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Al igual que otras variedades de maíz, podrías disfrutar del dulce de la mejor manera si lo consumes directamente del tallo. No obstante, si no planeas usar el maíz recién cortado de inmediato, hay algunas maneras en las que podrás guardarlo para que conserve la dulzura y la textura crujiente que lo caracterizan. Envuelve la cáscara de las mazorcas con una bolsa de papel húmeda y colócalas en la refrigeradora por 24 a 48 horas. Blanquea la mazorca en una olla con agua hirviendo, luego colócala en una bolsa y congélala hasta por un año. Si prefieres tener el maíz envasado, corta los granos, colócalos en frascos calientes y usa una envasadora de presión para retener su frescura.

Método 1
Método 1 de 3:

Refrigerar el maíz dulce fresco

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  1. El maíz tendrá el mejor sabor si está fresco, lo que significará que también será el momento adecuado para guardarlo. Sin importar si vas a comprarlo en una tienda de abarrotes o cultivarlo por tu cuenta, tendrás que buscar mazorcas desarrolladas por completo y con cáscara verde y flexible (mientras más firme esté, más maduro estará el maíz). No deberá tener signos de que está seco o enfermo. [1]
    • Evita las mazorcas que tengan agujeros pequeños. Este podría ser un signo de que los gusanos se han alimentado de ellas. [2]
    • Si tienes más maíz del que cabría en tu refrigeradora, primero deberás usar las mazorcas más maduras. De este modo, el maíz poco maduro tendrá un poco más de tiempo para alcanzar su mayor frescura.
  2. Tendrás que mantenerla, salvo que el maíz que quieras guardar ya haya sido descascarado. Si la retiras, esto solo acelerará el proceso de maduración, lo que convertirá todos esos deliciosos azúcares en almidones blandos. La descomposición de los azúcares opacará el sabor del maíz y le dará una textura gomosa. [3]
    • No habrá ningún problema si pelas unos centímetros (o pulgadas) de la parte superior de la cáscara para revisar la calidad de los granos, pero resiste la necesidad de tocar demasiado. [4]
  3. Humedece una bolsa de papel con agua fría y apriétala con cuidado para exprimir el exceso de agua. Ábrela e introduce el maíz fresco. Deberás ser capaz de colocar 2 o 3 mazorcas, lo que dependerá de su tamaño. [5]
    • Procura no rasgar la bolsa mientras introduzcas el maíz.
    • La bolsa le brindará una humedad constante a la cáscara, así evitará que se seque en la refrigeradora.
  4. Introduce las mazorcas, la bolsa de papel y todo lo demás en una bolsa exterior. Aprieta para retirar la mayor cantidad posible de aire y luego séllala. [6]
    • Si vas a usar una bolsa de cierre a presión, verifica que no haya puntos sin sellar en la abertura. La exposición a las bacterias en el aire puede hacer que el maíz se estropee mucho más rápido.
  5. Mientras más pronto lo comas o cocines, mayor será el sabor dulce y la textura crujiente y sabrosa que retenga. No obstante, si lo envasas tal como está, podrás conservarlo sin problemas por unos días. Si estás listo para usarlo, tan solo deberás retirarlo de las bolsas, descascararlo y prepararlo de forma habitual. [7]
    • Guarda el maíz lejos de otras frutas y vegetales frescos. Conforme pase el tiempo, estos liberarán gases que pueden acelerar el deterioro. [8]
    • Si has comprado maíz descascarado, procura usarlo en las 48 horas posteriores. Luego de permanecer descubierto por unos días, la mayoría de sus azúcares naturales se habrán convertido en almidón, lo que hará que pierda el sabor. [9]
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Método 2
Método 2 de 3:

Congelarlo

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  1. Retira las hojas sueltas de la parte exterior de la cáscara para dejar expuesta la vaina de color verde claro y flexible que se encuentra debajo. Sujeta la panoja sedosa en la parte superior de la cáscara y jálala de forma lenta (pero firme) hacia el extremo opuesto de la mazorca. Deberás retirar toda la cáscara en un solo pedazo grande. [10]
    • Para obtener el sabor y la textura adecuados, deberás empezar con las mazorcas que hayan alcanzado su máxima frescura.
    • Si la cáscara sale en secciones, deberás retirar toda hebra remanente que esté aferrada al maíz. Podrías tener dificultades para lidiar con ellas cuando sea el momento de cocinarlo.
  2. Hierve una olla de agua a fuego lento en la cocina. Coloca el maíz en el agua y deja que empiece a calentarse. Las mazorcas pequeñas solo tendrán que permanecer en la olla por 5 a 7 minutos. Las de tamaño promedio suelen requerir 8 o 9 minutos, mientras que las muy grandes deben hervir por 10 u 11 minutos. El maíz estará listo cuando los granos se vuelvan de color amarillo intenso y un poco translúcidos. [11]
    • La longitud promedio de una mazorca es aproximadamente de 15 a 20 cm (5 o 7 pulgadas). Las mazorcas pequeñas miden menos de 15 cm (5 pulgadas), mientras que las más grandes miden de 20 a 25 cm (de 8 a 10 pulgadas). [12]
    • Se necesitará una ráfaga de calor breve pero intensa a fin de eliminar las enzimas que descomponen los azúcares naturales del maíz. [13]
    • No lo dejes en el agua hirviendo por demasiado tiempo. El objetivo no será cocinarlo, sino alistarlo para congelarlo.
  3. Toma un par de tenazas, retira las mazorcas de la olla y colócalas de inmediato en un segundo tazón (o un grupo de tazones si se trata de una gran cantidad) lleno con cantidades iguales de agua y hielo, así las enfriarás. Estas deberán reposar en el baño con hielo aproximadamente el mismo tiempo que las hayas hervido (entre 5 y 10 minutos). [14]
    • Ten cuidado al sacar el maíz del agua hirviendo. Incluso si usas tenazas, el vapor estará muy caliente.
    • El baño de hielo reducirá la temperatura del maíz de inmediato, para así evitar que empiece a cocinarse.
  4. Retíralas del hielo y sacude el agua remanente. Luego colócalas en un papel toalla seco y limpio o sobre una capa del mismo. Seca cada mazorca dándoles toques suaves. [15]
    • No lo hagas con mucha fuerza, ya que los granos aún estarán un poco blandos a causa del blanqueado.
  5. Llena cada bolsa con 2 o 3 mazorcas, y presiónalas para expulsar el exceso de aire. Luego séllalas con firmeza y observa si hay alguna fuga en la abertura. Haz espacio para el maíz en la parte posterior de la congeladora, lejos de cualquier otro alimento que pueda caerle y aplastarlo. [16]
    • Si te preocupa que el sello de la bolsa falle con el tiempo, podrás envolver cada mazorca con una lámina de papel film antes de cerrarla.
    • Ya habrás retirado la cáscara, por lo que no tendrás que mantener el maíz húmedo dentro de la bolsa. Su alto contenido natural de agua permitirá que se congele sin ningún problema.
    • Tendrás que comprar bolsas clasificadas específicamente como “bolsas de congeladora”. Estas estarán hechas de un plástico más grueso que el de las bolsas de almacenamiento comunes, lo que significa que serán más eficaces para proteger los alimentos del frío de la congeladora. [17]
  6. Este retendrá la mayor parte de su sabor fresco y su textura, siempre y cuando lo guardes de forma apropiada. Descongela las mazorcas justo por encima de la temperatura ambiente antes de usarlas para preparar tus platos favoritos, o agrégalas a una olla con agua hirviendo si planeas servirlas enteras. De lo contrario, no las toques ni las saques de la congeladora. [18]
    • Etiqueta cada bolsa con su contenido y la fecha en la que lo hayas embolsado, así sabrás cuánto tiempo ha estado guardado. [19]
    • Si congelas el maíz dulce fresco durante el otoño y el invierno, esta será una buena manera de evitar que un cultivo abundante de verano se desperdicie.
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Método 3
Método 3 de 3:

Envasar granos de maíz

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  1. Elige algunas mazorcas que estén en la fase de maduración ideal para comerlas frescas, y elimina las cáscaras y todo rastro de las fibras sedosas remanentes. Al descascararlas, tendrás que calentar una olla grande con agua hasta que empiece a hervir, luego agrega el maíz. A los 3 minutos, tendrás que retirar las mazorcas de la olla con cuidado y apartarlas en una capa de papel toalla para que se enfríen. [20]
    • Deja que el agua del blanqueado siga hirviendo, ya que la usarás más adelante para guardar el maíz al envasarlo.
  2. Deja que esta repose hasta que se enfríe lo suficiente como para poder tocarla. Luego para cada una en sentido vertical y pasa un cuchillo de forma descendente para soltar los granos enteros. Usa un tazón grande para recolectarlos conforme caigan, o viértelos en el tazón desde la tabla de picar. [21]
    • No dejes que la hoja del cuchillo rasque la mazorca. Esto puede liberar un líquido con almidón de los granos, el cual podría afectar el sabor del maíz envasado o su capacidad de conservarse de forma segura. [22]
    • Un cuchillo eléctrico puede ser de utilidad para realizar cortes limpios y rápidos. Si no tienes una de estas herramientas, podrás usar un cuchillo plano o dentado, siempre y cuando esté lo suficientemente afilado como para no romper los granos.
  3. Viértelos a través de la boca de cada frasco y deja libre un espacio de 3 cm (1 pulgada) en la parte superior. Agita el frasco para que el maíz se asiente. No empaques ni comprimas los granos, ya que esto podría dañarlos. [23]
    • Se requerirá alrededor de 1 kg (2,5 lb) de maíz entero, o aproximadamente 4 mazorcas de tamaño promedio, para llenar un frasco de 500 ml (1 pinta). Duplica esta cantidad para los frascos de 950 ml (1 cuarto). [24]
    • Calienta el frasco bajo un chorro de agua caliente antes de agregar el maíz. Esto evitará que se agriete o se rompa al verter el líquido hirviendo para envasarlo. La temperatura exacta no será tan importante, siempre y cuando los frascos sigan calientes al tacto cuando introduzcas el maíz. [25]
  4. Este no será un requisito estricto, pero un poco de sal puede ayudar a conservar los alimentos envasados con más eficacia y por periodos más prolongados. En el caso de los frascos de 500 ml (1 pinta), bastará con media cucharadita. Por otro lado, si se trata de un frasco de 950 ml (1 cuarto), podrás usar hasta una cucharadita completa. [26]
    • Solo deberás usar sal yodada granulada o sal kosher.
  5. Vierte el líquido caliente de forma constante en cada frasco hasta que alcance la capa superior de granos. No llenes los frascos en exceso. Nuevamente, deberás dejar un espacio libre de 3 cm (1 pulgada) en la parte superior. Deja que los frascos reposen abiertos por 3 a 5 minutos para enfriarse un poco y permitir que las burbujas de aire atrapadas escapen. [27]
    • Podría ser de utilidad que uses un embudo o un cucharón para transferir el líquido hirviendo de la olla a los frascos de forma segura.
    • Si llenas los frascos en exceso, esto puede hacer que revienten al someterlos a una presión intensa.
  6. Colócalos en ella, cierra la tapa y deja el conducto de calor abierto. Configura la envasadora en el nivel de presión indicado para su modelo e inicia el proceso. Tendrás que cerrar el conducto cuando el vapor deje de escapar. Los frascos de 500 ml (1 pinta) deberán procesarse por 55 minutos, mientras que los de 950 ml (1 cuarto) necesitarán aproximadamente 85 minutos. Luego podrás enfriarlos y guardarlos. Al conservar el maíz con este método, este permanecerá en buen estado por un año o más. [28]
    • El nivel de presión exacto que uses dependerá de la cantidad de maíz que vayas a envasar, así como tu ubicación. No obstante, como regla general, tendrás que conservar entre 5 y 6 kg (10 y 15 lb). [29]
    • También puedes envasar de la manera antigua sumergiendo los frascos sellados en agua hirviendo hasta que escuches que las tapas emiten un sonido.
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Consejos

  • Podrás gozar del mejor sabor y textura si consumes el maíz tan pronto como se coseche, siempre que sea posible.
  • El maíz dulce podría decolorarse o cambiar de color al envasarlo o congelarlo. Esto es totalmente normal y no deberá afectar el sabor.
  • El maíz guardado por periodos prolongados podría perder un poco de su frescura inicial, pero podrás incluirlo sin problemas en tus recetas de cocina.
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Advertencias

  • Desecha el maíz envasado si el frasco o la tapa se han roto, o si el sello parece defectuoso de alguna manera. Si las bacterias lo contaminan, su consumo podría enfermarte gravemente.
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Cosas que necesitarás

  • bolsa de papel
  • bolsas plásticas de congeladora resellables
  • olla profunda
  • tazón grande
  • hielo
  • tenazas de metal
  • cuchillo de cocina
  • cuchillo de trinchar eléctrico (opcional)
  • envasadora de presión
  • sal
  • toalla limpia y seca, o papel toalla

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