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Los tomates son una fruta deliciosa, jugosa y saludable rica en vitaminas C, K, A, además de varios otros minerales y nutrientes. También son una de las opciones más populares entre los jardineros y puedes cultivarlos en el jardín o en recipientes. Una forma de jardinería en recipientes que está adquiriendo gran popularidad es cultivar las plantas al revés con una maceta invertida ya hecha o casera. Las ventajas del cultivo de tomates al revés son que disminuye su exposición a las plagas y maleza, las plantas ocupan menos espacio, no requieren el apoyo de tutores para plantas y son móviles.

Parte 1
Parte 1 de 3:

Hacer germinar la planta de tomate

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  1. Cuando la celda esté llena, compacta suavemente la tierra con los dedos solo lo suficiente como para quitar cualquier burbuja de aire que podría estar atrapada. [1] Rocía un poco de agua en la tierra, ya que así la semilla se fijará mejor.
  2. Utiliza el extremo de un lápiz o el dedo para hacer 2 agujeros poco profundos en la tierra de la celda germinadora. Cada agujero va a contener 2 o 3 semillas de tomate. Estos deben tener una profundidad de 6 mm (1/4 de pulgada). [2]
    • Plantar 2 semillas te dará más probabilidades de éxito, puesto que siempre cabe la posibilidad de que una no germine.
  3. Una vez que tengas 2 o 3 semillas en cada agujero, cúbrelos con 6 mm (1/4 de pulgada) de tierra. Vuelve a presionar suavemente la tierra con los dedos para compactarla y asegúrate de que las semillas estén en contacto total con la tierra. Pero no la compactes demasiado. De este modo, estimularás la germinación. [3]
    • Las variedades de tomate más pequeñas (como los tomates cereza o uva) son más adecuadas para el cultivo invertido.
    • Existen dos tipos principales de tomates: indeterminados y determinados. Los indeterminados son más adecuados para las macetas invertidas, gracias a que son más flexibles y no producen todos sus frutos de una sola vez, lo que termina sobrecargando la maceta. [4]
  4. El objetivo es humedecer la nueva tierra alrededor de las semillas. Aplica una cantidad pequeña de agua con un gotero o moja tus dedos y deja caer unas gotas de agua. No añadas mucha agua, puesto que la tierra ya estaba humedecida antes de plantar.
    • Mantenla húmeda, pero no empapada, a medida que crecen los brotes. Cuando notes que la tierra está seca por encima, échale más agua. [5]
  5. Coloca la celda germinadora en una ventana cálida y soleada. Debes mantener las semillas y los brotes al menos a 21 °C (70 °F) durante su germinación. [6] Estos también requerirán 6 horas diarias de luz solar directa como mínimo.
    • Si no hay suficiente luz en tu casa, usa iluminación artificial.
  6. Una vez que las plantas de tomate broten y produzcan su primer grupo de hojas, observa los dos brotes para identificar el que sea más grande y saludable. Elimina el brote más débil cortándolo al nivel de la tierra. Puedes cortarlo con tijeras o sacarlo con los dedos. [7]
    • Al quitar el brote más débil, te asegurarás de que la planta más saludable no tenga que competir por los nutrientes y la luz.
  7. No dejes de regarla, de mantenerla caliente y de brindarle mucha luz solar durante su crecimiento. Debe tener una altura de 15 cm (6 pulgadas) antes de trasplantarla a la maceta invertida. De este modo, te asegurarás de que la planta y el sistema radicular estén lo suficientemente establecidos para echar raíces en su nueva ubicación. [8]
    • No permitas que el tomate crezca más o de lo contrario, las raíces pueden resultar dañadas al ser trasplantadas.
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Parte 2
Parte 2 de 3:

Hacer la maceta invertida

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  1. La mayor parte de las macetas invertidas caseras se elaboran con baldes de plástico de 4 litros (5 galones). [9] También es posible usar una maceta más grande, baldes de metal o cualquier otro recipiente grande al que puedas hacerle un agujero.
  2. Voltea el balde de modo que su base esté orientada hacia arriba. Usa un marcador y el borde de un vaso para dibujar un círculo de 5 cm (2 pulgadas) en el centro del balde. También puedes dibujar el círculo con la mano alzada si no tienes algo que te ayude a trazarlo. Luego, corta cuidadosamente el agujero marcado con una navaja multiusos afilada. [10]
  3. Voltea el balde de modo que esté con el lado derecho hacia arriba. Corta un pedazo de material para paisajismo que sea del mismo tamaño que la base del balde. Coloca el material en la base. Así mantendrás la planta y la tierra en su lugar. [11]
    • En vez del material para paisajismo, también puedes cubrir la base del balde con periódico triturado, mosquitero para ventanas o filtros desechables para café.
  4. Llena el balde hasta 3/4 de su capacidad con tierra para macetas y la parte sobrante con vermiculita, pero deja 2,5 cm (1 pulgada) de espacio en la parte superior del balde. Mezcla la tierra con la vermiculita usando un palito o las manos.
    • La tierra para macetas le aportará al tomate un medio rico y cargado de nutrientes y la vermiculita permitirá que la tierra retenga la humedad. [12]
  5. Cuelga el balde de un gancho o un soporte, de modo que puedas tener acceso a la base. Con la ayuda de una navaja multiusos afilada o tijeras, corta una X en el material para paisajismo que cubre el agujero del balde. Esto te permitirá introducir el cepellón en el balde, pero impedirá que la tierra se caiga. [13]
  6. Aprieta con cuidado la celda germinadora para romper la tierra y aflojar el cepellón de la planta. Coloca la mano sobre la base de esta y pon la celda boca abajo. Mientras la planta se desliza, sostén suave pero firmemente el tallo y las raíces y sácala.
  7. Abre las solapas del material para paisajismo que está en la base de la maceta invertida con los dedos. Mete cuidadosamente el cepellón en el agujero del balde para plantar con firmeza el tomate en la tierra. [14] Una vez que el cepellón esté en su lugar, vuelve a cerrar las solapas del material para paisajismo alrededor de la base de la planta.
    • Mientras plantas el tomate en el balde, ten cuidado de no dañar las raíces o el tallo.
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Parte 3
Parte 3 de 3:

Cuidar de la planta de tomate

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  1. Los tomates necesitan mínimo 6 a 8 horas de luz del sol por día. Elige un lugar iluminado para la maceta, de modo que reciba sol pleno y directo. [15] Puedes colgar la maceta de un gancho resistente metido en una viga o poste, de un gancho para jardinería fijado a una valla o de un colgador de plantas.
  2. Los tomates aman la tierra húmeda pero no empapada. Cuando notes que la superficie de la tierra empieza a secarse, riégala. Los tomates cultivados al revés requieren más agua y es probable que debas regarlos a diario para mantener la tierra húmeda. [16]
    • Según lo alta que esté la parte superior del balde, es posible que necesites subirte a una silla o escalera para verificar la sequedad de la tierra y regar la planta.
    • Si el agua gotea por el agujero de la base del balde, puedes atrapar el exceso con una bandeja para horno o una bandeja de goteo. Otra opción es colocar otra planta por debajo del tomate para recolectar el agua.
  3. Dado que la tierra de la parte superior del balde está expuesta, de seguro será necesario rellenarla una y otra vez. Al momento de regar, verifica si se ha perdido algo de tierra. Si es así, rellena el balde hasta 2,5 cm (1 pulgada) de la parte superior con tierra para macetas adicional o composta envejecida. [17]
  4. Normalmente los tomates no necesitarán fertilizante, sobre todo si has usado una tierra para macetas rica en nutrientes. Sin embargo, para estimular el crecimiento, proporciónales un alimento para plantas suave como un fertilizante a base de pescado o té de composta diluido. Mezcla el fertilizante líquido con agua y riega la planta para administrarle el producto. [18]
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