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Al tratar con una persona de edad avanzada que se rehúsa a bañarse o ducharse, podrías tener muchas dificultades para saber cómo empezar cuando intentas cambiar su rutina. No obstante, si abordas la situación con cuidado, podrás animar a la persona a tratar de bañarse con más frecuencia; principalmente para tener una mejor salud, pero también por el simple placer de hacerlo. Primero conoce los posibles motivos por los que la persona no se baña lo suficiente. Luego hazle sugerencias para que cambie su rutina; para ello, ofrécete a ayudarla a bañarse o buscar un ayudante. Por último, revisa el baño para garantizar que esta persona disfrute la experiencia de baño más sencilla, segura y cómoda.

Método 1
Método 1 de 3:

Conversar sobre las cuestiones de higiene y seguridad

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  1. Si abordas la situación de forma indirecta, esto evitará que ejerzas demasiada presión en tu ser querido o cliente. Es importante que hagas que se sienta cómodo antes de sugerirle un cambio en su rutina, lo que puede ser molesto y difícil para muchas personas de edad avanzada.
    • Por ejemplo, puedes empezar preguntándole si cuenta con suficientes artículos de aseo y, si responde que , pregúntale algo como “¿Esa cantidad de jabón es suficiente para tus duchas y baños de esta semana? ¿Cuántos tomas aproximadamente?”. Si te responde que no , dile algo como “Solo para tener una idea de los artículos que compraré, ¿para cuántos baños o duchas debo comprar?”.
  2. Si descubres que se baña menos de 2 veces a la semana, cambia tu tono de voz de una persona curiosa al de una preocupada. Aborda el problema desde un punto de vista médico (no personal) y resalta la importancia de la higiene para la salud general.
    • Explica que los doctores recomiendan bañarse al menos 2 veces a la semana para evitar las infecciones. [1] Dile algo como “He oído en las noticias (o el doctor me ha dicho) que no solo debemos bañarnos todas las semanas, sino que debemos bañarnos al menos 2 veces a la semana para tener una mejor salud. Creo que debemos intentarlo”.
  3. Si mencionas el mal olor corporal, esto podría decepcionar o enfurecer a la persona, lo que hará que sea más difícil convencerla para que cambie su rutina. Además, las personas de edad avanzada pueden tener un sentido del olfato más débil, por lo que podrían no saber que tienen un problema con los malos olores. [2] Si se los señalas, esto podría causarles ansiedad si no pueden detectar el mal olor, y podría hacer que se pregunten por ello.
  4. Según su condición física, el baño o las duchas podrían ser una fuente de ansiedad. Desvestirse, entrar y salir de la bañera, lavarse, secarse y vestirse podría requerir más energía de la que posea. Podría temer caerse en la bañera, quizás haya tenido una mala experiencia con agua muy caliente o muy fría, o podría haber perdido la noción del tiempo con facilidad. [3] Ten en cuenta estos aspectos cuando solicites ayuda para bañarlo, y para mejorar la seguridad en el baño.
    • Para tratar de comprender las ansiedades que podría tener, haz preguntas como “¿Te has lastimado usando la bañera, al caerte o debido a la temperatura del agua?” o “¿Te sientes muy cansado luego de bañarte?”. Si la fatiga o el miedo a caer parecen ser un problema, contempla la opción de bañar a la persona por tu cuenta o de contratar a un cuidador.
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Método 2
Método 2 de 3:

Programar una hora para el baño

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  1. Si tu ser querido no se ha bañado con la frecuencia suficiente, es probable que no sienta la necesidad de hacerlo porque no sale de casa o no ve a personas con frecuencia. Puedes brindarle un incentivo adicional para bañarse al animarlo a hacer planes. Haz algo más que sugerirle cosas por hacer, y marca planes específicos con él en un calendario.
    • Los paseos y las actividades fáciles de organizar incluyen a los almuerzos con amigos y familiares, ir al cine o a un espectáculo musical, o ir al parque. [4]
  2. Incluso si prefiere bañarse por su cuenta, es más rápido supervisarlo al menos en las primeras sesiones de baño. Indícale que solo deseas estar ahí para ordenar todo y garantizar la seguridad, y que dejarás que se bañe por sí solo luego de cerciorarte de que pueda hacerlo.
  3. En lugar de preguntarle si quiere bañarse o no, haz tus preguntas de una forma que asuma que sí desea hacerlo. No emplees preguntas que puedan responderse con o no , como “¿Quieres bañarte o no?”. Estas no solo serán irritantes, también omitirán la premisa de que debe bañarse más.
    • Por ejemplo, puedes preguntar algo como “¿Cuándo debería volver para ayudarte con tu baño?” o “¿Qué hora del día consideras más adecuada para bañarte?”.
  4. Según tu relación con esta persona, ella podría sentirse incómoda con la idea de que la ayudes con esta rutina tan privada. Si la persona vive con un cónyuge o una pareja, primero recomiéndale que esta persona la ayude a bañarse. Si la pareja luce receptiva con esta idea, primero conversa con ambos y establece una rutina. Señala los días de baño (al menos 2 a la semana) en el calendario.
  5. Si la persona no puede bañarse sola y se siente incómoda con la ayuda de un familiar, la mejor opción es contratar a un cuidador para que visite la casa. Estos servicios son fáciles de conseguir en la mayoría de las comunidades. Busca en tu directorio o en Internet los términos “profesional de la salud a domicilio” o “atención médica a domicilio”. [5] Programa una sesión de baño como mínimo 2 veces a la semana, y márcalo en un calendario que pueda verse con facilidad (pégalo en la refrigeradora o cuélgalo en una de las paredes de la cocina).
    • La idea de una persona desconocida ayudándolo a bañarse podría inquietarlo. Garantízale que el cuidador es un profesional y está formado de manera especializada para ayudar a las personas a cuidarse.
    • Sin importar quién ayude con el baño, recuérdale a tu ser querido que el baño puede ser una experiencia refrescante y placentera, y que es importante para conservar la salud.
  6. Sin importar si el ayudante serás tú, un cónyuge o un cuidador; colocar las horas de baño en un calendario ayudará a que tu ser querido mejore su memoria y tenga una mejor noción de las actividades de la semana. Cuando el cuidador o tú lleguen, será la “hora del baño”, un acontecimiento tan esperado y rutinario como la hora de cenar o dormir. [6]
  7. Si no vas a ayudar con el baño, pregúntale al cónyuge o pareja si se está cumpliendo el horario, o comunícate con la agencia de cuidados a domicilio para cerciorarte de que el tratamiento se lleve a cabo sin problemas.
    • Si la persona va a bañarse sola, una manera sencilla de cerciorarte de que lo haga con frecuencia consiste en revisar el tamaño de la barra de jabón y el nivel de los recipientes de champú y jabón para el cuerpo; así determinarás si los ha usado.
    • Ya habrás culminado la difícil tarea de consultarle sobre su higiene; por ello, en este punto será más sencillo preguntarle de forma casual si ha seguido el nuevo horario de baño que hayan acordado.
  8. Es probable que tu ser querido se rehúse a bañarse, a pesar de tus reiterados intentos de explicarle los beneficios y brindarle tu ayuda. En este caso, consulta con un doctor general y hazle preguntas sobre los medicamentos que estén diseñados para disminuir la resistencia a los cuidados. [7]
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Método 3
Método 3 de 3:

Garantizar la seguridad en el baño

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  1. Estas pueden ser muy reconfortantes y útiles para una persona que ya se haya caído o que tema caerse en la bañera. Podrás encontrarlas en las farmacias o las tiendas de suministros de baño.
  2. Estos son de mucha utilidad si la persona se ha caído anteriormente o si teme caerse debido a la debilidad o la fatiga. [8] Las farmacias y las tiendas de suministros de baño son los lugares más adecuados para comprarlos.
  3. Muchas bañeras podrían ya tener una cinta con la textura de una lija en el fondo; sin embargo, podría ser de utilidad colocar más en el área central en la que la persona se pare mayormente al bañarse. Las alfombrillas antideslizantes (para secarse) también pueden colocarse en el piso, justo afuera de la bañera. [9]
  4. Esto le brindará más control a la persona cuando se bañe. Además, es mucho más seguro, ya que evitará las caídas al eliminar la necesidad de moverse debajo del cabezal de ducha para lavar las áreas de difícil acceso, y al permitir que la persona se siente en una silla para duchas mientras se baña. [10]
  5. Prueba la temperatura del agua con la mano. Deja que el agua caliente y la fría corran por unos minutos cada una, así verificarás las fluctuaciones de temperatura principales. Si la temperatura cambia de caliente a fría con frecuencia, comunícate con el arrendador o contrata a un plomero para que solucione el problema.
    • Si la persona vive en un departamento, lo mejor será realizar la prueba a una hora temprana de la mañana, cuando los demás residentes estén duchándose y sea más común que ocurran fluctuaciones.
    • Revisa el medidor de temperatura del calentador de agua y cerciórate de que se encuentre en 48 °C (120 °F). Esto ayudará a evitar las temperaturas demasiado calientes. [11]
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Consejos

  • Ten en cuenta si la depresión podría estar afectando la higiene. Consulta con un doctor para conversar sobre la forma en la que los medicamentos podrían motivar a tu ser querido a mantener una rutina saludable. [12]
  • Ten en cuenta la forma en la que el trasfondo de una persona podría influir en sus hábitos de aseo. Según su crianza, una persona de edad avanzada podría haber sido criada con expectativas relacionadas a la higiene que eran diferentes a las normas actuales. [13] Procura ser delicado con sus posibles inseguridades relacionadas con su trasfondo. No indiques que podrían haberla criado de forma inapropiada, o que existe una manera correcta de bañarse.
  • Si luce avergonzado con la idea de que lo bañes, puedes recomendarle el uso de una “toalla de privacidad” para cubrirse mientras laves las áreas sensibles. [14]
  • Sé cuidadoso. La terquedad que surge de la experiencia suele ser una expresión de una mala experiencia, pero también puede ser un poco de conocimiento si escuchas de forma activa. La terquedad que surge de una enfermedad no refleja un rasgo de la persona, sino a la enfermedad. En cualquiera de estos casos, sé comprensivo y asertivo con las necesidades de higiene reales. Esto significa que deberás escoger tus batallas y mantenerte centrado en el objetivo de lograr una mejor higiene.
  • Intenta ponerte en la situación de la persona, ve las cosas desde su perspectiva y al mismo tiempo respeta su privacidad, su conocimiento y sus inquietudes reconociéndolos como válidos.
  • Razona con la persona sin menospreciarla ni atacarla. Empieza con frases sugestivas y suaves como “¿Qué te parece si intentas _____?” o “¿No crees que sería más saludable que…?”.
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