando le cuentes un cuento que ya conoce, puedes preguntarle, “¿Recuerdas qué sigue?”.
    • Puedes inventar un personaje imaginario y contarle historias acerca de él. Las historias pueden ser íntegramente fruto de tu imaginación o puedes incluir situaciones de tu vida para que sea más fácil recordar los detalles.
  5. Este puede ser el último recurso, una medida de emergencia máxima para burlar su atención. Los niños adoran los juegos en el teléfono, así que asegúrate de alistar un par que al niño le gusten. Si ponerle los zapatos resulta muy complicado, jueguen unos minutos con el teléfono.
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Consejos

  • La práctica hace al maestro es una frase que va muy bien con los niños. Si las primeras veces que has intentado ponerle los zapatos el niño se niega rotundamente, espera 15 minutos y prueba otra vez. En su defecto, lleva los zapatos contigo y pónselos antes de que el niño deba pararse frente a otras personas.
  • Pon en práctica todas las tácticas que puedas para que tengas éxito.
  • Recuerda: el hecho de que una solución haya funcionado hoy no significa que mañana también funcionará. Mantente alerta para recurrir nuevamente a tu lista de tácticas.
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Advertencias

  • Ponle zapatos al niño solo cuando sea necesario o en situaciones especiales. De lo contrario, déjalo caminar descalzo o solo con medias o pantuflas.
  • Evita caer en la tentación de comprarle unos zapatos ligeramente más grandes para que duren más. Esto hará que el niño tenga dificultades para caminar; además, no es bueno para el desarrollo adecuado de los pies.
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