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Un buen masaje relaja los músculos, estimula la circulación y reduce el estrés emocional. Dar un masaje rápido en los hombros está bien, pero si quieres que tu pareja viva una experiencia memorable y beneficiosa para su salud, valdrá la pena crear una atmósfera relajante y elegir con cuidado la técnica adecuada. Sigue leyendo si quieres saber todo lo que necesitas saber para dar un excelente masaje.

Método 1
Método 1 de 3:

Usar la técnica adecuada

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  1. El tipo más común de masaje es el masaje sueco, el cual ofrece cuatro estilos distintos de técnicas para relajar y sanar la musculatura. [1] Un masaje de cuerpo entero requiere el uso de las cuatro técnicas:
    • El effleurage (palabra francesa que significa "rozamiento") es una técnica suave que sirve para relajar los tejidos blandos de los músculos. Las manos deben deslizarse fácilmente sobre el cuerpo.
    • El petrissage (palabra francesa que significa "amasado") es una técnica que consiste en apretar y amasar el músculo con las manos, lo cual es bastante útil para aliviar la tensión muscular.
    • La técnica por fricción consiste en utilizar movimientos intensos, presionando firme y profundamente sobre la musculatura para provocar roce entre los tejidos y estimular la circulación.
    • El tapotement (palabra francesa que significa "golpeteo") es una técnica que consiste en dar golpes secos con los lados o con los talones de las manos.
  2. Cuando des un masaje, la clave es usar las manos para trabajar sobre los músculos del cuello, de los hombros, de la espalda, de los brazos, de las piernas y de los pies. Toca con suavidad para localizar los músculos blandos y carnosos y después amásalos con las manos. Nunca ejerzas presión sobre los huesos; ten especial cuidado con la columna y con el coxis. Si te encuentras con algún punto que no sabes con seguridad si es músculo o hueso, ante la duda usa toques suaves y ligeros sobre esa zona; después, continúa con normalidad.
  3. Amasa los músculos con los dedos, las palmas y los talones de las manos. Ejerce una presión continua y firme para estimular la circulación y relajar los músculos. Nunca utilices el peso del cuerpo para aplicar mayor presión sobre los músculos; podrías llegar a provocar dolor e, incluso una lesión si lo haces con demasiada fuerza.
    • Cuando aplicas presión con la intensidad adecuada, deberías ser capaz de sentir cómo el músculo se mueve y se relaja bajo la piel. La persona a la que estés masajeando podría emitir sonidos debido a su estado de relajación, pero nunca debería llorar o gritar de dolor. Si ésta se queja, aplica menos presión y masajea con suavidad.
    • A veces, es difícil aplicar presión de forma uniforme y constante con las manos, especialmente si te encuentras cansado después de un rato. Prueba a utilizar pelotas de tenis en lugar de las manos. Coloca la pelota sobre el músculo que estés masajeando y utiliza la mano para rodarla suavemente contra el cuerpo.
  4. La persona a la que estés masajeando no debería tener la impresión de que lo estás haciendo con prisa. Trabajar excesivamente rápido hace que la sesión sea menos relajante y menos efectiva; no conseguirás grandes resultados si haces movimientos rápidos sobre la superficie del cuerpo en lugar de tomarte tu tiempo para masajear los músculos en profundidad.
    • Mientras masajeas, da golpecitos firmes y regulares, en lugar de utilizar movimientos rápidos y espasmódicos.
    • Reparte el tiempo total de la sesión entre las diferentes partes del cuerpo. Por ejemplo, si piensas emplear una hora en el masaje , dedica diez minutos al cuello, veinte a la espalda y los hombros, diez a los brazos, diez a las piernas y diez a los pies.
  5. Pregúntale qué músculos nota más tensos o contraídos y si el masaje le está resultando mínimamente doloroso o incómodo. Asegúrate de respetar sus necesidades y sus deseos durante este proceso tan íntimo.
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Método 2
Método 2 de 3:

Dar un masaje de cuerpo completo

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  1. Es frecuente acumular tensión en esta zona del cuerpo, y cuando no tengas tiempo de dar un masaje de cuerpo completo, puedes hacer que la persona masajeada se relaje de forma instantánea trabajando sobre su cuello y sus hombros. Para masajear el cuello y los hombros, utiliza la siguiente técnica:
    • Utiliza los dedos para sujetar la parte lateral del cuello y presiona suavemente sobre los músculos y los tendones. Amasa con el pulgar y con el índice. Mientras, puedes masajear la cabeza con la mano que quede libre.
    • Posa los dedos sobre los hombros y coloca los pulgares sobre los músculos situados a ambos lados del cuello. Ejerce presión sobre los hombros con los pulgares, lentamente pero con intensidad y decisión.
    • También puedes utilizar los índices para masajear los hombros. Coloca un dedo índice sobre cada hombro y aplica presión haciendo movimientos suaves hacia delante y hacia atrás para relajar los músculos.
  2. Ve hacia abajo, de los hombros a los músculos paravertebrales, masajeando en profundidad durante el recorrido. Cuando llegues a la zona lumbar, amasa los músculos más rígidos con las manos, insistiendo con los pulgares. Las personas que pasan horas de pie o sentadas suelen experimentar dolor en esta zona, así es que puede que quieras emplear tiempo extra en masajear las lumbares.
    • Acuérdate de no ejercer presión sobre la columna vertebral y otros huesos de la espalda. Concéntrate en los músculos paravertebrales.
    • Consigue un masaje más profundo arrodillándote junto a la otra persona y colocando el talón de la mano sobre los músculos de la zona lumbar, en el lado opuesto, con los dedos apuntando hacia fuera del cuerpo. Coloca la otra mano sobre la primera y apóyate ejerciendo presión en los músculos. Amasa el músculo de esta forma durante unos minutos; después, cambia de lado.
  3. Usa ambas manos para rodear el brazo. Ve hacia abajo, amasando los músculos con las palmas y los dedos de las manos durante el recorrido, que terminará en las muñecas. Repite la operación con el otro brazo. Después, masajea las piernas, empezando por los muslos y terminando con los tobillos.
  4. Coloca boca arriba a la persona a la que estés dando el masaje. Amasa sus manos con el pulgar y el índice, poniendo atención en los músculos de las palmas y de cada uno de sus dedos. Haz lo mismo con los pies, asegurándote de no presionar con demasiada fuerza sobre los huesos.
    • Aplica golpecitos firmes pero suaves sobre los pies. Intenta no hacer cosquillas, ya que esto podría alterar su estado de relajación.
    • Flexiona sus manos y sus pies hacia delante y hacia atrás mientras los masajeas para estirar los músculos.
  5. Termina la sesión con la cara y la cabeza . Arrodíllate tras la persona a la que estés masajeando y utiliza los dedos para presionar suavemente sus sienes haciendo pequeños círculos. Masajea delicadamente la frente y el área de los senos nasales. Coloca los dedos sobre el cuero cabelludo y muévelos como si estuvieras lavándole el pelo.
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Método 3
Método 3 de 3:

Crear un entorno relajante

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  1. Durante el masaje , las distracciones del exterior deberían reducirse al mínimo. El tráfico, la música y los ruidos de la calle o de casas vecinas y las voces pueden alterar el estado de relajación que hace que los masajes sean tan beneficiosos emocionalmente. El dormitorio suele ser la primera opción en la que se piensa, pero si hay otra habitación en tu casa que se encuentre más aislada de las zonas de mayor actividad, plantéate usarla como sala de masaje.
    • La habitación de masaje debería estar limpia y ordenada, sin demasiados trastos que puedan estresar a la persona que recibe el masaje. Si utilizas el dormitorio y hay un montón de ropa apilada en el suelo, quítala antes de empezar con la sesión.
    • Elige una habitación íntima. Busca un lugar donde no puedas ser interrumpido por niños, compañeros de piso o mascotas que anden por ahí. Si la puerta de la habitación tiene pestillo, puede que te venga bien utilizarlo.
    • Asegúrate de que la temperatura en la habitación es agradable, de forma que la persona que recibe el masaje no sienta ni frío ni calor.
  2. Prepara la zona de masaje . Los masajes profesionales se reciben sobre una tabla específica para esto, pero cualquier superficie lisa y cómoda es apropiada para una sesión casera. Puedes utilizar una cama, el suelo, o incluso la mesa del salón, siempre que sea suficientemente estable y robusta para aguantar el peso de la persona masajeada sin romperse.
    • Cubre la superficie de masaje con sábanas limpias y suaves. Si la persona que recibe el masaje tiende a pasar frío, también puedes cubrir la zona con una o dos mantas. La superficie que utilices debería ser plana, resistente y suave, de forma que la otra persona se sienta lo más cómoda posible y note que se encuentra sobre un área estable.
    • Ofrece a la persona que vaya a ser masajeada una almohada pequeña para que apoye la cabeza durante la sesión.
  3. Para dar un masaje básico, lo único que realmente necesitas son tus manos. Sin embargo, disponer de ciertos complementos puede ayudar a que la sesión sea más efectiva y placentera. Prepara una mesita auxiliar con los siguientes artículos:
    • Aceite o loción de masaje. Aplicar algún aceite o loción antes de empezar a masajear el cuerpo de la otra persona, ayudará a que tus manos se deslicen suavemente sobre su piel. Esto evitará que se produzca una fricción molesta o dolorosa.
      • Los aceites especiales para masaje se venden en perfumerías, farmacias y tiendas de cosméticos, pero también puedes usar aceite de almendras , de jojoba u otro aceite cosmético que encuentres en cualquier tienda de alimentos naturales.
      • Haz tu propio aceite de masaje mezclando aceite de coco con unas cuantas gotas de aceites esenciales, como el de lavanda, que además es relajante, o el de hierba de limón, que es energético.
    • Unas cuantas toallas. Si decides usar aceites o lociones, te vendrá bien tener unas cuantas toallas a mano por si necesitas limpiar algo que se derrame o retirar exceso de aceite. También puede que necesites las toallas para tapar partes del cuerpo que no estén siendo masajeadas, de forma que la persona no pase frío mientras trabajas sobre otras zonas.
  4. La iluminación de la sala de masaje debería ser tenue, pero no demasiado oscura, para crear una atmósfera relajante sin llegar a causar somnolencia. Apaga las luces del techo y, si hace demasiado sol, baja las persianas o echa las cortinas también. Puedes poner unas cuantas velas distribuidas por la habitación. Si quieres usar música para ayudar a la persona a relajarse, elige algo tranquilo e instrumental, sin un ritmo excesivamente marcado.
  5. Invítala a entrar en la habitación y muéstrale la cama o el área del suelo sobre la que va a recibir el masaje. Entre tú y la otra persona deben decidir qué ropa llevará durante la sesión. Si lleva ropa, ésta debe ser fina y ligera, para que el masaje pueda aplicarse de forma efectiva a través del tejido.
    • Indica a la persona que tiene que tumbarse boca abajo sobre la cama o sobre el área preparada para el masaje.
    • Puede que quieras salir de la habitación durante unos minutos para que esta persona se acomode antes de empezar con la sesión de masaje.
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Consejos

  • Para saber más, acude a una sesión profesional y pregúntale directamente al masajista.
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Advertencias

  • Asegúrate de que no haya ninguna contra-indicación (como una infección en la piel) antes de dar el masaje.


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