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Si alguna vez has comprado lechuga, ya sea una cabeza completa u hojas precortadas, sabes lo rápido que puede pudrirse en el refrigerador. Por fortuna, es fácil saber si la lechuga está podrida. Algunas pistas son las características manchas marrones, las hojas caídas y el olor acre. Desecha las hojas podridas lo antes posible para que no arruinen el resto de la lechuga. Guarda el resto en el refrigerador para que puedas conservarlas por más tiempo.

Método 1
Método 1 de 2:

Identificar la lechuga en descomposición

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  1. Cuando las manchas aparecen, son muy reconocibles. Normalmente la lechuga es de color verde claro o amarillo, aunque algunas, como la Lollo Rosso, tienen hojas moradas. Si aparecen manchas oscuras en varias hojas en lugar de estos colores, significa que la lechuga está a punto de arruinarse. Con frecuencia, la lechuga con manchas se siente babosa y también huele mal. [1]
    • Por lo general, no es dañino comer las manchas marrones pequeñas. También puedes quitárselas con un cuchillo si el resto de la hoja todavía está sana.
  2. La lechuga fresca no tiene olor o tiene muy poco. Es posible que sientas un olor a tierra del suelo en el que creció la lechuga. Si la lechuga tiene un olor agudo, significa que se está pudriendo. El olor a podrido es muy fácil de detectar porque es muy desagradable. [2]
    • El olor será tan desagradable que de todas formas no querrás comer la lechuga, pero con frecuencia viene con manchas y baba en las hojas.
  3. La lechuga es firme y crujiente cuando está fresca. Cuando la lechuga envejece, se vuelve suave, caída y arrugada. Puedes percibir los cambios a simple vista o al tocar las hojas. Tal vez estas hojas todavía no se sientan húmedas, pero cuando la lechuga comienza a marchitarse significa que se empieza a echar a perder. [3]
    • La lechuga se marchita justo antes de comenzar a ponerse marrón. Tendrás que tirarla a la basura o buscarle un uso de inmediato.
    • Si la lechuga está marchita, pero no ha comenzado a pudrirse, es seguro comerla. Puedes sumergirla en agua con hielo por 30 minutos, esto podría restaurar su firmeza. [4]
  4. Si las hojas no estén notablemente podridas, toma en cuenta la textura. Tal vez aparte de sentir la humedad en las hojas también puedas verla. Cuando las hojas comienzan a descomponerse, se forma una sustancia pegajosa o resbaladiza, lo que indica que está suave y podrida. [5]
    • Aunque no te pasará nada si comes las hojas mojadas, no sabrán muy bien. Cuando las hojas se marchitan se ponen suaves.
  5. Si no abres la bolsa, no podrás oler ni tocar la lechuga, pero aún podrías ver algunos signos de descomposición. Cuando la humedad escapa de las hojas, la bolsa se hincha. Podrían ser visibles gotas de agua que se acumulan dentro de la bolsa. [6]
    • No comas la lechuga, ya que la humedad crea el ambiente perfecto para el crecimiento de bacterias y moho.
    • Es posible que veas manchas marrones si la lechuga dentro de una bolsa está arruinada. También podrías intentar abrir la bolsa. Si se ha echado a perder, la lechuga tendrá un olor desagradable y podrido.
  6. Busca un pedazo de lechuga que puedas comer y muerde un pedazo pequeño. Es probable que estés familiarizado con el sabor inofensivo y acuoso de la lechuga fresca. La lechuga arruinada tendrá el mismo sabor que la lechuga podrida. Su sabor será tan agrio, rancio y fuerte que hará que quieras escupirla.
    • No la comas si está agria. Tírala de inmediato a la basura.
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Método 2
Método 2 de 2:

Almacenar la lechuga correctamente

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  1. Las cabezas de lechuga completas tienden a durar más que las hojas individuales. No tienes que hacer nada especial para almacenarlas. Déjalas intactas y ponlas en un lugar fresco y seco del refrigerador. Si las almacenas así, las cabezas de lechuga duran alrededor de 10 días. [7]
    • Un excelente lugar para almacenarlas es la gaveta para verduras, pero no todos los refrigeradores tienen una.
    • También puedes envolver la lechuga en papel de cocina para absorber la humedad que las daña.
    • Mantén la lechuga lejos de frutas que producen etileno, como bananas y tomates.
  2. Pon 2 o 3 capas de papel de cocina en un recipiente de plástico con tapa hermética. También puedes usar bolsas plásticas con cierre, si no tienes un recipiente. Pon las hojas sobre el papel de cocina, luego cúbrelas con más papel. El papel absorbe la humedad, y mantiene la lechuga más crujiente por más tiempo. [8]
    • Sella el recipiente cuando hayas terminado. Esto ayudará a aislar la humedad y los gases nocivos. Sin embargo, aún si la lechuga no está sellada, sobrevivirá en una gaveta para verduras.
    • Es mejor que también lo hagas con la lechuga que viene precortada en bolsa. La humedad no puede escapar de la bolsa cerrada, por lo que la lechuga podría pudrirse más rápido de lo que debe.
  3. Mantén el área bien ventilada para que la lechuga drene humedad. El mejor lugar es un cajón de verduras. Si no tienes uno, mete la lechuga en la parte delantera de un estante lejos de las frutas que produzcan etileno como las bananas y los tomates. Las hojas de lechuga por lo general duran hasta 5 días, pero si se almacenan correctamente pueden durar más. [9]
    • Si guardas la lechuga en la parte de atrás del refrigerador, ten cuidado. No solo será más fácil olvidarla, sino que podría dañarse con el frío del congelador.
    • También puedes meter el recipiente con lechuga al congelador. La lechuga no quedará crujiente debido a que tiene mucha agua, pero aun así puedes usarla para cocinar.
  4. Cuando el papel de cocina recoja la humedad de la lechuga, se humedecerá. Puedes reemplazarlo cuando veas que está húmedo, pero reemplázalo todos los días para más seguridad. De esta manera, la lechuga podría mantenerse más fresca durante más tiempo. [10]
    • Cuando cambies el papel de cocina, tómate un tiempo para sacar las hojas marchitas o en descomposición para que no arruinen el resto.
  5. Agita la lechuga con la mano dentro del lavabo lleno de agua fría para enjuagarla. Esto eliminará cualquier suciedad que aún pueda quedar. Trata de lavar solo la cantidad que vayas a usar para que no le quede un exceso de humedad al resto de la lechuga. [11]
    • Debes evitar la humedad lo más posible, porque ablanda y descompone la lechuga.
    • Puedes enjuagarla bajo el chorro de agua, pero la lechuga es delicada y puede dañarse. Las hojas magulladas o dañadas tienden a descomponerse más rápido.
  6. Si te sobran hojas, no deben de tener humedad cuando las guardes. La forma más fácil de hacerlo es poner las hojas en una centrifugadora de lechuga. Gíralas hasta que estén completamente secas. [12]
    • También puedes darle palmaditas o enrollar la lechuga con papel de cocina para exprimir suavemente la humedad.
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Consejos

  • Las cabezas de lechuga completas generalmente se mantienen bien por más tiempo que las hojas precortadas, pero si las almacenas cuidadosamente puedes hacer que las hojas duren más.
  • Si pones la lechuga en el congelador se marchitará porque contiene mucha agua. Sin embargo, puedes usarla para cocinar y dar sabor.
  • La lechuga es sensible a un gas de maduración invisible llamado etileno, que producen algunas frutas, incluyendo los duraznos y las peras.
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